FUEGUINOS
Fotografías siglos XIX y XX
Imágenes e imaginarios del fin del mundo
Por José Pablo Concha Lagos
Profesor del Instituto de Estética UC.

La fotografía de carácter patrimonial impone una doble necesidad, por un lado pensarla como objeto particular, con una historia propia, desde su materialidad y su circulación; por otro, desde la significación de aquello que “presenta”, lo que “aparece” en otro tiempo y lugar, distanciado largamente del momento en que se llevó a cabo la toma fotográfica.

La primera necesidad se trata de resolver desde una arqueología de la materia sensible, método que permitirá acercar al investigador a ese tiempo original del objeto fotográfico y con ello a la intención que determinaría su significado; si toda imagen es intencionada y aquí habita su sentido ¿es posible conocer dicha intención de fotografías descontextualizadas, de fotógrafos desconocidos? Es desde aquí que la segunda necesidad se hace problemática ¿cómo acceder al sentido de la imagen patrimonial? Es decir, ¿cómo se le puede dar valor a una imagen fotográfica, ya no solamente porque es antigua? Precisamente por la entrada al sentido. ¿Toda fotografía antigua es patrimonial? ¿qué ejercicio hermenéutico es capaz de cercar ese sentido que se escapa, que siempre se refugia en zonas oscuras, como la imposibilidad de acceso a los autores de las fotografías, la ausencia de texto que guíe? y si guía ¿cómo saber de la veracidad de dicha determinación textual? Si ya sabemos que el sentido de la foto está en su contexto, ¿cómo abarcarlo para que la interpretación sea fidedigna?

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Estas preguntas evidentemente no se agotan y no pretenden caracterizar todos los problemas que se presentan en este tipo de trabajo, pero al menos permiten, apenas, vislumbrar los problemas a los que se enfrentaron los investigadores que presentan el libro Fueguinos. Fotografías siglos XIX y XX. Imágenes e imaginarios del fin del mundo.

La antropología visual de carácter arqueológico concentrada en la fotografía, cuerpo del volumen que reseñamos, se enfrenta, además, a la dificultad de acercarse al significado de objetos (las fotografías) que en sí mismos son simbólicos, es decir, ya no sólo el carácter presentacional sino, ahora y además, “representacional”, donde operan ideologías particulares referidas a la técnica misma, como al sentido del acto fotográfico. El valor de este libro estriba en que los investigadores frente a estos problemas, los fueron superando por medio de un trabajo minucioso de recopilación de material fotográfico como contextual, lo que permitió una elaboración profunda del sentido al que aludíamos.

Margarita Alvarado abre el acercamiento a este mundo del que el vestigio fotográfico nos muestra sus formas imaginantes. El análisis que emprende se concentra en un aspecto clave de los problemas de la representación: la conciencia de contenido de la fotografía como una convención previa –evidentemente aquí su carácter ideológico-, de lo que resulta la “construcción” visual del indígena fueguino. Lo que Alvarado hace incuestionable es que el imaginario fueguino es el resultado de la circulación de estas convenciones. Es clave lo que la investigadora llama “procedimientos visuales”: vestidura, investidura y despojo; es la objetivación de estos procedimientos lo que permite comprender los sistemas de representación de que fueron objetos los indígenas fueguinos; que luego por el “efecto de indiscernibilidad” vemos la paulatina decadencia de estos sujetos cuando en un momento “visten” los atuendos de su identidad, hasta llegar a la imposición de un aspecto occidentalizante siendo “despojados” por la ropa de su identidad.
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En el ensayo que sigue, los autores Carolina Odone y Pedro Mege, nos presentan un minucioso recorrido por las imágenes de las misiones salesianas de San Rafael y el Buen Pastor. Pero este acercamiento no es sólo un catastro, sino un ejercicio reflexivo complejo que permite reconocer –como dicen los autores- “constantes que sugieren algunas preguntas: ¿de qué tratan estas fotografías? ¿qué es lo que quedó y está impreso en esas láminas fotosensibles? Estas preguntas emergen desde el centro del sentido de esta investigación. Las fotografías para que se constituyan en patrimonio deben ser enfrentadas a este cuestionamiento, de otro modo se objetualizan como monumentos silenciosos de un pasado que se esconde en su apariencia. La relación que se presenta, en este ensayo, entre dos tipos de imágenes es llamativa: la imagen al interior de la conciencia (el sueño) del fundador de la congregación salesiana y de la necesidad de asentar una misión en un espacio ignoto, establece un origen mítico de esta empresa; luego las fotografías que nos dan la materia de esta historia. Pero el reconocimiento de la no “mecanicidad” del trabajo de Francisco Bocco (fotógrafo del que se ocupa la última parte del ensayo), abre un vínculo complejo entre el objetivo mítico y la “subjetividad” de la toma fotográfica.

El texto que presenta el antropólogo Felipe Maturana, revela la movilidad del sentido de la fotografía. Las imágenes que analiza el autor todas tienen el carácter de “antropológicas”, es decir, nos pretenden mostrar “mecánicamente” el aspecto de una alteridad, para su eficaz reconocimiento, pero lo que aquí se nos muestra es que la misma fotografía a sufrido cambios significativos en su uso antropológico. Esto nos revela que la supuesta rigidez del dispositivo técnico, en la práctica, vio modificaciones sustanciales en el trabajo antropológico.
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Un sentido “arqueológico” tiene el acercamiento del trabajo de Dánae Fiore y María Lydia Varela a la fotografía tomada a los fueguinos. Las investigadoras se hacen la pregunta ¿Cómo excavar una foto? Teniendo muy presente la condición de “sesgada” -como ellas denominan- el “registro” fotográfico y los intereses asociados a la producción de una determinada imagen: el antropólogo, el misionero y el mismo nativo, determinan poses, atuendos, etc., de lo que esperan que se cristalice como lo propio de la etnia fotografiada. La complejidad de este asunto es ¿cómo diferenciar estas fuerzas que conviven en una fotografía de esta naturaleza? Precisamente, la proposición de este artículo es entregar herramientas finas para el análisis de estos objetos imaginarios complejos.

El ensayo que sigue resulta particularmente interesante, ya que el modo de entrar en el objeto de interés es inesperado. La condición de antropóloga de María Paz Bajas no le impide vincularse afectivamente al “álbum de fotografías de fueguinos”. En un tono directamente autobiográfico nos muestra su relación con el “objeto” álbum (en algún sentido es la confirmación de los “sesgos” del que se hablaba en el ensayo anterior), lo que le da un sentido particular a la definición del interés por el álbum de fueguinos. Evidentemente este acercamiento no impide y más bien potencia el análisis de la complejidad del significado de estos objetos; éste no es sólo el contenedor de imágenes aisladas, sino que el soporte en sí mismo determina posibles significaciones, como también la posible aleatoriedad de las fotografías al interior del álbum, determinan sintaxis posibles que redundan en significados particulares.
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Finalmente, el texto de Christian Báez, del mismo modo que María Paz Bajas, nos cuenta su particular relación con una inquietante fotografía de un conjunto de selk’nam llevados a Europa en 1889, donde aparece, además, un individuo “occidental” con una varilla en la mano. El misterio de la foto es develado por el autor, pero esto no es el único asunto de este ensayo, sino que también la pesquisa se concentra en la circulación de esta foto en distintos contextos con la necesaria resemantización de la imagen. Es significativo este texto en la evidenciación de la independencia de las imágenes (en esto Báez sigue a P. Mason), cómo la circulación toma rumbos inesperados produciendo significados alejados y muchas veces equívocos respecto del origen de la toma. Habría que preguntarse ¿qué se entiende por equívoco? Cuando luego de la lectura de este libro se nos confirma lo inasible de un sentido único de una fotografía, precisamente dicho sentido se da entre otras condiciones –expuestas por el autor- según el contexto en que opera.

Este libro resulta un sustancial aporte a la antropología visual, en primer lugar por la reflexión teórica que ofrece, abriendo márgenes significativos, tanto para la antropología como para la teoría de la imagen; y en segundo lugar, la edición de un número importante de fotografías que ya no estarán perdidas a un destino incierto, sino reunidas en este nuevo álbum.
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