Nuno Godolphim.


Estas fotos forman parte del corpus de una exposición que documenta los 10 años de la popularización del viejo centro de Santiago de Chile, trayendo consigo un panorama de la evolución del comportamiento urbano de esta región desde el final del gobierno de Pinochet hasta la llegada del nuevo milenio.

Diversos motivos me llevaron a ser un viajero de pasada por Santiago de Chile: familia, estudios, trabajo.... Al final de los años ’80 y en el trascurso de los ’90 del siglo pasado, tuve la oportunidad de caminar muchas veces por el viejo centro de Santiago, con una máquina fotográfica en la mano y sin ninguna idea en la cabeza, que no fuese estirar las piernas, tomar café y nectars en los bares que encontrara; doblar esquinas y comer mote con huesillo. Seguir caminos por mi desconocidos por el simple placer de ver a donde voy a ir a parar. Conversando con todo tipo de gente con la cual “chocaba”, fui creando una particular inclinación por el lado viejo de la ciudad.

 

Lugares llenos de piernas ( o personas ) y autos atochados, una disputa cuerpo a cuerpo contra el reloj, y otros tan calmados como si estuviesen perdidos en el tiempo y en el espacio.

Esta experiencia descomprometida, me proporcionó conocer y reconocer una variada gama de personajes que de una u otra forma permanecieron afuera del crecimiento económico tan aclamados por los sectores de la economía chilena, latinoamericana y mundial. Viejos, jóvenes, mendigos, trabajadores, desocupados, ambulantes, desempleados, locos, religiosos: callejeros ..... gente que se fue acumulando por las calles y por las plazas del viejo centro de Santiago, en busca de dinero, sombra, sol, abrigo y compañía; en busca de un espacio dentro de la invisibilidad inestable del ir y venir de las calles.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Santiago: Hasta el Centro por el Borde.


Esta exposición documenta 10 años de ocupación callejera en el centro de Santiago de Chile, trayendo un panorama de la evolución del comportamiento urbano de esta región desde el final del gobierno de Pinochet hasta el cambio de milenio.

Al final de los años de plomo las calles del centro viejo de Santiago eran lugares de paso para la masa de transeúntes. Era tolerada la presencia vigilada de locos, ciegos y desvalidos, gente que no tenía donde ir y por misericordia tenía “derecho” de quedarse en la calle. Un comercio informal en torno al Mercado Central de Mapocho, las iglesias y las estaciones de buses y metro, resistió por la tradición de los puntos. El hecho de tocar un instrumento musical en la calle por algunas monedas podía llevar a su practicante a la cárcel. La calle era controlada. No era permitida aglomeraciones, salvo en lugares de excepción, como la Plaza de Armas, donde la expresión artística popular era permitida.



Autor: Nuno Godolphim
Licenciado en Antropología en la Universidad de Chile.

e -mail: nunotrix@matrix.com.br









Revista Chilena de Antropología Visual - número 4 - Santiago, julio 2004 -
179/199 pp. - ISSN 0718-876x.
Rev. chil. antropol. vis.



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En los finales de los años del plomo las calles del viejo centro de Santiago, eran locales de pasada para la masa de transeúntes. Era tolerada o mas bien vigilada la presencia de locos, ciegos e inválidos, gente que no tenia a donde ir y por misericordia tenia derecho de estar en las calles. Un comercio informal a la vuelta del Mercado Central – Mapocho, de las iglesias y de las estaciones de bus y metro, que resistió debido a la tradición de esos puntos. El hecho de tocar un instrumento musical en la calle por algunas monedas podría llevar a su ejecutante a la cárcel. La calle era controlada. No estaban permitidas las manifestaciones ( aglomeraciones ), a excepción en algunos lugares, como la Plaza de Armas, en donde la expresión artística y popular era permitida.

En el transcurso de los años, con el establecimiento del régimen democrático, los desempleados y desocupados paulatinamente pasan a crecer en numero, circulando y ocupando espacios de las calles, por los bares y caminos.

 

Varios tipos de vendedores de cachureos, de cosas pequeñas, revistas viejas y cosas aparentemente sin valor comienzan a instalarse por las calles marginales, al borde del centro.

El tiempo pasa rápido y al final de los ’90 esta popularización se multiplica, aparte de los viejos personajes surgen puestos ( kioscos ) de productos importados, cartoneros, cargadores, mendigos, limosneros y un nuevo grupo de gente callejera recomponen el paisaje del viejo centro de Santiago. Todavía se mantiene la sobriedad de siempre, en el estilo de la arquitectura de la ciudad, el nuevo paisaje humano refleja una realidad tercermundista que antes pasaba desapercibida.

Las fotos, casi siempre están mediadas por una intención de aproximación, van del puro documental - casual, al retrato conquistado y consentido. El uso abusivo de los lentes angulares acaban por revelar la intención de contextualizar al “hombre” en su medio ambiente urbano.

No es un trabajo típico de la antropología visual, pues se trata antes del acto sistemático de fotografiar las personas por los alrededores del centro de Santiago, caminando desde Mapocho hasta Santo Domingo, de la Panamericana hasta Plaza Italia, un libre deambular descubriendo lugares, paisajes y encontrando esta gente de la calle, que en su cotidiana existencia ocupa un espacio en el paisaje urbano del antiguo centro de Santiago. La situación del viajero, no permite que exista la convivencia y la interacción necesaria con las personas fotografiadas, para que se realice una descripción mas densa de ellas, que no fuese solamente la fotográfica.

De hecho la totalidad de las imágenes parece remitirnos a un corte desde una visión mas sociológica. Mirando en retrospectiva el conjunto de fotos que registran estos paseos, ellas sugieren una especie de crónica sobre esta popularización, una crónica que apunta hacia los limites del neoliberalismo en la América Latina, pues retrata una popularización que de una u otra forma, está al margen de este crecimiento económico marcado por la desigualdad.

 

El conjunto de las fotografías retrata este proceso. Durante diez años fueron utilizadas centenares de fotos, de esas se seleccionaron inicialmente 36 para dar cuenta de este universo. La disposición del material sigue un orden entre lo cronológico y lo periférico, reflejando la recurrencia de los caminos que tome durante todo este trabajo. Bajo este sentido divide el material en 4 ( axiomas ) temas:

-Patiperro por las calles: Fotos captadas por los diversos caminos que constituían las cartografía social del trabajo.
-Las armas del pueblo de la Plaza de Armas: Imágenes registradas en las cercanías de la plaza, que retratan el principal espacio establecido para las manifestaciones populares.
-Mirando el Mapocho: Fotos captadas alrededor del Mercado Central-Mapocho, presentando el ambiente tradicional del mercado central de Santiago, local de residencia de la cultura popular chilena.
-Por tomarse el presente: Imágenes finales que presentan los nuevos personajes de la escena urbana santiaguina.

Si juntamos algunas informaciones sobre la economía chilena del periodo, veremos que Chile, tuvo en el inicio de la década del ’90 como un ejemplo de economía bien encausada, inmediatamente después del gobierno de Pinochet, llegó en el correr de los años a tener un índice de desigualdad social comparable a la de Brasil, siendo esta una de las peores de América Latina.

En cierta forma, se puede decir que esta exposición, más que un ensayo sociológico sobre la sociabilidad urbana, es una reflexión critica en fotografía sobre el neoliberalismo en la América Latina, que puede ser sintetizada en la foto del cartel, donde el ciego toca la guitarra delante de la fachada de un banco. Cuando la foto se diseñó fue como si la población pobre, la clase media y el capital internacional evidenciasen de forma sutil su peculiar jerarquía.

Todavía si se pueda profundizar en este corte critico y sociológico, buscar los datos que “comprueben la tesis”, el conjunto de estas fotos no se limita al ejercicio científico, al contrario.

 

La discursividad de las fotografías trasciende a los limites de lo académico al tocar la existencia de estos seres humanos.

Lo que nos trae la exposición Santiago: hasta el centro por el borde, es el registro sistemático de la silueta viva de los personajes que dieron vida y sabor al paisaje urbano del centro de Santiago en un determinado periodo. En el fondo son apenas, fotos de gente simple, un mirar torcido, distorsionados por las orillas voraces de un lente angular, con toda la fuerza y la franqueza que ellas tienen.


 

 



Conocí Santiago en Diciembre de 1988, algunos meses después el pueblo chileno dice “NO” a la dictadura de Pinochet. Por diez años tuve la oportunidad de acompañar la evolución del proceso democrático chileno.
 
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Al comienzo mi mirada se detuvo en los variados tonos grises del viejo centro de Santiago.

 

Acto seguido, me vi caminando y fotografiando, patiperro por las calles, como dicen los chilenos.

Me llamaba la atención el episodio de estas calles, tan llenas de gente,....

 


.... no se constituían en un espacio de convivencia y sociabilidad.





En poco tiempo descubrí que los años de dictadura transformaron las calles en un mero lugar de pasada.
 


Manifestaciones, aglomeraciones y reuniones de cualquier tipo no eran permitidas.
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A penas los inválidos y algunos locos de la calle....




 

... gente que no tenia a donde ir, era tolerada, por piedad, en los paseos públicos.




Esta popularización excluida del proceso productivo, se veía al margen del rápido crecimiento económico chileno. A ella restaban pocas alternativas ante un parque productivo creciente.
 

La población marginada era vigilada y apartada de los espacios públicos del centro. Salvo en algunas excepciones, obtener el sustento por las calles del centro de Santiago era motivo de represión.
En esta época, en la que el “golpe” todavía no se asimilaba y “pagaba” completamente, Chile era considerado un ejemplo bien aprobado de economía neoliberal, a ser seguido por los otros países de América Latina.

 

En tanto, este modelo económico generó niveles de desigualdad social similares al brasilero ( el mayor de América Latina de entonces ).


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Había también lugares de excepción.....

 


.... refugios para la expresión artística popular,....
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...o simples puntos de parada y descanso.


 
El principal de ellos era la Plaza de Armas.


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Sobre su centro y alrededor de el.....


 

... podemos encontrar una síntesis de la cultura del pueblo chileno.



De la misma forma las iglesias y los mercados resisten como centros de la convivencia y sociabilidad, por la fuerza de la tradición.

 


El mercado Central-Mapocho es un caso a parte.

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Existe el espacio y el tiempo para “el chiste” ....


 
..... y para “los mariscales”.




En el, las personas comen y compran, ríen y lloran.
 


En fin, son más sueltas y espontáneas.
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Con el correr de los años de la democracia, y la cicatrización de las heridas de la dictadura,....
 


..... la población marginada pasa a ocupar paulatinamente ...

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.... los “vacíos” ( huecos ) de las calles publicas.....


 
.... en busca de alternativas de sustento,.....


..... trayendo elementos nuevos para esta pasada urbana.
 
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