Carolina Franch, Samuel Linker
Nuestras
imágenes aspiran a traspasar lo vivido, evidenciar lo observado, escuchado,
presenciado, admirado. Objetivo nada sencillo si se piensa en la multiplicidad
de sensaciones que provocan las fiestas religiosas, las enormes contradicciones
que se expresan, que se sienten. Es por ello, que la única manera encontrada
por nosotros es mostrar una serie de fotos que sean capaces de dar cuenta
de las diversas facetas que esta fiesta encierra. Es, en estas fotos, donde comienza el viaje, se muestra una experiencia cargada
de impresiones fuertes y penetrantes, que intentamos traspasar al lector,
que ojalá se convierta en uno más de los presentes en la celebración, y no
nos abandone en el intento [...] no nos queda más que desearles un Buen Viaje!!
Una pequeña niña pastoreaba sus ovejas en el cerro
Cota cerca de Quillacollo, cuando se le apareció una mujer muy atrayente con
un niño en brazos. La niña conversó con ella y quedaron de encontrarse al
día siguiente. Esto sucedió durante varios días, por lo que ella decidió contárselo
a sus padres. No convencidos, sus padres y otras personas del pueblo la acompañaron
al cerro para comprobar lo que ella decía. A medida que se acercaban, ya se
podía ver a la mujer que esperaba con el niño en brazos. Al verla la niña
gritaba uruk piña, uruk piña (en quechua ya está en el cerro),
pero al llegar a la cima donde se encontrarían la mujer, esta había desaparecido
dejando su imagen marcada en la roca. Esta es la historia, que data desde el siglo XVIII,
y que da origen a la Fiesta de la Virgen de Urkupiña que se celebra cada 15
de agosto, donde participaban fundamentalmente campesinos con grandes tropas
de bailes, tinkus, bandas, sikuriadas, tarqueadas, diabladas y tantos más.