Introducción.
En este trabajo parto del supuesto de que las identidades étnicas
son un tipo especial de representación colectiva y que como tal,
deben materializarse en representaciones concretas que permitan a los
individuos comprender su sentido e incorporar su significado. Es a partir
de estos emblemas que se toma conciencia y se le da un contenido político
al hecho de pertenecer o sentirse parte de un grupo particular, la conciencia
étnica llevada a la práctica, es decir, la etnicidad (M.
Bartolomé, 1997: 62). En este proceso se tiende a hacer concreta
la experiencia de la identidad colectiva a partir de la selección,
construcción y utilización de diferentes íconos que
pasarían a representar a la colectividad étnica, de manera,
insisto, de reforzar su ser social y reproducir sus fines culturales.
En este sentido, cada pueblo o núcleo cultural buscaría
representarse a través de numerosas imágenes que darían
sentido a la experiencia colectiva. Como tales estas imágenes son
tomadas del amplio universo posible de elementos culturales que un determinado
pueblo tiene a su disposición, ya sea porque le han pertenecido
a su tronco de cultura autónoma durante mucho tiempo, ya sea porque han sido incorporados recientemente
e innovados o adaptados a partir de nuevos contextos culturales.
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Con
relación a los Mapuche, hoy en día, tanto por parte de las
personas que dicen pertenecer al pueblo Mapuche, como por parte los Winkas chilenos, se han representado muchos íconos que han pasado a ser
considerados como característicos de lo Mapuche, en el sentido
de ser elementos que de por sí, por su sola aparición independiente
del contexto, hacen referencia a su pertenencia. Y por lo general, estos
íconos han correspondido al ámbito de lo rural, lo cual
en nada sorprende, puesto que es precisamente desde ese ámbito
de donde lo Mapuche emerge en más clara representación.
Estas imágenes están asociadas por lo general al ambiente
reduccional o comunitario, y corresponden a elementos ya considerados
tradicionales, es decir, que ya desde hace mucho tiempo han pasado a considerarse
como pertenecientes al tronco de cultura autónoma Mapuche. Este
es el caso de los llamados Iconos Claves Culturales como el kultrún, la ruka, la trutruka, las fajas, las joyas de
plata; y los Iconos Claves Naturales como el Foki (Canelo), el Pewen (araucaria),
Degiñ (volcán) y Kopiú (Copihue), entre otros (P.
Mege: 2001). Insisto, la mayoría de estos íconos corresponden
a elementos tomados de la cotidianidad del ámbito rural y que son
convertidos en emblemas de la identidad étnica, elementos a través
de los cuales se está representando colectivamente el grupo.
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