Michael Duke, Claudia Santelices, Anna Marie Nicolaysen & Johan E. Galarza Rivera


Introducción

Los Estados Unidos continúan siendo uno de los principales productores de tabaco en el mundo, posición que ocupa desde el siglo XVII, cuando los colonos europeos comenzaban a enamorarse de esta planta cultivada por los nativos. Hoy en día, la mayor parte de la producción tabaquera nacional se cultiva en el estado de Carolina del Norte, cuyo clima cálido y húmedo es ideal para el tabaco de cigarrillos.

No obstante, el Estado que lidera a nivel mundial la producción del tabaco utilizado para envolver los puros (habanos) es el de Connecticut, al noreste del país. Y es que, los veranos suaves y la tierra aluvial hacen de ésta una región ecológica ideal para el cultivo de esta planta tan temperamental.


 
A diferencia del tabaco de cigarrillos, el cual es finalmente procesado hasta llegar a su estado pulverizo, el valor económico del tabaco para envoltorio depende completamente de la calidad e integridad de sus hojas: un solo rasgado de éstas, por ejemplo, puede reducir su valor en el mercado internacional en un 50 por ciento o más. Como resultado de ello, esta forma de tabaco es extremadamente trabajosa, porque casi todas sus etapas de producción, cultivo, curación y empaque, se llevan a cabo a mano.

Los trabajadores que principalmente han realizado este trabajo durante los últimos 60 años, son los migrantes, gente que en su mayoría proviene de Jamaica, México, y Puerto Rico. El presente ensayo histórico, etnográfico, y fotográfico examinará las condiciones sociales, económicas, y laborales existentes entre este grupo migrante.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La Producción y las Condiciones Laborales en las Fincas del Tabaco de Sombra del Valle Río Connecticut.

La siguiente investigación pretende caracterizar la labor vinculada a la producción de tabaco en Connecticut, al noroeste de Estados Unidos. Los trabajadores que principalmente han realizado este trabajo durante los últimos 60 años, son los migrantes, gente que en su mayoría proviene de Jamaica, México, y Puerto Rico. El presente ensayo histórico, etnográfico, y fotográfico examinará las condiciones sociales, económicas, y laborales existentes entre este grupo migrante. En particular, el ensayo abordará las maneras en las que el cultivo de tabaco utilizado como envoltorio de puros, labor realizada aun por medio de una tecnología del siglo XIX, forma parte de un proceso transnacional.



Autor: Michael Duke, Claudia Santelices, Anna Marie Nicolaysen & Johan E. Galarza Rivera
Hispanic Health Council.




Revista Chilena de Antropología Visual - número 4 - Santiago, julio 2004 -
217/227 pp. - ISSN 0718-876x.
Rev. chil. antropol. vis.



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En particular, el ensayo abordará las maneras en las que el cultivo de tabaco utilizado como envoltorio de puros, labor realizada aun por medio de una tecnología del siglo XIX, forma parte de un proceso transnacional.

Antecedentes Históricos

Aunque el cultivo de tabaco en América del Norte antecede la colonización europea por varios siglos, el tabaco de sombra, principalmente utilizado para envolver los puros, fue introducido en Connecticut desde Sumatra alrededor de 1900. En un principio, el trabajo agrícola relacionado con el cultivo de tabaco fue realizado casi exclusivamente por los propios dueños de las fincas, en su mayoría familias polacas inmigrantes que retuvieron estas tierras como patrimonio familiar por varias generaciones. Con el paso del tiempo, sin embargo, estas fincas llegaron a depender crecientemente de la mano de obra proletaria y temporera de comunidades vecinas, particularmente de mujeres y niños.

 

Este trabajo era particularmente apreciado por la minuciosidad y destreza manual requerida en agrupar, secar, y coser las hojas de tabaco. Desde los años 30 en adelante, un número considerable de población afro-americana -principalmente migrantes desde el sur del país- se sumaría a la fuerza laboral tabaquera en el Estado de Connecticut.

La Segunda Guerra Mundial resultó en una escasez crónica de trabajo en los campos de tabaco. Aludiendo a la importancia que este producto tiene para la economía nacional, la Asociación de Productores de Tabaco de Sombra del Valle Río Connecticut solicitó al gobierno de los Estados Unidos conceder el ingreso de trabajadores extranjeros-“huéspedes”.

 

Una vez concedida dicha petición, un gran número de jamaiquinos llegó a Connecticut. Algunos de ellos posteriormente dejarían este trabajo para radicarse junto con sus familias en Hartford, la capital del Estado. De ahí que con el correr del tiempo jamaiquinos y otra gente de la región de Las Antillas conformarán un porcentaje significativo de la población de origen africano en la ciudad.

También importante para la producción de tabaco local sería la población proveniente de Puerto Rico, la cual una vez asentada en la ciudad, convertiría a Hartford en el lugar con el porcentaje más alto de descendientes puertorriqueños residentes fuera de la Isla. Posteriormente se sumarían también a este componente laboral de origen hispano, la fuerza trabajadora oriunda de México.

 
La Mano de Obra Actual

Los jamaiquinos, quienes constituyen el grupo de trabajadores migrantes más numeroso en la industria de tabaco de Connecticut, reciben contratos de trabajo gestionados a través del Departamento de Trabajo de Jamaica.
Los trabajadores que son seleccionados, y que aprueban los exámenes médicos requeridos para trabajar en los Estados Unidos, reciben una visa temporal de trabajo agrícola de parte del gobierno estadounidense, también llamada Visa H-2 A. En tanto Puerto Rico es posesión de los Estados Unidos, los trabajadores residentes en la Isla y también ciudadanos estadounidenses, no requieren visas para trabajar en este país. Sin embargo, ellos también llegan a las fincas de tabaco por medio de negociaciones laborales establecidas entre los dueños de las fincas y los contratistas laborales no gubernamentales.

En el caso de los trabajadores mexicanos, un número considerable llega a Connecticut con contratos laborales y visas H-2A, al igual que sus símiles jamaiquinos. No obstante, un creciente número de trabajadores ha ingresado al país ilegalmente, es decir con ningún tipo de visado o contrato laboral. Para todos los grupos en cuestión, el contrato laboral generalmente incluye transportación de ida y vuelta desde el país de origen.

Esto impone un inconveniente adicional en los trabajadores mexicanos indocumentados, ya que ellos mismos deben absorber el costo de su propia transportación, suma que puede ascender hasta más de 2500 dólares (casi cuatro millones de pesos chilenos), esto, si consideramos el precio que un gran número de ellos tiene que pagar a los traficantes de inmigrantes para atravesar la zona peligrosa fronteriza, o los a veces imperdonables pasos desérticos que separan al país azteca de los Estados Unidos.

 

Etapas de Producción

Mucho se sabe sobre la importancia que la producción de tabaco representa para la economía local y nacional. Sin embargo, muy pocas personas pueden siquiera vislumbrar la realidad que los trabajadores mismos enfrentan diariamente en los campos.

Nuestro viaje etnográfico a las fincas de tabaco de Connecticut comenzó en mayo del año 2002. Era principio de verano, y los trabajadores del tabaco ya habían comenzado a preparar los campos para el próximo corte de hoja. Las temperaturas inusualmente altas y la humedad ambiental anticipaban algunos de los desafíos que los trabajadores experimentarían durante el resto de la estación tabaquera.

Como investigadores, no siempre teníamos autorización para ingresar a los campos y observar la jornada laboral desde cerca, de manera que esperábamos que los trabajadores regresaran a las así llamadas “barracas” (viviendas), para poder aprender más sobre sus experiencias.

La mayoría de las etapas en el cultivo y la producción del tabaco de sombra se llevan a cabo a mano, y por ello el trabajo es extremadamente intensivo. De hecho, los cultivadores de tabaco de sombra estiman que cada hoja de tabaco pasa por sus manos diez veces, es decir, un número considerablemente mayor al de la mayoría de productos agrícolas. Además, las etapas de arado y plantación en la producción del tabaco son las únicas que requieren el uso de maquinaria pesada, como tractores y otros vehículos agrícolas.
 
Debido a que el tabaco de sombra, se marchita y quema a luz solar, los trabajadores ensamblan las mallas impermeables (toldos) sobre los campos una vez que las plantas han brotado. La temperatura y la humedad dentro de estas mallas pueden ser muy altas, particularmente durante los cálidos meses de verano. Por ello, la insolación no es un malestar poco común en este grupo de trabajadores. Además, debido a que el precio de cada hoja de tabaco depende de su estado cosméticamente perfecto, las plantas son fumigadas con insecticidas y funguicidas durante el período de cultivo.

Algunos trabajadores han reportado haber sido obligados a regresar a los campos de tabaco poco después de que éstos han sido fumigados, lo cual ha resultado en irritación de la piel y de los ojos, y en problemas respiratorios por lo general no tratados médicamente.


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Un peligro laboral adicional es la así llamada “enfermedad del tabaco verde”, la cual ocurre cuando las hojas de tabaco son directamente manipuladas por los trabajadores. La nicotina en la planta es ingerida a través de la piel, resultando así en una sobredosis de la droga. Aunque los efectos de esta sobredosis son temporales, la “enfermedad del tabaco verde”puede resultar en ausentismo laboral de un día o más, y el salario tan anhelado para enviar a casa puede sufrir una severa baja.

La cosecha del tabaco, por su parte, requiere que cada hoja sea inspeccionada en cuanto a su tamaño, y luego removida a mano. Para remover las hojas desde los campos algunas fincas usan una correa de transportación semejante a una bicicleta estática. Largas sábanas de polietileno se extienden en cada extremo del campo, una de las cuales se adhiere a la correa de transportación. A medida que las hojas son recogidas, se les va ubicando en la sábana de polietileno.

 

Cuando la cosecha llega a su fin en ese segmento del campo, un trabajador pedalea la correa de transportación, haciendo posible que las hojas salgan del campo para ser posteriormente embaladas y transportadas a los graneros de tabaco.

Los graneros de tabaco son largas estructuras de madera dentro de las cuales se lleva a cabo el ensamblaje y la curación de la planta. Las paredes del granero tienen tablillas móviles para que la temperatura y la humedad interior puedan ser reguladas. Los techos tienden a ser altos para poder acomodar los tres o cuatro niveles de vigas desde los cuales se cuelgan las hojas de tabaco.

La primera etapa en el procesamiento del tabaco consiste en coser las hojas en un ensamblado.

Una vez que éstas están ensambladas se cuelgan desde las vigas de madera. Este tipo de operación es particularmente peligroso debido a que requiere que los trabajadores puedan balancearse y desplazarse desde los niveles de vigas más bajos, permitiendo que los ensamblajes de hojas pasen a través de ellos hacia los niveles superiores. Muchos accidentes han ocurrido en esta etapa de la labor, resultando en lesiones de espalda y de otras partes del cuerpo.

Una vez que el ensamblaje y el colgado de las hojas de tabaco han llegado a su fin, todas las estaciones de costura de las hojas de tabaco son retiradas de los establos. Entonces calentadores de gas propano son colocados en el suelo de los establos para mantener la temperatura apropiada para la curación de las hojas. El proceso de curación toma varios días y se caracteriza por el dulce aroma que las hojas de tabaco expelen a medida que se van secando.

 

Una vez que el proceso de curación ha terminado, las hojas de tabaco se bajan de las vigas y se empacan para ser enviadas a República Dominicana, donde serán minuciosamente inspeccionadas, clasificadas, y finalmente vendidas a los numerosos fabricantes de puros en la isla.

De alguna manera, todos los trabajadores (no importa que origen étnico tengan) toleran los abusos por parte del patrón. En el caso de los trabajadores jamaiquinos, esta aceptación pasiva, sumada a sus facilidades con el idioma inglés (ya que lo hablan como lengua nativa), y sus experiencias con el cultivo y la producción del tabaco, los ha convertido en los trabajadores más altamente deseables. Por lo mismo, es común verlos retornar a la misma finca por diez estaciones de tabaco o más.



 

Similar es la situación, aunque no el prestigio, de los trabajadores mexicanos. La presencia creciente de ellos (un gran número del cual son indocumentados), y el reducido número de compatriotas con visas de trabajo, ha resultado en una fuerza laboral marcadamente dócil durante el descenso en la demanda laboral de 2003.

El caso de los trabajadores puertorriqueños es un tanto diferente a los anteriores, ya que en su calidad de ciudadanos estadounidenses, ellos han tendido a expresar públicamente las quejas que tienen sobre las irregularidades que existen en las fincas. Como consecuencia de esto y de la recesión económica vigente, la cual ha resultado en una baja en la demanda de tabaco de puros de lujo, un gran número de trabajadores puertorriqueños que trabajan el tabaco ha sido reducido durante las últimas tres estaciones.

 

 

Con respecto a la estación de tabaco de 2003, por ejemplo, se puede decir que en una de las principales tabaqueras del Valle, cien trabajadores eran jamaiquinos y sólo veinte eran puertorriqueños.

Desafíos de los Trabajadores

El trabajador agrícola de tabaco de sombra enfrenta numerosos desafíos, desde su salida de casa hasta que se hace su maleta cuando termina la estación de cosecha.

Asuntos de ciudadanía, estatus legal, idioma, necesidad económica, y fluctuaciones en el mercado internacional del tabaco de puros, tienen un efecto particular en los modos de producción y de relaciones administrativas laborales para cada uno de los grupos migrantes. Para muchos trabajadores, las estrategias económicas dependen de la importancia que tiene para ellos asegurar su retorno a la misma finca año tras año.

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Conclusión

Mientras las hojas de tabaco empiezan su viaje a la Republica Dominicana, los trabajadores comienzan a prepararse para dejar las fincas. En su mayoría, los puertorriqueños regresan a la Isla, mientras que los mexicanos y jamaiquinos emprenden viaje a alguna otra zona rural del noreste en busca de contratos que les proporcionen más ingresos.

Los campos yacen a la distancia, baldíos, lo mismo que los graneros, y las barracas donde vivían casi en condición de hacinados los trabajadores, están abandonadas. Un nuevo ciclo de siembra, cosecha, y explotación comenzará en mayo del próximo año.

   

En muchos casos, dicho retorno implica exponerse a grandes penurias con el fin de ser percibidos por sus empleadores como estoicos y esforzados trabajadores. Estas penurias pueden incluir sometimiento a labores peligrosas, aceptación de abusos verbales, y otros malos tratos por parte del patrón. Franklin, un trabajador jamaiquino de la ciudad capital Kingston, nos comentó al respecto: “Nuestro trabajo involucra mucho riesgo, porque uno tiene que lidear con muchos químicos en los campos”. Manuel de Ponce, Puerto Rico, dijo, “en esta finca he notado que falta el agua pa’ tomar… En los fields [campos] no he visto el agua pa’riba y pa’bajo. Eso es esencial, una cosa que sea pa’ lavarte las manos o pa’ poder comer. Sobretodo con ese químico…No sé cómo bregue el de acá [el patrón de la finca en cuestión], pero por lo menos el de allá [el de otra finca] te daba una cosita adicional pa’ protegerte…”.

 

Por su parte, George también de Jamaica y originario de Santa Elizabeth, añadió: “La cosa que yo encuentro más riesgosa es exponerse al calor del sol, a una temperatura que a veces puede alcanzar los noventa grados Fahrenheit (cuarenta grados Celsius). Pero a veces hay tormentas de truenos y relámpagos, y quedaron los trabajadores media hora en los campos hasta que salimos. Para mí, es peligroso”. No obstante, “el que no arriesga no gana”, es el “lema” común que subyace en todos los peligros e irregularidades que la jornada laboral depara. Estos, “son terribles, y nos afectan tremendamente”, sostuvo Carlton, originario de Santa Elizabeth, Jamaica, “pero si pensamos bien, venimos y estamos aquí por una razón y tenemos que aceptar ciertas cosas”, concluyó.

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