A estos campos de análisis se podría sumar la utilidad de los formatos audiovisuales para el estudio del paralenguaje, a través del cual es posible abordar, desde el ámbito de la antropolingüística, el amplio conjunto de características no verbales de la voz, entre las que se encuentran las vocalizaciones y sonidos no lingüísticos, como la risa, el bostezo, el llanto, etc.; además de ciertas distorsiones e imperfecciones del habla, como pausas, repeticiones y silencios (Davis, 1993:67–122).
Finalmente, hay que hacer referencia a la utilidad de las entrevistas audiovisuales como herramientas de los estudios “profilmicos”, que exploran los aspectos preformátivos de comportamiento de los entrevistados en términos de representaciones culturales, que incluyen no sólo los testimonios de los sujetos, sino también aquellos elementos de postura, gestualidad y distancia (Guarini, 2007: 1-12).
Discursos audiovisuales y divulgación de la antropología
Finalmente, el cine y el vídeo constituyen medios efectivos para la construcción de discursos, sean estos presentaciones de resultados de investigación o documentos con contenido educativo, divulgativo, científico o de Antropología Aplicada, para una audiencia heterogénea (Rollwagen, 1995). Estos productos audiovisuales pueden contener múltiples identidades y lecturas (Lane, 1993; Mac Dougall, 1992), por lo cual es importante comprender que antes de realizar cualquier proyecto de investigación antropológica, que implique la realización de una película, el investigador–cineasta debe preguntarse entre otras cosas: “¿Por qué ponemos la cámara entre la gente?” (Rouch, 1975:116) y ¿para quién y con qué propósito se hace? (Moore, 1995:319).
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En la presentación de resultados de investigación, el cine y el vídeo pueden constituir medios de altísima efectividad frente a una audiencia, sea neófita o especializada. Un ejemplo cercano de esto lo constituye “El trabajo silencioso de la mujer añú” (1992), de Reina Taylhardat y Reina Rosales, película realizada como parte de una investigación antropológica. En esta realización se describen las condiciones socio-económicas de la mujer añú, mostrando sus diversas actividades en la vida cotidiana, las cuales son poco reconocidas por la sociedad.
Por su parte, desde el punto de vista educativo y divulgativo, el cine y el vídeo pueden constituirse en importantes archivos audiovisuales de aspectos sociales y culturales en acelerado cambio o en riesgo de desaparición. En este particular, es importante referir obras como “La Guajira, Historia”, de Manuel Mundó (1982) y “Reclaming the forest”, de Paul Henley (1986), las cuales combinan la presentación de aspectos etnográficos con el análisis de los cambios sufridos por diferentes pueblos indígenas y campesinos de nuestro país, como consecuencia de la privatización, explotación irracional de recursos, desiguales relaciones comerciales e inapropiadas políticas de “desarrollo”, entre otras causas.
Consecuentemente, el cine y el vídeo pueden fungir como herramientas para la enseñanza de las Ciencias Sociales en general, y de la Antropología en particular. Entre algunas de la producciones audiovisuales que deberían formar parte de la enseñanza de las ciencias humanas en Venezuela cabe mencionar “Des hommes qu´on apelle sauvages” (1949), de Alan Gheerbrant; “La Guajira” (1983) , de Colagero Salvo; “Oko warao: gente de curiara” (1986) , de Beatriz Bermúdez y Bernarda Escalante; y “La noche pumé” (1992), de Jean-Paul Colleyn y Catherine De Clippell, entre muchas otras.
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