Christian Baez & Peter Mason


INTRODUCCION: LO VISUAL EN LA EDAD DEL HIERR0

Ya en el siglo XVI lo sabían: los misioneros que querían comunicar su fe a los indígenas americanos se veían obligados a hacerlo valiéndose de catecismos pictográficos. Mientras que -con pocas excepciones- los catecismos europeos dependían de la letra impresa para enseñar la doctrina cristiana a sus catecúmenos hasta finales del siglo XIX, en América del Sur se utilizaba una especie de viñetas religiosas para superar las dificultades ocasionadas por las barreras lingüísticas, mentales y culturales.

Hoy día, algo de este menosprecio con respecto al pueblo humilde que no sabe leer -o, mejor dicho, que mira en lugar de leer- ha contagiado a las investigaciones sobre lo visual en sus dimensiones culturales e históricas. A menudo la imagen es considerada como algo secundario, de rango inferior, dependiente de un texto (o, en su forma más de moda, de un 'discurso'), con valor meramente ilustrativo.

 

 

Y los que se dedican al análisis de imágenes son considerados analfabetos, si no imbéciles. Por supuesto, no podemos excluir esta posibilidad en algunos casos.

Sin embargo, en general los que estudiamos las imágenes - en otro contexto se ha hablado sobre las vidas de las imágenes, utilizando la palabra 'vidas' literalmente- reconocemos la imposibilidad de no hacer caso de la palabra escrita o impresa. No obstante, cuando excavamos imágenes ocultas en yacimientos distintos y las confrontamos entre sí, tratamos de destacar el rol que han desempeñado y siguen desempeñando, a veces predominantemente, dentro de un campo de investigación específico. En el caso presente, el campo de investigación es bien delimitado y casi infinito a la vez: se trata de un acontecimiento histórico que tuvo lugar en Europa en el año 1889, a la vez que de un fenómeno mundial - la muestra (in)humana - de larga data.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Detrás de la Imagen. Los Selk’nam Exhibidos en Europa en 1889.



En 1889, once indígenas selk’nam de Tierra del Fuego fueron llevados a Europa para ser exhibidos en diferentes lugares. Londres, Bruselas y, al parecer, París fue el itinerario de la muestra, la que termina con un conflicto a nivel diplomático y humanitario entre la South American Missionary Society, La Embajada de Chile en Francia y el Consulado chileno en Londres.

Tres fotografías son el eje fundacional de la metodología de trabajo de este tema. Quizás, el tema de los zoológicos humanos coloniales europeos del siglo XIX son el dramático pretexto para explorar las diversas interpretaciones de las imágenes fijas. Sin embargo, estas fotografías pertenecen a los únicos vestigios de este viaje forzado y se constituyen en fragmentos dispersos de una historia muy poco explorada.



Autor: Christian Báez & Peter Mason
Fondecyt n°1030979

e -mail: baez_1968@hotmail.com, mason@xs4all.nl





Revista Chilena de Antropología Visual - número 4 - Santiago, julio 2004 -
253/267 pp. - ISSN 0718-876x.
Rev. chil. antropol. vis.



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En la última lámina de una serie de murales de catequesis -obra de Juan Llimon, nativo de Barcelona (1860-1926)-, sacada de la primera edición del año 1913, vemos un hercúleo ángel metalúrgico, que alza un martillo con el que se apresta a golpear un gigantesco remache de hierro; de esta forma cierra definitivamente la boca del infierno. Todavía no lo está del todo, y, a pesar de la puerta que la bloquea, salen aún unas pequeñas columnas de humo que se extinguirán cuando el atlético querubín termine su función.

Es la época de la "arquitectura del hierro", que tiene como máximo exponente a Gustavo Eiffel. Siguiendo sus trazos numerosos edificios con las más diversas funciones, disponían de estructuras de hierro unidas con tornillos o con remaches. La colección de láminas para la catequesis no se pudo abstraer a su época, y aquí aparece reflejada. La época de la "arquitectura del hierro" fascinó también a Walter Benjamin. En un ensayo, 'El anillo de Saturno', de 1928/29, escribió: 'Esa época heroica de la tecnología encontró su monumento en la incomparable Torre Eiffel, de la cual el primer historiador de la construcción en hierro escribió:
 
"Así, el poder plástico de modelar cede a un vano enorme de energía espiritual. [...] Cada una de las 12.000 guarniciones, cada uno de los 2.5 millón de remaches, es trabajado a máquina con una precisión de milímetro. [...] En este sitio de construcción, no se oye el sonido del cincel que libera forma de piedra; aquí, el pensar predomina sobre el poder muscular, lo que se transmite a través de grúas y andamiada sólida".

Podemos encontrar reflexiones de la época del hierro también en Chile, por ejemplo, en la catedral de San Marcos en Arica, obra de Gustave Eiffel et Cie, prefabricada íntegramente en hierro, sus muros y cielos están revestidos en planchas metálicas con molduras estampadas. Sin embargo, la obra icónica de Eiffel es la torre que elevó en París para la Exposición Universal de 1889 celebrada para conmemorar cien años de igualdad, libertad y fraternidad. Y es a la sombra de ese monumento al progreso que tuvo lugar la muestra de indígenas de Tierra del Fuego quienes fueron llevados a Europa para ser exhibidos en diferentes ciudades.
La fotografía 1 en cuestión es un “vestigio” de una contexto mucho mayor. Esta imagen nos va a permitir tratar de realizar el trabajo del paleontólogo que reconstruye animales a partir de pequeños fragmento conservados, algo así como el dicho “por la garra se conoce al león”. No hablaremos de ella en términos de su propia vida, de su número de publicaciones o de sus recontextualizaciones, sino que abordaremos lo que trasmiten los fotografiados y la dramática historia que hay detrás de la imagen.

En la imagen vemos a un señor vestido con traje occidental, con una especie de fusta o bastón para domar bestias en su mano derecha, y a su izquierda 10 personajes semi-cubiertos con pieles, collares y un arco.

 

 
Estamos en condiciones de señalar que el hombre de la izquierda es Maurice Maître y el resto de las personas son los selk’nam que este empresario llevó a Europa en 1889. Podríamos hablar sobre la imagen en cuestión, señalando la diferencias de sus trajes en relación a las indumentarias y los accesorios de la civilización y la barbarie, la fusta o el látigo como señal de domesticación de las bestias (ver, por ejemplo, el perro durmiendo a los pies de Maître), la domesticación, también, de este “Otro” salvaje, etc.

Sin embargo, la intención de este trabajo es volver a amarrar la imagen a su propia historia, tratar de reconstruir el animal ya fragmentado, en palabras del ya citado paleontólogo.

Tomando en cuenta la “subjetividad” de la imagen, Julius Popper amarró esta imagen al texto que los hacía estar presentes en París el año 1889, para ser exhibidos en la gran exposición conmemorativa de los 100 años de la Revolución Francesa “encadenados como tigres de bengala”.

Existe, entonces, la necesidad de contrastar esta aseveración con otras fuentes u otros vestigios que ayuden a la reconstrucción del animal (prensa, artículos en revistas especializadas de la época, epistolario diplomático, etc.). Sin embargo, partamos de alguna certeza, es imposible obviar la presencia de estos personajes en un momento determinado. Aunque la imagen es muda, no nos da información, ellos estuvieron allí, en palabras de R. Barthes.

Lo importante es entender que este tipo de imágenes no son aisladas, sino que son parte de una cultura, de un momento determinado donde la idea de las muestras humanas en diferentes zoológicos en Europa era un éxito comercial y científico. Quizás ahora nos parecen terribles estas imágenes, pero ¿no es similar la exposición de mujeres exóticas en las vitrinas de los burdeles de Amsterdam? ¿no se paralizó el centro de Santiago cuando una bella muchacha habitaba una casa de vidrio a menos de una cuadra de la casa de gobierno? ¿y los reality shows de la televisión actual?.

 
LA FRAGMENTACIÓN DE LA FRAGMENTACIÓN: LA INVENCIÓN DEL VESTIGIO

“Los dos niños fueguinos onas J. Luis Calafacte y José Fueguinos cuando fueron a la exposición de Paris de 1889” reza la etiqueta de esta imagen, sin embargo, cual photoshop moderno, estos dos niños han sido recortados de la fotografía n°1 y se ha compuesto una “inmunidad transitoria de la realidad”, es decir se ha camuflado una acción y se le han agregado elementos que la trasforman en otra muy distinta: los troncos reemplazan a las dos personas originales y el pasto y el telón de fondo insertan a estos dos niños en un paisaje natural, en vez del artificial del estudio. Al vestigio original, se agrega este nuevo inventado, con nombre y apellido. Por lo menos ya sabemos que son selk’nam y las variadas etiquetas e inscripciones de esta misma fotografía coinciden en que se trata de aquellos llevados a Europa para ser exhibidos.

¿Con qué finalidad se habrá compuesto esta imagen? (pregunta sin respuesta, por el momento): ya no estamos tomando en cuenta siquiera el papel o las intenciones del fotógrafo, sino de un segundo interventor que es quien recorta la imagen y compone esta nueva. También le da identidad grupal e individual a los protagonistas de la imagen.

CALAFATE HA VUELTO

Una tercera imagen de la serie, aún mas enigmática que la anterior, componen esta trilogía: se supone que es “José L. M. Calafate diez años después en la Misión Salesiana de Río Grande”: Nuevamente el recorte de un personaje sobre puesto en este paisaje de troncos, ramas y follaje: aquí es muy importante la etiqueta por tres motivos: Asegura que es el mismo Calafate sobreviviente de la expedición europea, lo ubica en un lugar específico de residencia y destaca la labor evangelizadora y civilizadora de la congregación salesiana.
 

Al respecto rescatamos la biografía de este personaje aparecida en El Magallanes (28 de abril de 1895, n°69): fue entregado a los salesianos cuando tenía 12 ó 13 años para educarlo (1890, tal vez a su vuelta de Europa) con el fin de “...demostrar los cambios admirables que la educación puede operar en un salvaje”. Fue portero, ayudante de sacristán, se confesaba, aprendió muy bien el español. En fin “Era Calafate un muchacho mui [sic] simpático que se hacía querer por su afabilidad y su aspecto, ya completamente transformado por la nueva vida. Iba bien vestido y calzado. En suma, ya nadie dudaba que era un indio salvaje ganado por los trabajos de la civilización, que podría llegar a ser un valioso elemento para inducir a otros indios a cambiar su vida errante y primitiva”. La fotografía es un comprobante de ello, en este sentido esta tercera imagen actúa como el certificado de la obra civilizadora de la misión.





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LA VIDA DE LOS SELK’NAM EN EUROPA

No existe claridad sobre los acontecimientos exactos después de la muestra en París. Según Martin Gusinde, el empresario Maurice Maître llevó a los nueve sobrevivientes del grupo a Londres, donde fueron exhibidos en al Acuario de Westminster. Su dieta consistía en la misma que en supuesta estadía en París: carne de caballo y pescado, ambas carnes crudas, con el fin de hacer resaltar la supuesta ferocidad de estos indígenas y sugerir tangencialmente sus costumbres caníbales. La Pall Mall Gazette del 23 de enero 1890 comentó que “durante algún tiempo sus costumbres salvajes eran el tema de las conversaciones en la metrópoli”. Cuando una de las mujeres de enfermó, Maître la abandonó en Londres. La enfermera quien la trataba en el hospital de la Unión de San Jorge, donde murió el 21 de enero, describió su condición en los siguientes términos:

“Cuando se le admitió al hospital no tenía más que una vieja alfombra atada como una manta, una cinta, y un par de pantuños de cuerda. No tenía ningún otro pedazo de ropa de cualquier tipo.

 

 
Era muy sucia, envuelta en capas la inmundicia, y resistió a ser lavada con cada sonido y gesto que podía hacer. El hedor de su cuerpo era horrible”.




El médico, un tal doctor Webster, informó a un representante de la Sociedad Misionera Sudamericana sobre el caso. Comentó lo siguiente:

“Yo lo considero un escándalo que se permite que estas pobres criaturas sean sacadas de su patria y llevadas a este país, donde es casi seguro que se enfermarán”.





La South American Missionary Society trató de contactar a los directores del Acuario de Westminster, a Maître y a las autoridades chilenas en Inglaterra, pero estos intentos fueron en vano.

Maître alegó que sus acciones eran legítimas puesto que los selk’nam no eran ingleses, no se encontraban bajo la protección de la Sociedad Misionera, y que se habían asociados voluntariamente. Pero cuando los ministerios de Relaciones Extranjeras y de Gobernación empezaron que tomar un interés por el asunto, Maître decidió huir con el resto de sus cautivos a Bruselas.

Gracias a varios documentos belgas, estamos más o menos informados sobre los quehaceres de los selk’nam en la metrópoli belga. Un diario de Bruselas, por ejemplo, nos proporciona la siguiente información: “Una compañía de los antropófagos en Petits-Carmes - Sr. Le Jeune, Ministro de Justicia, ordenó el lunes que se detenga la compañía de antropófagos que se exhibía en el Musée Castan. Los malafortunados onas están en este momento encarcelados en la cárcel Petits-Carmes como sujetos extranjeros sin recursos. Es conforme a la petición del gobierno inglés que el Ministro de Justicia ha tomado esta decisión. Aparentemente estos indios fueron capturados en territorio inglés en Tierra del Fuego y embarcados a la fuerza en un barco francés.

 

Uno de ellos fue matado en el acto de defenderse. Los indios fueron exhibidos primero en Londres, y la policía inglesa estaba al punto de enterarse sobre los hechos relacionados con la captura de estos pobres hombres cuando fueron enviados a Bruselas”.

Había siete selk’nam en Petits-Carmes, es decir cuatro menos que los once capturados en Tierra del Fuego. Los que estaban en la cárcel de Bruselas eran un hombre, tres mujeres y tres niños. No tenían ninguna herramienta o instrumento, aunque seguramente sabían utilizar el arco y la lanza. Llevaban harapos y andaban descalzos en la nieve. Este último detalle resulta menos sorprendente si consideramos que los selk’nam estaban acostumbrados a caminar en la nieve, como se ve en las fotos de la ceremonia del Hain sacadas por Martin Gusinde.

 

 

Otro testimonio de la presencia de los selk’nam en Bruselas es la etiqueta de una expediente de la Sección de Extranjeros de la policía de Bruselas; aunque el archivo mismo está vacío, la etiqueta lleva las palabras: ‘Compañía de Onas exhibididos en febrero 1890 en el Musée du Nord y quienes han sido devueltos a Inglaterra’.

El ambiente en que los selk’nam fueron exhibidos no fue ni el de un jardín zoológico ni una exposición industrial. Tanto el Musée du Nord como el Musée Castan estaban localizados en el callejón du Nord en la metrópoli belga. El Musée du Nord, establecido en 1877, ofrecía una variedad de atracciones, incluyendo aparatos eléctricos y mecánicos, un Théâtre Bébé, donde los niños y enanos presentaban farsas y pantomimas, y una Salle des Fêtes, donde se presentaban las funciones de variedades. El Musée Castan, que fue trasladado al mismo callejón en 1888, ofrecía una gama similar de actos: figuras de cera, marionetas, bailarines exóticos, ilusionistas y otros espectáculos.


 
Las atracciones del año 1890, el mismo en que fueron mostrados los selk’nam, incluyeron a unos bailarines españoles, a ‘la hermosa Fátima y su compañía morisca’, a las ‘amazonas’ de Dahomey y a los aztecas.

La estadía de la compañía selk’nam en estos establecimientos, de toda manera, debe haber sido muy breve, dado que estaban todavía en Londres hasta por lo menos el 21 de enero (fecha de la muerte de una mujer selk’nam) y el 6 de febrero ya estaban en la cárcel en Bruselas. Fueron remplazados en el Musée Castan por diez nativos de la isla de Samoa, que jugaron billar, cantaron y bailaron. Obviamente, la presentación de estos grupos humanos no europeos en el contexto de una función de variedad fue diseñada sobre todo para satisfacer a la demanda popular de lo sensacional.
Las reacciones frente al fenómeno de la muestra humana en Bruselas fueron varias. En cuanto a los académicos, la Société d’Anthropologie de Bruselas se interesó por las actividades de los teatros en la metrópoli belga.
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Conciente que la situación era delicada, Antúnez le escribió al cónsul chileno en Londres, Juan de la Cruz Cerda, dándole a conocer la situación de este grupo de selk´nam y la preocupación de la South American Missionary Society. “Usted se impondrá de ellos, y procurará si ellos es posible, y en forma extraoficial, obtener la repatriación de esos desgraciados cuya situación se pinta como mui [sic] triste y aflictiva”. ¿Por qué solicitar al cónsul tratar el tema de manera “extraoficial”?. Una de las primeras inquietudes del presente caso.

De esta manera, Juan de la Cruz Cerda inició las averiguaciones respecto al origen territorial de los indígenas y la forma en que salieron de la Tierra del Fuego, obteniendo un revelador testimonio: un empleado y socio a la vez de Maître era oriundo de Valparaíso (Ismael F. Lecourt C), los indígenas habían sido tomados “por propio consentimiento” y que el permiso verbal para embarcarlos a Europa había sido dado por Lautaro Navarro, gobernador subrrogante de Punta Arenas. Por otra parte, no se podía determinar el lugar de origen de estos indígenas.

 
El tema de la exhibición de los selk’nam en Londres estaba escapando de las manos de las autoridades chilenas. La South American Missionary Society delegó en Juan de la Cruz Cerda la responsabilidad de poner este caso ante la “justicia ordinaria” inglesa o el “Departamento de Relaciones Esteriores”, ante la negativa de Maurice Maître y el administrador del Royal Aquarium, el Sr. Moleswortts, de responder las cartas que la propia sociedad misionera les envió. A su vez, el propio cónsul delegó la responsabilidad en Carlos Antúnez solicitando la intervención de la “policía secreta” londinense.

La paciencia de la South American Missionary Society ya se estaba agotando y amenazó a las autoridades chilenas con llevar el caso a la prensa. Aparte de los factores humanitarios y contar con el apoyo de la opinión pública, aseguraban que los indígenas exhibidos eran chilenos.

 

Sin embargo, en nombre de la Sociedad Antropológica e Histórica de Berlín y del empresario alemán Karl Hagenbeck jr. (fundador de las muestras antropozoológicas en Europa), el Ministro del Imperio Germánico en Chile, Federico von Gülich, solicitó formalmente al estado chileno, la autorización para trasladar a Europa “patagones”, “habitantes de la Tierra del Fuego” y “Araucanos”. Las razones esgrimidas fueron de carácter científico y aseguraba que se procederá de un “modo que no ofenda el decoro ni la dignidad”.

Se aprobó el proyecto por parte del estado chileno, lo que Von Gülich interpretó como una muestra de la marcha de la República chilena “....a la frente de la civilizacion en las vastas rejiones de la América española”. Es precisamente esta autorización lo que explica el por qué no se puede llamar secuestros propiamente tales a la salida de grupos indígenas de territorio chileno, ya que contaban con la aprobación del estado chileno.

 
Volvamos al caso de los selk’nam de 1889. El día 26 de octubre de 1889, la South American Missionary Society con sede en Londres, envió una carta a la Legación de Chile en Francia, protestando por la exhibición de nativos de Tierra del Fuego que se estaba llevando a cabo en el Royal Aquarium de Westminster de la capital inglesa. El ya citado Maurice Maître apareció como el responsable de dicha muestra y en esta comunicación se adjuntó el intercambio epistolar entre el empresario y la sociedad misionera.

La respuesta no se hizo esperar. Aunque Carlos Antúnez aseguró que por razones “humanitarias” y en razón a los “derechos violentado de las personas exhibidas” tomaría cartas en el asunto, habría que ver de qué lugar exacto de las isla son originarios, para así asegurar una “intervención oficial” del gobierno chileno. Es decir, precisar la nacionalidad de los indígenas.

Por ejemplo, E. Houzé presentó un informe sobre los hottentot del Musée du Nord a la Sociedad, aunque añadió que “es una muestra banal sin valor científico”. No obstante, a pesar de la falta de valor científico de las muestras en el Musée du Nord, el próximo número del boletín de la Sociedad incluía un artículo sobre una conferencia que el mismo Houzé había dado sobre el grupo de nativos de Samoa en el Musée Castan.

La brevedad de la presencia de los selk’nam en dicho lugar significó que a la Sociedad le faltó tiempo para visitarlos en el Musée antes de su encarcelación. Sin embargo, fueron visitados en la cárcel por un miembro de la Sociedad, V. Jacques, quien había esperado poder organizar una sesión para la Sociedad en el Musée du Nord antes de recibir las noticias sobre su paradero en Petits-Carmes. Las condiciones en la cárcel no le permitieron tomar las mediciones antropométricas tan privilegiadas por los antropólogos de la época como el Príncipe Roland Bonaparte. Pero el fin tan prematuro del espectáculo no fue del gusto de todos.

 
En los boletines de la policía de Bruselas se leen quejas de que, si tales eventos fuesen prohibidos en la capital belga, se perdería su rol como metrópoli cultural equivalente a sus similares europeas.

REPERCUSIONES DEL CASO EN LAS AUTORIDADES CHILENAS

En febrero de 1878 se puede certificar el primer intento por sacar indígenas de la región austral de Chile con destino a Europa. Los indígenas aludidos pertenecían a la etnia kawésqar y su destino era Alemania. El gobernador de Punta Arenas de la época, Carlos Wood Arellano, impidió este “secuestro” aludiendo lo siguiente: “Esta medida la adopté también para cortar desde luego empresas, que a mi juicio, no son otra cosa que especulaciones interesadas, en las cuales se juega la vida de estos desgraciados”.


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Para la legación chilena en París, este último punto era de vital importancia. Junto con saber con seguridad si los indígenas habían sido forzados a viajar a Europa, el tema de la nacionalidad de los mencionados permitiría la intervención de la legación de manera oficial.

El asunto se complicó aún más, luego de las comunicaciones entre el cónsul chileno en Bélgica, A. Allard, y Carlos Antúnez. El primero señaló que los indígenas venían de la Bahía de San Sebastián, lado argentino de la Tierra del Fuego. A estas alturas la confusión era tan tal, que incluso llegó a mencionar que era imposible determinar si eran chilenos o araucanos. Además, para completar el cuadro, si los indígenas fueran de territorio chileno, no podría hacer nada, ya que no disponía de los fondos suficientes.

 
La intervención del “Foreign Office” inglés logró resolver el conflicto a mediados del mes de febrero de 1890, resolviendo que los indígenas exhibido en Londres, y a estas alturas también en Bruselas y posteriormente detenidos en la prisión de Petits-Carmes, eran chilenos.

Maître y la tropa de maltrechos selk’nam vuelven a Inglaterra y esto últimos son abandonado a su suerte en el puerto de Dover. Por encargo del propio Carlos Antúnez, los siete indígenas que quedaban son embarcados el 18 de febrero de 1890 en el vapor “Orotaba” con destino a Punta Arenas, con instrucciones muy precisas dirigidas al gobernador de Magallanes, para que se haga cargo de ellos. “Mande fueguinos por primer vapor via Liverpool empleando Lecourt - Antúnez”, fue la urgente nota telegráfica dirigida a Emilio Orrego Luco, secretario de la Legación de Chile en Gran Bretaña.
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Sin embargo, uno de ellos decidió quedarse con el empleado de Maître, Ismael Lecourt, en Europa. Ante esta circunstancia, “El Señor Secretario de la legacion en Londres me avisa hoy que se ocupa de hacer firmar un acta comprometiendose a cuidar del muchacho, a no imponerle trabajo superior a sus fuerzas, a no exhibirlo en parte alguna, a no disponer de él sin permiso escrito del Señor Consul Jeneral en Londres y finalmente a someterse respecto de el a lo que el Supremo Gobierno determine”, informó Carlos Antúnez al ministro de relaciones exteriores de Chile.

De los once selk’nam llevados Europa, volvieron seis. El costo de los pasajes en tercera clase fue de 42.15 libras, quedando pendiente cubrir los gastos de los pasajes de tierra y de los trámites realizados en Londres.

 
PALABRAS FINALES ... POR EL MOMENTO

Esta cirugía de la fotografía en cuestión, da pie para la comprobación de sugerentes formas de analizar las imágenes. Nos dan acceso a las visiones de mundo de un momento determinado de la humanidad (los zoológicos humanos europeos), son testimonio de un contexto o un conjunto de contextos y de las intenciones del creador de la imagen y de sus interventores posteriores, nos obliga a leer entre líneas y buscar en los detalles, más que en lo evidente los por qué, cuándo y cómo. Pero también, esta fría y microscópica obsesión no puede estar ajena al drama y al dolor de los que en esa imagen en particular estuvieron. Dicen que fueron 11, en la foto hay 10 y sólo regresaron 6.

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BIBLIOGRAFÍA

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Gusinde, Martin. Los Indios de Tierra del Fuego, Tomo I, Los Selk’nam. Centro Argentino de Etnología Americana, 1982.
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Fuentes Documentales

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Cartas Ministerio de Relaciones Exteriores Gobernación de Magallanes, Vol. 210. Archivo Nacional de Chile.
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Copiador de oficios de la legación de Chile en Francia a Ministerios Chilenos y otros, vol. 277. Archivo Nacional de Chile.

   
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