Retrato íntimo: La guerra de Arauco.

Este reportaje fotográfico realizado en comunidades indígenas mapuche (hombres de la tierra), pewenche (hombres del pehuén) y williche (hombres del sur) de Chile, invita a ver cómo el pueblo mapuche se inserta en la actual cultura chilena y su postmodernidad; como celebran, como viven hoy, como se han tenido que enfrentar durante más de cinco siglos, lo cual los ha empobrecido. La lucha indígena contra el sistema consiste en mantener su cultura, su idioma, sus tradiciones en un país que se ha esmerado en dividirlos, discriminarlos y auspiciar políticas que históricamente los han desprotegido, han usurpado sus tierras con leyes que dividen sus lof (unidad territorial social que enmarca a una comunidad de personas que están emparentadas), lo que ha desarmado sus estructuras sociales e institucionales. Esta etnia es consciente de la responsabilidad de heredar a sus hijos su cultura para seguir existiendo. La guerra de Arauco aún continua, la siguen luchando en condiciones de extrema pobreza, hombres de la tierra, sin tierras.

Palabras clave: mapuche; fotografía; Arauco; conflicto.


Autor:
Claudia Astete
Fotógrafa. Escuela de Foto Arte de Chile.

e-mail: asteteclaudia@gmail.com

Recibido: 23 de Mayo 2008    Aceptado: 17 de Abril 2009




 





























 

Claudia Astete

Es tal vez el sueño de cualquier fotógrafo viajar y documentar otras realidades, mi viaje no pasa de las fronteras de nuestro país, pero sí estuve en otro mundo que no aparece en la prensa y donde la marginalidad, la pobreza y la falta de oportunidades es el factor común.

Visité Reigolil, comunidad pehuenche ubicada a unos 40 kilómetros de Curarrehue. Di vueltas sin ver a nadie, por un par de horas. Luego divisé a unos mapuche y les saqué algunas fotos, pero me obligaron a borrarlas, distantes y huraños, . Era una comunidad más, de tantas que existen, y si no llegas a casa de alguien, los mapuche son herméticos. Pero una vez en confianza, los gestos de odio y seriedad se esfuman. Descubres que a pesar de la historia que los marca, en su vida cotidiana hay risas y sencillez para valorar lo simple, el hoy juntos. Lo digo por la hospitalidad que me brindaron Patricia Colpihueque Marillanca y sus hijos Danitza y Bernardo. Estuve en casa de una mujer pewenche y Reigolil dejó de ser hosco.



Reigolil


 
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Reigolil

Pasamos juntos el día, bañándonos desnudos en un río paradisíaco. “¡Mamá, los chiquillos van a gritar que nos lavemos...”, gritó Danitza, riendo ingenua y maliciosa. Viven a orillas del camino, en extrema pobreza. Todos sus días son iguales. Este invierno su hija empieza con la escuela; Bernardo, en dos años más. No tienen huerta, ni animales. Me invitaron a almorzar tortillas con jurel, yo me puse con la Coca Cola, fue un banquete.

Después visitamos un cementerio. Prácticamente toda su familia estaba allí. “Este cabro se me murió al nacer”, contaba Patricia. “Tía, tía, aquí está mi tío, no sabemos si murió ahogado o curado…”, interrumpió Bernardo. Un gran abrazo de despedida y dejé atrás a esos niños contemporáneos de los míos, con el corazón encogido.


 
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Reigolil
 
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Reigolil

En Reigolil, el Gobierno ha habilitado escuelas con un look “Nido de Águilas”, es decir, modernos como ese exclusivo colegio santiaguino. Me llamó la atención que la arquitectura tiene la intención de ser indígena, pero a la vez les escuché decir: “Los indios no necesitamos salas de clases, queremos aprender bajo un sauce, en la tierra”. O bien: “No es posible que los jóvenes aprendan mapudungun si no es en sus casas, con los viejos; una profesora cada un mes no sirve de nada”.

¿Salas para dividir las mentes de la comunidad, educación que les da herramientas para cambiar su vida? “No necesito de internet para saber si lloverá, me basta con mirar y oír”. “Si nos respetaran, no nos darían canchas de básquetbol para jugar al palín. ¿Qué quieren, ver mapuches en la NBA?".


 
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Mi primera Rogativa Wuilliche

Causa envidia y curiosidad la conexión indígena con su espiritualidad. No necesita de grandes construcciones para adorar a Dios. Pero la evangelización occidental llega a todos los rincones, alejando a los mapuche de su cosmovisión. Así como te encuentras con iglesias pentecostales por todo el campo, no es raro ver afiches con propaganda de cualquier otra secta cristiana. Como dice el adagio: “Nos prestaron su biblia y cerramos los ojos; al abrirlos, teníamos su libro y ellos nuestras tierras”.

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Los berbechos

 
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Tren Treng


Rogativa huilliche

 
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Bastonero

Pero no los han vencido. Su rebeldía contra el sistema pasa por tomar conciencia de sus tradiciones, las que se respetan por sobre los individuos. Sin embargo, todos tienen derecho a expresarse en sus reuniones y son escuchados con respeto. Los cargos son una cadena: cada uno tiene su rol, y esto hace que la vida comunitaria fluya sin inconvenientes. Los hay que lavan, cocinan o buscan agua. El maestro de ceremonia tiene el don de la palabra, es el mensajero y se le obedece. Todos los sacrificios empiezan por él, en carne propia. Cuenta con un “bastonero” o lugarteniente responsable de velar por las normas, espantar a los animales peligrosos (abejas, perros) además guia a las visitas.


 
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Abuelo Wenteyao
 
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Rehue Huilliche

Si bien las creencias religiosas han cambiado con la influencia católica, por ejemplo, hoy se le pide a Chawdios; persiste la fe en los espíritus de los antepasados: seres encantados que median entre Chawdios y nuestro mundo. Es el caso del abuelo Wenteyao, un elegido de los ancestros, con residencia en Pucatrihue de soundworld. Su culto se extiende desde San Juan de la Costa a Lago Ranco.

En el rewe –lugar puro, canal de comunicación con el Wenumapu– están las mujeres y sus princesitas.


 
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No puedo dejar de pensar que representan la fertilidad, la perpetuidad de todo su mundo, la continuación de la tierra en manos de la mujer. Eterna raíz de la familia y las sociedades; pero en armonía con el todo, la verdadera feminidad que es capaz de contener a sus crías, sin renegar, con orgullo por su rol de madres, y además activas como pilares trascendentales de su sociedad.

En una loma alta se desarrolló la rogativa, a la que fui invitada.   Según la tradición, es un campo sagrado con entrada y salida, y una puerta cerrada que representa las decisiones que no se deben tomar. Uno se encuentra con el bien, el mal, las gracias, el pedir, la mujer, el hombre, los herederos, los antepasados, lo esencial y lo infinito.



Princesitas

 
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Conjunto Aucalafquen
 
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Los williche son artistas, hablan desde la emoción. Las mujeres tienen telares, huertas, gallineros y recolectan murra. Pintan y son músicos; su música los acompaña en la vida, hace que todo sea más alegre, dulce y familiar. Mi compañero de viaje, J.C. Olivares, antropólogo y poeta, me llevó a conocer este mundo, que hizo propio hace varios años. En él no se olvidan los amigos, ni tampoco los enemigos. Los silencios nunca nos incomodaron, ni el polvo, ni el calor. Llorar o reír no cambiaba nada. Me alucina su espíritu de explorador, fiel a su oficio de antropólogo, pero más fiel a ser un hombre abierto. Es como un oso de la tierra de los osos.



San Juan de la Costa

 
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Luis Catrilef y familia

El conjunto musical Aukalafquen era dirigido por Luis Catrilef, maestro de ceremonia. Está integrado por familiares de todas las edades, juntos en la tarea de ofrecer música y salvar su tradición. Él y su mujer Margarita, son líderes culturales de su pueblo. Ella fue diez años dirigente del “Taller de trabajo”, donde participan mujeres de las comunidades, y además forma parte del conjunto. Es una mujer incansable. Luis y Margarita encarnan una revolución; son visionarios, pacíficos, conciliadores, los mueve su newen. Luis pugna porque su música sea escuchada fuera de sus fronteras.

Me sentí hermana de estas personas y comparto la responsabilidad de crear conciencia sobre su causa. 


 
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Rogativa Huilliche
 
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Dibujo

Comunidad Indígena Altue
Punta Capitanes

Invitada al fin del mundo, a una caleta de pescadores wuilliche, a registrar su lucha por ser reconocidos como comunidad. Es otra cultura, son fuertes como robles, viven el dia a dia en un lugar paradisíaco. La naturaleza lo es todo, ella decide si hay pesca o no, si se come o no; ellos pacientes no le hacen pelea a su destino, nada los apura siempre hay algo que comer, sus comidas varian entre machas, piures, ulte, cochallulllo, merluza del sur, todas riquezas de sus costas.

 
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Punta Caitanes


Comunidad Indígena Altue

 
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Cocina Huilliche

Los mariscos afrodisíacos y risas, mitos del trauco y más risas, "aquí tiene un ajo para protegerse señora, lo va a necesitar". Mucha soledad, mucho frío, en la caleta no hay luz, todo se apaga y comienza con la luz del sol; condiciones extremas que de alguna manera provocan que todos tengamos algo de traucos, finalmente en el sur de Chile somos todos iguales, humanos.


 
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Como en otras comunidades fui muy bien atendida, todo gira en torno a sus cocinas a leña que nunca dejan de humear, mate, café, sopaipillas, pescado frito, papas, nunca falta comida, si alguien pesca es para todos, como lo hizo Jaime esa madrugada. Se amasa pan a diario sus casitas tienen ese olor que te mantiene pegada a la estufa a leña y protege del viento gélido de afuera, fuego es hogar, hogares que luchan por seguir viviendo acá, sus mujeres emigraron a Calermapu, Maullín por educación para sus hijos y trabajo.



Jaime

 
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Coche, Jaime y Alejandro

El diario vivir en Punta Capitanes se conecta con el clima, en su proyecto de vida sueñan con tener tranquilidad y la seguridad que en estos terrenos a los que llegó su bisabuelo permanecerán sus hijos, aman ese lugar, las seis horas que hay que navegar desde Carelmapu son el comienzo de una travesía que demanda esfuerzo, sacrificio, ser valiente y estar dispuesto a no volver si la mar así lo dice.

En un Nguillatun Pewenche

Nos juntamos a las seis de la mañana en el Consejo de Todas las Tierras, en Temuco. Tres horas nos demoramos en llegar. Pasamos por Lonquimay y Liucura. Nuestro destino estaba casi en el límite con Argentina.

 
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Silencio de misa al entrar. “Pasa tranquila, aquí somos todos hermanos”, dijo Margarita. Gracias, yo estaba tensa. Varias comunidades asistían a la celebración (alrededor de 200 personas), con sus longko y bailarines. Dos días de bailes, comida y muday. (bebida tradicional Mapuche a base de trigo, como la chicha). Su baile denominado choique imita la danza del ñandú. Son bailarines pájaros que se sacuden incansables al ritmo del “pue, pue, pue”, que significa “visión”. No corresponde preguntar nada, hay mucho de intuición, de imaginación, de querer entender.

No estaba permitido tomar fotos como yo quería. Tenía mil imágenes en mi mente, de cómo cocinan, de sus niños participantes, de sus ancianas y ancianos. Necesitaba hallar la manera de plasmar todo, pero no, tuve que aquietar mi espíritu de capturadora de imágenes y observar sin molestar. A fin de cuentas, me habían acogido sin preguntas y me alimentaron, porque "hoy por ti y mañana por mi", los invitados siempre son bien atendidos.



Lonquimay

 
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El Choique
 
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Toda la organización gigante que implica este festejo, es un esfuerzo consciente de la comunidad que invita y de los participantes en pro de agradecer o pedir. En este caso, carne de caballo. Trozos de ella colgados por todas partes hablaban de abundancia y de compartir. Tal vez de eso se trataba, de “relaciones publicas”, como diríamos en Santiago. Pero acá se respiraba respeto. “Marimari lamngen”, y todo fluía. Galopaban los caballos de dos en dos, rodeando el rewe pewenche, el centro del ritual.



Nguillatun

 
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Nguillatun

Sus jinetes parecían arrear a los bailarines vestidos de negro, mientras éstos pedían algo de lluvia para un verano seco. Si quisieran sol, bailarían con sábanas blancas. El calor tornaba dura la tarea. La jornada transcurría entre nubes de polvo, de las que emergían estos guerreros galopando con sus banderas y sus gritos, que inspiraban respeto. Me sentí partícipe del trance inducido por el kultrung y la trutruka. La rogativa consistía en mediar ante el Nagmapu (morada de los dioses y espíritus ancestrales). Era un modo de cuidar la dependencia con las deidades, entre los vivos y el espíritu de sus muertos.


 
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Fue un día entero de bailes y comidas y terminamos agotados, aunque antes de descansar hubo que preparar todo para el día siguiente. Los animales sagrados estuvieron los dos días amarrados junto al rewe, con un calor insoportable; representaban el sacrificio.

Eran las cinco de la mañana y yo soñaba con el kultrung. Hacía mucho frío, con neblina a ras de suelo y miles de estrellas en el cielo. De pronto, escuché sus tambores y volvimos a empezar. Reiniciaron los cantos y bailes, y circularon los mates, sopaipillas y tortillas. Nunca vi a nadie tomando alcohol. Eran mal vistos los que “no tienen conciencia de que en el trago se perdió nuestra cultura”. Observé jóvenes guapísimos, estudiantes de la Universidad de la Frontera de Temuco, bailarines quienes manejaban las boleadoras con destreza y precisión, las que sólo un momento antes estaban colgadas entre celulares y mp3. Son los mediadores entre este mundo moderno y los ritos antiguos. Se visten con trajes ceremoniales y son grandes danzarines. Representaban orgullosos y hermosos al choyke.


El nguillatun celebraba la recuperación de 10 mil hectáreas que devolvió la Corporación Nacional Forestal al Consejo Pehuenche, dirigido por el longko Romero. Asombrosamente, no se pudo celebrar en esos terrenos porque las familias aledañas, vecinos, familiares y colonos huincas, no permitieron el paso por Piedra Blanca. No pude preguntar por este asunto. Los conflictos entre familias son candentes e involucraban intereses políticos y económicos. ¿A quiénes les convienen estas peleas, sino a los poderosos del mundo wingka? Es mejor que se maten entre ellos, que se desgasten luchando cuerpo a cuerpo para enmascarar a los verdaderos responsables del etnicidio.

Me despedí agradecida y confundida. Comí mucho, conocí a personas alucinantes, sentí lo frágiles que somos y pensé en mis hijos. Galopé junto a los guerreros.



 
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Itinerario de un despojo
  
Considerando que hace poco lamentamos la muerte de Matías Catrileo, un joven mapuche asesinado por la espalda, es delicado hablar de la rebeldía indígena. No olvidemos que pudimos escuchar a través de la radio el relato de uno de sus compañeros con los detalles de su muerte, con el propósito de evitar versiones engañosas. Es difícil abstraerse de las emociones. Una madre sufriente pidió a las comunidades mapuche no levantar una piedra en homenaje a su hijo; más de dos mil indígenas acompañaron su despedida, unidos.

El carabinero responsable ya no está en la IX Región. Queremos justicia, ha muerto una persona, y nadie escucha. Es más importante cuando un mapuche incendia maquinarias. Eso sí es noticia.



Temuco

 
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Comunidad Mapulafquen

Es necesario mantenerlos semiactivos, así se siembra miedo, se maneja a las masas ignorantes, se detienen comuneros que portan una escopeta y en sus casas sólo encuentran animales faenados, eso lo podemos ver en televisión, mapuche-salvajes-terroristas. Detienen a unos cuantos, concientizan a un país. Es increible que los mapuche sigan existiendo, con la revolución de algunos, el conciliar de otros, finalmente su lucha contra el sistema ha funcionado, hoy existen y están dispuestos que su guerra de Arauco dure 500 años más.


 
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Pesa el estigma de ser mapuche, flojo, borracho, aprovechador, quieren todo gratis pero ¿por qué esta gente de la tierra cambiaría su cultura?. Transformarse en productivos, capitalistas neoliberales. Sin embargo, no todo es comerciable, ni todas las personas adaptan sus pensamientos y colores según el gobierno actual. ¿Cuál delito es querer conservar la propia identidad milenaria? Con rabia en el alma, los poderosos reclaman lo imposible. Carecen de paciencia para estudiar la historia y darse cuenta de que  nuestro Estado chileno materializó la colonización, entregando tierras a alemanes, suizos o franceses. Hoy un millonario, o un político, pueden simplemente comprarse un pedazo de Chile, en nombre de la ecología o para lucrar. Se habla de diez millones de hectáreas antes de llegar los españoles, de las cuales ahora quedarían libres sólo 250 mil, para una población de 1.200.000 indios (censo de 1992). Su situación económica es de extrema pobreza y, por lo tanto, nada pueden negociar.

Pinochet, nuestro dictador intocable y violador de los derechos humanos por excelencia, aportó con su grano de arena, cambiando las políticas favorables a los indígenas y cediendo a transnacionales forestales sus terrenos.



Además, su gobierno dictó el decreto ley 2.568, que despoja de la identidad y pertenencia a los mapuche, señalando que al momento de aplicarse la división de la tierra “dejan de ser indígenas las tierras y sus ocupantes”, norma que después fue confirmada por la Ley Indígena 19.253.

No contemplaron el concepto de territorio de los mapuche, que es muy preciso: todas las comunidades habitan el wallmapu, tierra donde se habla el mapudungu. Los lof indican la ubicación de cada persona en el wallmapuche. Además, es fundamental el tüwün, que se refiere al espacio donde se funda la identidad individual de los miembros del lof. La clara definición del tüwün es esencial para adquirir o transmitir un derecho. Los títulos de merced no reconocieron la estructura social mapuche, ni las delimitaciones de cada lof; al contrario, obedecieron a un plan de división de las comunidades, de un conjunto de familias que se regulaban por sus propios patrones culturales. Al dividir la tierra, se quiebra la unidad social, porque los elementos que conforman la cultura mapuche sólo son posibles colectivamente: sus ceremonias religiosas, los tratamientos medicinales, las alianzas matrimoniales, el trabajo de la tierra, donde participa todo el lof. Como es evidente, la etnia no se identifica ni refleja en el capitalismo individualista.


 
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El retorno de la democracia parecía otra oportunidad para ser escuchados, pero nadie pelea por las listas de detenidos desaparecidos mapuche. Me tocó escuchar algunos alegatos: “¡Basta de ocultar la historia que no se cuenta!”; “los mapuches sabemos que no es suficiente con tener tierras, ahora debemos salvar nuestro mundo aprendiendo nuevos manejos que nos permitan existir”; “¡maldito Lagos con su documento del ‘nuevo maltrato’!”; “es un chiste el programa Origen, donde abuelitas de 80 años fueron beneficiadas con maquinas de cocer para aumentar su producción”; “a cierta gente le dieron la posibilidad de comprar animales a un productor elegido por el gobierno con los ‘papeles al día’, y casi todos estos animales se les murieron, creo que eran ‘vacas gringas’”; “¡Conadi es una casa mal parada que no nos representa!”; “este gobierno ‘democrático’ tiene la cara rota y no es digno de mirar a los ojos".



Comunidad Juan Quintremil

 
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Auspicio

Al menos antes reconocíamos al enemigo y así lo respetábamos; hoy los hermanos socialistas capitalistas no tienen vergüenza, a esos vampiros les encantó llenarse la boca hambrienta de poder con el nombre del pueblo.

Los indios no se sienten representados, ni respetados. Hoy, existen mujeres weichafe (guerreras) y jóvenes valientes como ningunos. Porque sí son discriminados: "oye si ‘cachan’ a un indio hablando por celular y manejando, al tiro le aplican la ley antiterrorista…”, me dijo uno de ellos. Viven con rabia en su corazón por las golpizas de los pacos a las mujeres. Sus dirigentes son perseguidos y apaleados. Lo que antes eran vastos territorios, hoy se reducen a humildes casitas, de vez en cuando allanadas en búsqueda de “terroristas”: ésos que llevan 27 piedras, una boleadora y cuatro miguelitos en sus mochilas.


 
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Comunidad Cerro Navia
 
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Reflexión...

Por sobre la Ley Indígena prima la naturaleza humana y el libre albedrío de trucar libremente sin que el Estado pueda intervenir, estas son las bases fundamentales del capitalismo del cual se nutre nuestra sociedad chilena neoliberal. Una vez más las comunidades divididas son blanco fácil y no son lucha de nadie, no son representados en partidos políticos, sus votos estan mutilados en la diversidad y la busqueda de identidad , la mayoría de su pueblo está en Santiago, "Los hijos de los hijos de Lautaro tomando una micro" (David Añiñir, poeta: 2005),  viviendo en la pobla, "obreros de la contru", panaderos, nanitas, hombres de la tierra sin tierra, expuestos al hambre, a la marginalidad, al frío, al copete y todo lo demás;   los hermanos del sur también, comunidades allanadas por forestales, particulares, que irrumpen en la tradición de las etnias llevándose el olor a humo, a cocina, el calor sureño de las estufas a leña , hay que cambiarlo todo para insertarse en la sociedad.



Señalética

 
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Paliin

Yo tengo un sueño, y es ver a los indios mapuche en holgados trozos de tierra uno pegado al otro tejiendo poco a poco grandes Lof de comunidadesunidas por una causa, es mi sueño. Porque tan lejana la idea de ríos, árboles frutales, huertas, donde existan todas las hierbas que las machis necesitan para ejercer, y sauces para que los antiguos le enseñen el mapudungu a las nuevas generaciones. Un lugar donde los williche puedan desarrollar todas sus artes, donde los buzos puedan pescar sin miedo a un ducto Celco que hace caer uno a uno a los "traidores" por un sueldo.


 
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Ishtules


Rogativa Huilliche

 
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Bibliografía

Añiñir, David. 2005. Mapurbe.

Gobierno de Chile. 1979. Decreto Ley 2.568.

Gobierno de Chile. 1993. Ley 19.253 Establece normas sobre protección y desarrollo de los indígenas, y crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena. Congreso Nacional de Chile.



 
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Intimate Picture: Arauco War.


This photographic documentary realised in indigenous communities mapuche (men of the earth), pewenche (men of the pehuén) and williche (men of the south) of Chile, invites to see how the mapuche people are inserted in the present Chilean culture and its postmodernity; how they celebrate, how they live today, how they have had to confront for more than five centuries, all of these impoverished them. Fight indigenous against system consists of to maintain his culture, his language, his traditions in a country that has carefully divided them, discriminated them and supported policies that historically leave them unprotected, have usurped his earth with laws that divides his lof (social unit territorial that frames a community of people who are related), which has disarmed its social and institutional structures. This ethnic group is conscious of the responsibility to inherit to her children her culture to continue existing. The Arauco War still continues, they keep fighting in conditions of extreme poverty, earth men, without earth.

Key Words: mapuche; photography; Arauco; conflict.


Author:
Claudia Astete
Fotógrafa. Escuela de Foto Arte de Chile.

e-mail: asteteclaudia@gmail.com

Received: May 23th, 2008    Accepted: April 17th, 2009