El entorno de las comunidades es un territorio sagrado, donde el lago, el río y el volcán tiene una conexión tanto biológica, como espiritual y ancestral, y que a su vez tiene injerencia directa, por ejemplo, en la productividad de sus siembras anuales, o en la cantidad de inundaciones producto de la crecida natural del lago, o en el abastecimiento de agua de las vertientes. Por lo cual, la relación establecida entre el individuo, la comunidad y su entorno natural y espiritual, es de una retroalimentación continua y necesaria para mantener los equilibrios, a través de las rogativas y los sacrificios de animales al lago.
¿Por qué filmar?
Frente a la clara tendencia de los medios de comunicación hacia el control de la información y la homogenización comunicativa, los films y videos etnográficos poseen un papel decisivo en la construcción de la diversidad cultural y la enseñanza didáctica de la antropología social (Montes del Castillo, 2001).
Esta tendencia, es decir, la vinculación de la antropología visual a la producción de películas etnográficas como recurso educativo, continúa siendo el dominante. Sin embargo, el problema involucrado a esta postura, es que se asume automáticamente que una película no puede explicar la “importancia antropológica del sujeto” por si sola. “Lo que me aproblema es la poca discusión y teorización sobre la supuesta naturaleza del cine. Si la naturaleza del cine no permite la transmisión de ideas complejas, de una manera similar, pero diferente a la vez, que la palabra escrita, entonces su rol al interior de la antropología se limita a ser un recurso audiovisual, no más importante que un manual” (Ruby, 2007: 15).
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Pues bien, más que discutir sobre la priorización de una u otra manera de presentar un producto etnográfico, yo prefiero centrarme en las complementariedades de ambas formas de escritura (el escrito y la imagen como texto), ya que lo que el etnógrafo no es capaz de plasmar en el documento escrito, si es capaz de plasmarlo el sujeto frente a una cámara.
Personalmente creo que por más que uno trate de darle profundidad a un escrito y de embellecer una idea, es enormemente difícil dar a entender al lector la potencia del discurso propio del sujeto frente a una cámara.
Maria Calfuluan, comunera de Lago Neltume y férrea opositora a la instalación de una central hidroeléctrica en sus terrenos, al encender la cámara mira fijamente al lente, e indicando con el dedo (valga recordar el dedo acusador de Ricardo Lagos a Pinochet en televisión), dice: “El agua es la vida de nosotros, porque diosito nos dejó el agua y la tierra a nosotros que somos mapuches. … a mí viva no van a sacar, muerta me pueden sacar de mi tierra”.
Al leerlo posiblemente no produce el mismo efecto que al oírlo, ya que ahí, cuando la escuchas frente a la cámara, es cuando te das cuenta que esa amenaza no es retórica, simplemente porque el mapuche no conoce de retórica, o por lo menos no la retórica del discurso occidental. Es ahí cuando comprendes que María realmente es capaz de entregar la vida en defensa de su territorio.
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