Etnografías Visuales

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Oscar Medrano: Nunca Más.

“Nunca Más. Los años de crueldad: el terrorismo en el Perú” (2015) es el libro del fotógrafo peruano Oscar Medrano Pérez1, un recorrido visual por algunos de los hechos más dolorosos de nuestra historia contemporánea. En la presente etnografía nos proponemos hacer del autor el protagonista del relato, tejiendo su experiencia de vida con el encuentro con su pasión por la fotografía, para luego detenernos en dos hechos que han marcado su quehacer profesional: el de la masacre de Lucanamarca y el caso de la manipulación real y simbólica de uno de los sobrevivientes, Edmundo Camana Sumari. Los casos seleccionados son relevantes, en tanto evidencian el uso instrumental que hacen los operadores del olvido y la justificación para deslegitimar la búsqueda de la verdad y la justicia. El artículo se basa en el análisis de las fotos2, así como en una entrevista realizada al fotógrafo3, complementada con fuentes secundarias.

Palabras Clave: Fotografía, Conflicto Armado Interno, Lucanamarca, Perú.

Autores:
Ana Jau
Reportera Gráfica. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad San Martín de Porres, egresada de la Maestría de Antropología Visual de la Universidad Católica del Perú.

Rocío E. Trinidad
Antropóloga. Doctora en Antropología. Investigadora independiente.

e-mail: anajauf@gmail.com , trini.trinita@gmail.com

Recibido: 3 de Mayo 2016  Aceptado: 11 de Julio 2016

Oscar Medrano: Never Again.

“Never Again! The Dark Years of Terrorism in Perú” (2015) is the book of the Peruvian photographer Oscar Medrano Pérez, it is a visual tour of some of the most painful facts of our contemporary history. In this ethnography, we propose to made the author the protagonist of the story, weaving his life experience with the encounter with his passion for photography. Then we stop in two events that have marked his professional work: the slaughter of Lucanamarca and the real and symbolic manipulation of one of the survivors, Edmundo Camana Sumari. The selected cases are relevant, as an evidenced of the instrumental use made by operators of oblivion and justification to delegitimize the search for truth and justice. The article is based on the book review and analysis of the photos, as well an interview with Oscar Medrano, it is supplemented by secondary sources.

Keywords: Photography, Internal Armed Conflict, Lucanamarca, Peru.

Authors:
Ana Jau
Reportera Gráfica. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad San Martín de Porres, egresada de la Maestría de Antropología Visual de la Universidad Católica del Perú.

Rocío E. Trinidad
Antropóloga. Doctora en Antropología. Investigadora independiente.

e-mail: anajauf@gmail.com , trini.trinita@gmail.com

Received: May 3th, 2016  Accepted: July 11th, 2016



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 






Oscar Medrano: Nunca Más.
Ana Jau & Rocío E. Trinidad

Los inicios de la travesía fotográfica

Oscar Medrano, quechuahablante de nacimiento y fotógrafo autodidacta, nació en 1946 en Acosvinchos. Estudió en la Gran Unidad Mariscal Cáceres de Ayacucho y, al terminar sus estudios secundarios, enrumbó hacia Lima, a donde llegó a los 16 años, encontrando trabajo como ayudante de fotografía en los laboratorios del diario El Comercio. Es ahí donde tuvo su primera experiencia con una cámara fotográfica. Aprendió el oficio con el maestro Carlos “Chino” Domínguez Hernández, uno de los mejores fotógrafos del Perú. “Él me dijo: ´tienes la máquina, tienes todo para que puedas practicar y aprender; el día que yo te pida hacer una foto y me falles, fuiste conmigo´. Era una especie de reto y amenaza”. Un día, el “Chino” Domínguez le encargó cubrir un accidente de tránsito pues él no podía ir; fue su primera comisión como fotógrafo. Se trataba de la colisión de un automóvil y un camión, al norte de Lima, cerca del balneario de Ancón. Cuando llegó al lugar del accidente, la policía estaba atendiendo a los heridos, Medrano recuerda que la primera instantánea que tomó fue producto de la casualidad, mientras cuadraba su cámara el disparador se accionó. Terminado el trabajo, se dirigió al diario donde Domínguez lo esperaba ansioso y preocupado, ya que se trataba de un encargo especial del director del diario. Revelaron rápidamente las fotos “mojado nomás, en un vidrio, para hacerlo más rápido, para no esperar que se seque, para ganar tiempo”. El “Chino” ve las fotos y elige la primera fotografía “no me dice que está bien, que está mal, no me dice nada, yo tampoco. Pero salió una foto en primera página, sin nombre, ¿no?, porque no podía firmar”. Fue ahí donde empezó su periplo fotográfico, continuó en El Comercio hasta 1968, posteriormente se fue a trabajar al diario “Correo y en 1979 ingresó a la revista Caretas, donde trabaja hasta la fecha (Imagen 1).

IMAGEN 1. ARCHIVO CARETAS

 

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Imagen 2. Oscar Medrano dando el play de Honor en el clasico alizanza-Universitario. Archivo Caretas (Medrano 2015: 301).

 

 

Pasaron muchos años y Medrano y Domínguez se reencontraron en un día especial, ya no como maestro y discípulo, sino como dos fotógrafos de reconocida trayectoria, cuando fueron homenajeados en el Primer Congreso Internacional de Fotoperiodismo (2004) organizado por la Pontificia Universidad Católica4.

La relación que Medrano tiene con su cámara fotográfica se evidencia en la fotografía en la que se observa cámara en mano ejecutando un “play” de honor, en el Estadio Nacional “ante 50 mil personas en los años 90”, durante un clásico Alianza Lima versus Universitario de Deportes, cuando era Presidente de la Asociación de Reporteros Gráficos del Perú (Imagen 2). Patear una pelota a la vez que tener la cámara en la mano es más que una simple anécdota, expresa la imbricación de Medrano con la tecnología, la adaptación su cuerpo, la incorporación de la técnica para potenciar las habilidades de su ojo y músculo para hacer cercano lo lejano, como bien lo destaca Vargas Llosa, al prologar el libro de Oscar, “con su cámara inseparable, tanto que parece una prolongación de sus manos” (Medrano, 2015:16). Esta imbricación ser humano-tecnología es evidente hasta para sus colegas y compañeros de trabajo de la revista Caretas a quienes no les es posible imaginar a Medrano sin una cámara fotográfica cerca, siempre listo y divisando su entorno, como dice el periodista de investigación Gustavo Gorriti 5: “con cámara en ristre o cámara en bolsa (casi nunca lo vi sin una al alcance inmediato de la mano), tomando fotos o no tomándolas, la observación era constante, el golpe de vista que incluía a la gente, el paisaje, los objetos” (Medrano, 2015:22). Pero, la técnica sin emoción no funciona en el mundo de Oscar.

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En una conversación con el periodista Raúl Tola sobre la foto en mención, este último le pregunta: “¿No sueltas la cámara para nada, Medrano?”, comentario que le arrancó una gran confesión: “Para nosotros los amantes de la fotografía [la cámara] es como si fuera nuestra segunda esposa, no nos desprendemos de ellos. Inclusive cuando estamos soñando, estamos pensando en la cámara que de repente no tiene rollo o de repente faltó batería o alguna cosa, sueños así, fuertes” (Tola, 2015). Para Oscar, la fotografía es la gran pasión, la cámara es la gran amante y los pensamientos y los sueños son los miedos y deseos inconscientes que pueden perturbar la tranquilidad de esa relación amorosa.

Producción visual y ética de trabajo

La formación autodidacta de Medrano, de la mano de un gran maestro, en los entresijos de un laboratorio le permitió acceder a los secretos de la fotografía. Pero la aptitud para registrar visualmente es explicada por él como algo que no se enseña, como un talento que se tiene y se despliega. Ello no le ha impedido solicitar al medio en el que ha trabajado, siempre, la mejor tecnología para mantener la calidad de las imágenes; sabe que su equipo fotográfico es su instrumento de trabajo. Pero por sobre los pixeles, los sensores y las lentes, su pasión aunada a su capacidad en el manejo de la luz, la composición y el color, le imprimen a su producto visual realismo, dramatismo y emoción. Cualidades con las que ha capturado los momentos cruciales de la historia del Perú, entre ellos la del Conflicto Armado Interno.

Imagen 3. Atentado Senderista a la Municipalidad de Vilcashuaman, 1982. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:55-56).

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Imagen  4. Ronderos Armados. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas (Medrano, 2015:100-101).

 

Algunas características de su producción visual se pueden apreciar en el manejo de la luz, en la composición y en el uso del color. La luz es un elemento complicado de leer. Si bien los fotógrafos cuentan con medidores como el fotómetro, es difícil de calcular su equilibrio con exactitud. Los años de experiencia le han permitido a Medrano trabajar con los claroscuros, para lo cual le ha dado más valor a lo que su vista le dice que a lo que un dispositivo le señala. Ello se evidencia en la fotografía tomada en 1982 en la Municipalidad de Vilcashuamán, Ayacucho, que quedara en ruinas por un ataque de Sendero Luminoso, donde se aprecia a un campesino recogiendo los restos de la imagen del presidente Fernando Belaunde Terry (1980-1985). Aquella foto es una muy buena metáfora de los años de crisis política y destrucción que se apoderaban del país (Imagen 3). Para lograrla Medrano dosifica de manera proporcionada las luces y las sombras; y muestra no temerle al contraluz, que podría distorsionar la imagen, antes bien la enfrenta. Plantea así un uso especial de la iluminación sin dejarse llevar por el poder luminoso que atraviesa la puerta del lugar y la ignora; maneja su propio tiempo y resuelve.

En cuanto a la composición, su mirada, que con los años se ha acostumbrado a los encuadres armoniosos, la busca instintivamente hasta en las imágenes más crudas y dolorosas. Así, es posible encontrar la estética aún en el dolor que registra. La elección del blanco y negro les da un mayor dramatismo a las imágenes, se trata de variados matices en la escala de grises que aumenta la calidad de la imagen, como se puede apreciar en el libro “Nunca Más”(2015). Su uso, por lo general, es propio de la primera época del conflicto armado (Imagen 3).

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En cuanto al encuadre y al uso de los planos, en la foto titulada “Campesinos Organizados” (Imagen 4) que trata de un grupo de ronderos armados, es posible apreciar cómo Medrano utiliza un angular para darle más protagonismo a los actores. No obstante, este es un caso extraordinario, pues en su trabajo regular no suele usar este recurso ya que tiende a agrandar los detalles, incluso a veces a deformar la imagen y él prefiere que cada elemento sea lo más cercano a lo real. Al respecto, cabe señalar que, si bien existen técnicas como el uso de Photoshop, que ayudan a que una imagen impresione con solo calibrar el color, Medrano no las usa. No edita las imágenes, se cerciora, desde el instante en que capta la imagen, de que esta esté debidamente expuesta.

En lo que a los planos se refiere, los usa dependiendo del tema que busque realzar. El uso del plano general y el encuadre se puede observar en la fotografía titulada “Atentado en San Isidro” (1992) (Imagen 5), hecho acontecido en el distrito de San Isidro de la ciudad de Lima, cuando la guerra se sentía en la capital. Medrano, lejos de concentrarse sólo en el forado dejado por el aparato explosivo en la pista, proporciona además una visión general de la escena con un plano abierto para situar al espectador en el espacio. Registra el impacto de un coche-bomba en el contexto de los edificios públicos y privados adyacentes, los que fueron alcanzados por la onda expansiva, de esa forma permite al observador apreciar todo el panorama. Efectivamente, el coche-bomba explotó en las proximidades del Centro Comercial San Isidro, la tienda Oeschle y el edificio de PetroPerú; se puede apreciar a partir de la foto que causó ingentes daños materiales e imaginar los 50 heridos y 17 muertos que produjo el atentado.


Imagen 5. Coche-Bomba en San Isidro. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas (Medrano, 2015:94-95).


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Imagen 6. Búsqueda de familiares. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:170-171).

El conflicto armado interno y los medios de comunicación

En 1979 Oscar, después de su paso por El Comercio y Correo, ingresó a Caretas, donde trabajó en temas de política. El siguiente año ocurrió la quema de ánforas en Chuschi (17 de mayo de 1980), acto que marca el inicio de la lucha armada de Sendero Luminoso. Trabajó en los años más duros de la guerra, fue testigo del más amargo sufrimiento humano, pero nunca lo naturalizó. Los cadáveres proliferaban, tanto en la ciudad como en el campo, la morgue estaba atestada de pobladores en búsqueda de sus familiares desaparecidos; se hacía necesario evidenciar lo que ahí sucedía. Medrano, como reportero gráfico, es consciente de ello, pero también compartía la política de trabajo impartida por la revista Caretas de respeto a las víctimas y a sus familiares. Para él, el trabajo del fotógrafo puede ser realizado sin recurrir al facilismo ni al sensacionalismo, sino utilizando la imagen de formas que expresen lo sucedido mediante primeros planos y planos generales, sin herir la susceptibilidad de los involucrados ni de los observadores. En su fotografía se presentan los hechos de la guerra, en un contexto donde evitar las huellas del terror es imposible, manteniendo la dignidad de las víctimas, sin recurrir a la pornografía de la violencia.

En su quehacer periodístico estaba presente que el texto y la imagen tenían igual peso y su reto era conjugarlos de la mejor forma posible. Oscar recuerda que para Enrique Zileri, director de la revista Caretas, la foto y el texto eran dos elementos imprescindibles en un reportaje. Y Gorriti, quien en ese entonces era reportero, afirma que “algo que tuvo de absolutamente original, central e histórico la revista Caretas, los años que yo trabajé ahí, fue ese esfuerzo por poder conjugar el mayor poder posible de las palabras junto con el mayor poder posible de las imágenes” (Caretas, 2015).
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Arriesgó su vida por conseguir la mejor fotografía, pero en ese momento no lo pensó así, sólo quiso registrar todo cuanto pudo para denunciarlo. Tal como dice Gustavo Gorriti, colega y compañero de viajes a la zona de emergencia: “asumimos al periodismo con un fervor virtualmente religioso. O sea, era la necesidad de tener siempre la primicia, la exclusiva, la mejor foto. Y no importaba dónde estabas, lo que importaba era lo que la realidad nos daba y cómo se lo expresabas a la gente. Por supuesto, había ciertas cosas que asumir: queríamos defender la democracia, las libertades políticas” (CVR, 2003:484). Es un ejemplo de ello la fotografía que registra la exposición de cadáveres para el reconocimiento de sus familiares (Imagen 6). Algunos seguramente murieron en aras de una ideología, otros por la casualidad de haber estado en el lugar equivocado, y muchos fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales.

La Imagen 7 muestra la detención y traslado de “subversivos, la mayor parte procedentes de la región Ayacucho” a la Isla Penal El Frontón, foto que data de 1989 (Medrano, 2015:82). Cabe señalar que durante los primeros años del conflicto armado interno las vulneraciones a los derechos humanos por el solo hecho de provenir de zonas de emergencia como Ayacucho o estudiar en una universidad pública como la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Enrique Guzmán y Valle y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, eran comunes. Muchos inocentes fueron criminalizados y sus derechos fundamentales vulnerados. Registrar visualmente los hechos descritos y narrar lo que sucedía contribuía a cortar con la complicidad de la indiferencia y el silencio.

 

Imagen 7. Traslado de presos a la Isla Penal de El Frontón. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:80-81).

 

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Imagen 8. Rumbo a la zona de conflicto. Nick Asheshov, Gustavo Gorriti y Oscar Medrano. Archivo de la Revista Caretas.

 

Regresando a Ayacucho, “el rincón de los muertos” 6

Enrique Zileri, “con buen ojo periodístico”, eligió a Oscar para enviarlo a Ayacucho. El ser ayacuchano, conocer la zona, estar adaptado a su geografía, conocer la idiosincrasia de la gente, entender y hablar quechua fluidamente, fueron fundamentales para su trabajo durante los años del conflicto armado (Imagen 8).

Para Oscar Medrano, el manejo del idioma local le facilitó la comunicación: “ser quechuahablante es una suerte, porque tú puedes hablarle y llegar a la gente por el idioma porque si tú no le entiendes –porque había muchos colegas que hablaban solo castellano-entonces, un poco que preguntar y hablar por ellos es un poco difícil”.

Y el entendimiento de las emociones y prácticas como el ofrecimiento de comida que hacían los campesinos, comida que no siempre les sobraba, le generaba un profundo agradecimiento: “Si una mujercita te da un poco de papas, en un plato por más sucio, en platos de tierra, de barro, ellos te están observando. Si tú lo comes con asco, ellos te rechazan. En cambio, si tú lo comes con gusto, pelando, qué rico. Yo lo hacía de la forma más natural. Pero algunos colegas hacían [gestos]. Muchas veces pensaban que yo no hablaba quechua y ellos se expresan, me tiene asco. Al contrario, si tú comes con gusto te aumentan, te dan la mejor parte. Hay muchos lugares donde la plata no vale nada”, recuerda Oscar.

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Nada, porque no hay nada que comprar, tanto es así que cuando no había comida, él optaba por chacchar coca: “si no había comida, me ponía a chacchar la coca. Nunca lo había hecho de chico, pero como habían formas de amenguar el hambre y la sed, y efectivamente da energías, las hojas de coca.” Además de hambre, había que estar preparado para realizar caminatas de horas en un clima frío y una geografía agreste y particular como lo es el campo ayacuchano. Caminatas que hacen muchos niños y niñas aún en la actualidad para llegar a los centros de educación secundaria alejados de sus centros poblados. En los años en los que Oscar era un joven estudiante, se entrenó caminando de Acosvinchos a Ayacucho, dice: “Para yo estudiar en la ciudad tenía que caminar por lo menos dos veces a la semana ida y vuelta a Ayacucho, cruzando ríos, muchas veces en la noche. Entonces, tenía el conocimiento de caminar, caminar en la sierra, no cualquiera puede caminar, tienes que tener un poco de resistencia, entonces cuando yo regresé a cubrir el terrorismo, para mí fue un poco fácil” (Imagen 9).

Entre julio y agosto se dirigió por primera vez a Ayacucho, junto a Patricio Ricketts, en ese entonces un redactor de la revista. Ricketts hizo una entrevista a Luis Kawata Makabe, uno de los fundadores y posteriormente disidente de Sendero Luminoso, al pie de la emblemática higuera ubicada en el local de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. La entrevista trató sobre el proceso de la guerra y el “pensamiento Gonzalo”. Durante sus viajes pudo volver a ver a Osmán Morote, otrora compañero de partidos de fútbol en el Colegio Mariscal Cáceres, quien era ya durante la década de los ochenta uno de los integrantes de la cúpula de Sendero Luminoso. Osmán se las ingeniaba para encontrarse con Oscar, cada vez que este llegaba a Ayacucho, para solicitarle el último número de la revista Caretas.

Imagen 9. Oscar Medrano y colegas del Diario La República dirigiéndose a las proximidades del río Pampas, Apurimac, al encuentro de los restos de Julio César Mezich, 1985. Archivo Revista Caretas.

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Imagen 10. Heridos de la Masacre de Lucanamarca en el Hospital de Ayacucho. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:200).

Oscar recuerda que una vez que se encontró con Osmán, éste le dijo “no te preocupes, no te va a pasar nada. Más bien, cuídate del otro lado” (CVR, 2003:491). La revista Caretasera altamente requerida también por los integrantes de las FFAA, del Poder Judicial y representantes de la Iglesia. Oscar se dio cuenta del interés que concitaba, por lo que no dejó de llevar una cantidad considerable en cada uno de sus viajes, como una forma de establecer conversaciones y medir la temperatura de las reacciones ante las noticias de la guerra.

El dolor de Santiago de Lucanamarca

Un buen día, un amigo suyo, que trabajaba en una ONG, con quien conversaba cada vez que llegaba a Ayacucho, lo buscó para contarle que había pasado algo extraño, que al Hospital de Ayacucho habían llegado “heridos de Lucanamarca, rajados la cabeza” esa información concitó el interés de Oscar. En ese entonces, la entrada al Hospital de Ayacucho estaba custodiada por los militares y el acceso era restringido, es así que a Medrano se le ocurrió una estrategia para obtener la exclusiva: “Me fui a comprar un portaviandas y mi máquina, tenía una Nikon chica, ya no es como ahora, la puse en la parte baja, y arriba compré arroz y un par de huevos fritos y me fui con mi portaviandas a visitar a un enfermo. Ya ahí, ya boté mi portaviandas y efectivamente había más o menos treinta y cinco personas, yo conté. Tomé las fotos, no había tiempo, yo estaba contra el reloj, si se daban cuenta que yo estaba con una máquina venían y me quitaban, un poco fuerte el asunto” relata Oscar. Registró primeros planos de los heridos (Imagen 10), de uno de los hechos más sangrientos ocurridos en los años iniciales de la guerra, un acto perpetrado por integrantes de Sendero Luminoso contra campesinos: la masacre de Lucanamarca (1983).

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Según Oscar, la matanza se realizó la noche del sábado para el domingo 3 de abril de 1983. De acuerdo al Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, se trató de una acción planificada y ordenada por la Dirección Central de Sendero Luminoso, que estaba bajo la dirección de Abimael Guzmán Reynoso. Ciertamente, Guzmán en la entrevista que le dio al Diario de Marka en julio 1988 reconoce haberla ordenado, algo que reiteró en el testimonio brindado ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación el 10 de setiembre del 2002 en la Base Naval del Callao. Aproximadamente sesenta integrantes de Sendero Luminoso, dirigidos por Hildebrando Pérez Huaranca, ingresaron al distrito de Santiago de Lucanamarca con un objetivo específico, darle a la población una “sanción ejemplar” por haber desobedecido las disposiciones de Sendero y haber colaborado con las fuerzas armadas “en la lucha contra la subversión en los lugares donde habían logrado hegemonía” (CVR, 2003:48). Es de destacar que los senderistas ingresaron armados con machetes, hachas y armas de fuego, dejando tras de sí a 69 personas muertas entre adultos y niños. La mayoría murió “como consecuencia directa de golpes con objetos contuso cortantes—probablemente hachas y machetes”. Un grupo aproximadamente de seis personas murió por “disparos de arma de fuego en el cráneo, efectuados probablemente a distancia cercana” (Ibíd. 50-51). En el Hospital, Oscar fotografía el primer plano de un sobreviviente de la matanza de Lucanamarca que lleva en su cabeza las huellas de una herida de machete para evidenciar la brutalidad del ataque cometido por Sendero contra los Campesinos. Esta foto fue utilizada en la portada de la revista Caretas, sobre la marca de la herida se graficó una gran interrogante con la cual se preguntaban, y lanzaban la pregunta a la audiencia, sobre el porqué de tal crimen (Imagen 11).

Imagen 11. Herido en la Masacre de Lucanamarca en el Hospital de Ayacucho, 1983. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:143).

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Imagen 11. Herido en la Masacre de Lucanamarca en el Hospital de Ayacucho, 1983. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:143).

El otro sobreviviente fotografiado fue Edmundo Camana. A Medrano le llamó la atención la profunda expresión de tristeza de un hombre tan joven, que se reflejaba incluso en su alicaída estructura corporal (Imagen 12). Le tomó varios primeros planos (nueve de las once) que forman la plancha de contactos7, pero en el informe de la revista Caretas correspondiente al hecho no se publicó su fotografía. Es recién en el 2003 que una de las fotos tomadas fue seleccionada, de los archivos de la revista (Imagen 15), para integrar el proyecto fotográfico de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que derivó en una exposición y posterior libro llamado Yuyanapaq8, palabra quechua que significa “para recordar”. Tanto en la exposición como en el libro, el nombre que identificaba la foto era el de Celestino Ccente. En ese momento se desconocía que el verdadero nombre de quien aparecía en la imagen era Edmundo Camana y que la identificación falsa que dio a Oscar en el Hospital de Ayacucho, cuando este último le tomó la foto, con posterioridad a la masacre de Lucanamarca, estaba motivada por el miedo a posibles represalias.

El impacto de la noticia de la Masacre en Lima fue bajo, se asomó “en titulares de periódicos en Lima recién los días 5 y 6 de abril de 1983. Las cifras que se muestran son inciertas, los nombres de las víctimas no se conocen a plenitud y la información varía en los medios de prensa” (Ulfe y Ríos, 2012:s.num.). El Diario de Marka, de tendencia de izquierda radical y donde años más tarde Abimael Guzmán, en la llamada “Entrevista del Siglo”, reivindicaría la matanza, coloca como titular del 5 de abril “Sendero mata 45 en feroz ofensiva”.

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La revista Caretas fue la única que le dedicó un suplemento completo al hecho, con un reportaje de Gustavo Gorriti y Benito Portocarrero titulado “Genocidio en Lucanamarca”, el cual incluye las fotos realizadas por Óscar, que en la actualidad son emblemáticas (Ulfe y Ríos, 2012:s.num.).

Destacaremos dos fotografías tomadas en Lucanamarca, la del cabildo abierto y la registrada dentro de la iglesia.

La fotografía del cabildo abierto en la plazuela de Santiago de Lucanamarca es tomada por Oscar días después de producida la masacre. Corresponde a un plano abierto, lo importante para él es dar a conocer al grupo numeroso de campesinos agolpados en ese espacio. La iglesia ubicada al fondo sirve para enmarcar al pueblo creyente. El círculo conformado por los campesinos, al pie de la iglesia, proyecta la idea de unión frente a lo ocurrido.

La toma en picado, desde un ángulo más alto que el objeto fotografiado, transmite una sensación de debilidad, que puede ser leída como los comuneros que se encuentran sin protección del estado, no obstante, la presencia del General Clemente Noel, en ese entonces Jefe del Comando Político Militar de Ayacucho. Cabe señalar que Sendero Luminoso atenta contra los lucanamarquinos argumentando el apoyo que habían dado a las Fuerzas Armadas, en ese sentido la presencia de los militares no necesariamente podría ser tranquilizadora, sino inquietante (Imagen 13).

 

Imagen 13. Cabildo abierto en la plazuela de Lucanamarca, 1983. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:140).

 

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Imagen 14. Huellas de sangre en la Iglesia de Lucanamarca, 1983. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:144).

 

La fotografía dentro de la iglesia de Lucanamarca. El plano general nos sitúa en el espacio de la iglesia. Enmarcando la foto, formando una media luna, se ubica un grupo de pobladores adultos con miradas de estupor y desconcierto, en su gran mayoría varones y algunos militares armados, entre los que se encuentra el General Noel. Todos dirigen sus miradas al centro, donde una niña y un hombre indican un charco de sangre. Ella, vestida con ropa tradicional, al parecer ha sido testigo de la muerte de un campesino ejecutado por Sendero. Su angelical rostro contrasta con su alelada mirada, es la expresión de la inocencia robada por la guerra a cientos de niños y niñas durante esos años (Imagen 14).

Edmundo Camana: Juegos del destino

En el 2003 la fotografía de Celestino Ccente -en ese momento se desconocía que el verdadero nombre de quien aparecía en la imagen era Edmundo Camana- por la composición, la estética y el dramatismo del personaje (Imagen 15) tuvo alto impacto y gran acogida mediática y ocupó un lugar privilegiado en el libro y la exposición fotográfica Yuyanapaq realizada en Lima “al centro, en un encuadre perfecto que dejaba la cornisa de una vieja puerta en la pared” (Ulfe, 2013:87).

Pasados los años la fotografía, de quien hasta ese entonces era conocido como Celestino Ccente, cobraba vida propia. A Oscar le recordaba el caso de Sharbat Gula, la mujer afgana de expresivos y profundos ojos, que fue fotografiada por Steve McCurry y que se hizo famosa al ser portada del National Geographic en junio de 1985.

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Imagen 15. FOTOGRAFIA DE EDMUNDO CCAMANA TOMADA POR OSCAR MEDRANO.

 

 

Imagen 16. Fotomontaje realizado por el Programa Panorama de la fotografía de Celestino Ccente tomado por Oscar Medrano.

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Después de una búsqueda de varios años, en el 2002, McGurry se reencontró con Sharbat y la volvió a fotografiar. Esta experiencia generó en Oscar la inquietud de indagar sobre Celestino, por lo que preguntó entre sus colegas y amigos dónde podía encontrarlo. Incluso fue al Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), pero no encontró rastro seguro.

Un hecho que colmó su paciencia y lo motivó con mayor fuerza a la búsqueda fue el deplorable montaje que hizo el programa dominical “Panorama” de la foto que tomó a Celestino Ccente. En ella se transformó a la víctima de la masacre perpetrada por Sendero Luminoso en un integrante de este grupo (Imagen 16).

El trapo, raído y sucio, que cubría el ojo de Celestino y parte de su cara fue pintado de rojo colocando sobre este los símbolos de la hoz y el martillo (Caretas, 2007). Oscar estaba indignado: “¡Es tan burdo lo que han hecho! ¡Él es víctima del terrorismo, y lo han convertido en victimario! ¡Cómo hacen eso! Es realmente muy burdo” (Álvarez, 2007:s.num.).

En el 2008, los pobladores de Lucanamarca invitaron9 a Oscar para darle la llave de la ciudad y una medalla. Llevó las fotos y la revista Caretas de aquella época (Imagen 17) y continuando con su indagación descubrió que Celestino Ccente se llamaba Edmundo Camana Sumari y vivía en un lugar denominado Condorhuachana, término quechua que significa “donde nacen los cóndores”.

 

Imagen No. 17. Lucanamarquinos revisando la Revista Caretas, 2008. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas.

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Imagen No. 18. Edmundo Camana en Condorhuachana, 2008. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas. (Medrano, 2015:204-205).

Se dirigió hacia allá, Edmundo vivía en una especie de cueva: “en eso le enseño la fotografía, me mira y me dice ‘tú me tomaste la fotografía, ¿no?’ Me reconoce. Y, bueno, quería tomarse con sus animalitos” (Imagen 18). Oscar le pidió que saliera de la cueva, pero jamás imaginó lo que a continuación vería, “estaba arrastrándose”. “Yo salí, para esperarlo afuera y en eso lo veo reptando, tanto que le ayudamos ya. Hay unas fotos en que está reptando” (Imágenes 19, 20 y 21).

A Oscar le llama la atención que la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que a pesar del uso que hicieron de la foto -la foto se transformó en un símbolo, formó parte de un museo, se imprimió en un libro- no haya buscado a Celestino. Si tomamos en cuenta que la CVR tomó testimonios en Lucanamarca y realizó investigaciones sobre la masacre ahí acontecida, su reclamo no deja de tener sentido.

Al margen de ello, lo importante en ese momento era ¿Cómo hacer para ayudar a Camana? Conversó con Enrique Zileri, el director de la revista Caretas, “le dije Enrique, quiero regalarle una silla de ruedas, ´tas loco me dice, cómo le vas a regalar una silla de ruedas, se va a desbarrancar. Mejor hay que traerlo [a Lima], hay que hacerlo ver con el médico, ¿por qué está así?”. La idea era buena, entonces coordinó con la Congresista por Ayacucho e integrante del Partido Nacionalista Juana Huancahuari y lograron hacer las gestiones para internarlo en el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas-Hospital Mogrovejo.

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Imágenes Nos. 19, 20 y 21. Edmundo Camana en Condorhuachana, estado de salud, 2008. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas.

 

 

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“¿Luego qué pasa? Se suscita nuevamente el lío de la Comisión de la Verdad y luego los apristas, y luego dijeron que estas fotos eran trucadas, pero no es así. Y, lo sacan del hospital y luego lo llevan a la clínica del Hospital Militar y a los dos días ha muerto por descompensación alcohólica”. María Eugenia Ulfe, en su artículo “Dos veces muerto: la historia de la imagen y vida de Celestino Ccente o Edmundo Camana” (2013) analiza los entretelones de la muerte de Edmundo y el rol que tuvo el inefable congresista aprista Edgar Núñez en la manipulación de Camana en su arremetida contra la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que además pone en duda la veracidad de la foto tomada por Oscar Medrano (Imagen 22).

Núñez “señaló que la CVR había mentido al mostrar una víctima que había perdido un ojo, cuando eso no era cierto. Señaló, además, que el hecho de que un ojo estuviera parcialmente cerrado era por un proceso viral ocular. Esto para Núñez era suficiente justificación para indicar que la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos había manipulado la información de este señor para beneficios propios, sin brindarle ningún tipo de ayuda económica” (Ulfe, 2013:88).

Aparecieron también en un diario crítico a la CVR, Expreso, supuestas afirmaciones de Camana poniéndola en cuestión y expresando su deseo de que la CVR deje de utilizar su imagen.  Es posible suponer que haya podido ser azuzado a brindar esas declaraciones en contra de la Comisión de la Verdad.

 

Imagen No. 22. Edmundo Camana con la foto tomada por Oscar Medrano EN 1983. Fotografía: Oscar Medrano/Revista Caretas.

 

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Imagen No. 23. Oscar Medrano y Edmundo Camana, 2008. Fotografía: Abilio Arrollo/Revista Caretas. (Medrano, 2015:207).

Tanto por no haber sido esa su intención inicial, como por la cooptación que hizo Núñez de Camana hasta llegar a aislarlo y conseguir trasladarlo del Instituto especializado en su dolencia e internarlo en la clínica del Ejército, donde finalmente murió en circunstancias poco claras (Imagen 23).

Murió el martes 24 de marzo del 2009 a las 7:30 p.m. “Camana presentaba un supuesto cuadro de “delirium tremens”, que padece el 5% de pacientes alcohólicos que incurre en abstinencia súbita” (Caretas, 2009). Fue un golpe muy fuerte para Oscar. Él, que lo llegó a ver pudo constatar que “el estado de Camana no era malo. No era un hombre alcoholizado”. Ciertamente, en una breve entrevista que Camana da a Canal N se le observa un tanto aturdido por las preguntas que le hacía el reportero, por lo inusual que resulta ser entrevistado, pero no daba la apariencia de ser un hombre enfermo, salvo por su problema de movilidad en los miembros inferiores.  Las causas y circunstancias que envuelven la muerte de Camana generan muchas dudas10, más cuando sabemos que lo fueron a enterrar a un cementerio casi clandestino en el distrito de Villa María del Triunfo. Oscar, después de mucho buscar pudo hallar su tumba.

“Al enterarme, fui muy fuerte contra los apristas y dije: lo que no pudo matar Sendero Luminoso al mando de su líder [se refiere a la matanza de Lucanamarca], los apristas lo mataron”. Esta afirmación la ha esgrimido en otras entrevistas, de alguna forma se siente culpable: “Me duele mucho que yo haya sido un poco partícipe en esta muerte, por haberlo, por querer ayudarle, él encontró la muerte, por estos malos políticos, que no sirven para nada” (García, 2012).

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Se refiere a la manipulación que hizo el Congresista Núñez, pero no se debe pasar por alto que estos hechos ocurrieron durante el segundo gobierno del líder aprista Alan García Pérez (2006-2011).

Por lo tanto, Núñez sería sólo un operador del olvido y de la justificación de la violencia, para deslegitimar la búsqueda de la verdad y la justicia, frente al accionar de su partido político, el APRA, durante los años más álgidos del conflicto armado interno. El APRA se ha mostrado reacio a aceptar las conclusiones de la CVR, ya que durante su primer gobierno (1985-1990) ocurrieron actos de represión estatal, entre los más conocidos: la matanza de los penales (1986), la masacre de Cayara, Ayacucho (1988) y la aparición de la organización paramilitar Comando Rodrigo Franco.

El caso de Edmundo Camana evidencia la lucha por las representaciones y la búsqueda por establecer una memoria hegemónica al costo que sea. Sabemos que el contexto capitalista se concentra en la producción, circulación y consumo de imágenes y signos.

Es así que invertir el significado de la imagen más representativa de la CVR, la fotografía de Camana, (que ya se había intentado, recordar la manipulación de la foto por el programa Panorama) y producir un guión para que el representado emita un discurso deslegitimador contra la CVR, iteraba la controversia y fortalecía el boicot.

Reflexiones finales

La fotografía de Oscar Medrano, sobre el conflicto armado interno, no sólo buscaba registrar hechos sino contribuir a quebrantar la complicidad, la indiferencia y el silencio, que imperaba en gran parte de la población peruana. Desde la tribuna de la revista Caretas aprendió que la conjunción de imagen y texto contribuían a potenciar la denuncia de las atrocidades ocurridas, que podía ser un medio para lograr ver y escuchar a quienes se les daba la espalda. Eso fue lo que lo motivó a la búsqueda de Edmudo Camana, a quien redescubre y sin quererlo coloca en la palestra de una trama de enredos y manipulaciones. La intención de Oscar fue sólo fotografiar a la víctima de la masacre de Lucanamarca, para denunciar lo sucedido. Pero la alta calidad técnica y estética del registro visual hizo que éste cobrara vida propia, algo que jamás se hubiera imaginado. Hasta llegarse a producir la muerte del sujeto representado en ella. Evidenciándose así una doble victimización, o para ser más claros: utilización, sea consciente o inconsciente, de la imagen de Camana, tanto por la CVR, como por algunos apristas con objetivos diferentes, pero utilización al fin. Para la primera, Edmundo Camana, a quien se le conoce como Celestino Ccente, es la imagen-símbolo de la guerra, una foto en el museo, la expresión de la estetización de la memoria. Para el segundo, un trofeo de guerra, un instrumento de venganza. Aunque el deseo de Oscar es que “Nunca Más” se repita lo vivido, lo sucedido con Camana expresa que las heridas de la guerra aún están abiertas, y el conflicto, en términos simbólico, sigue presente.

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Notas

1. Los textos del libro fueron elaborados por Roberto J. Bustamante Flores.
2. Las fotos incluidas en este artículo, han sido tomadas por Oscar Medrano pero pertenecen al archivo de la Revista Caretas. Se indicará cuando la foto seleccionada forme parte del libro “Nunca Más” (Medrano, 2015).
3. Entrevista realizada el 27 de abril del 2016 por Ana Jau y Rocío Trinidad. Ambas conocían previamente a Medrano, pero el nivel de acercamiento era diferente. Ana Jau trabajó con Medrano en la revista Caretas (2000-2003) y lo conoce desde aquel tiempo, mientras que Rocío Trinidad desde mediados del año 2015.  
4. Primer Congreso Internacional de Fotoperiodismo: Ética y Memoria. Homenaje a Oscar Retto, Carlos Domínguez y Oscar Medrano 18/05/04  http://congreso.pucp.edu.pe/fotoperiodismo/articulos.htm#2 (Consulta 21 de abril de 2016).
5. Trabajó con Oscar Medrano en la Revista Caretas y actualmente es director de IDL-Reporteros. Es autor del libro “Sendero: Historia de la Guerra Milenaria en el Perú” (2008).
6. “Rincón de los muertos” es la traducción del vocablo quechua Ayacucho.
7. Presentadas en el libro. De acuerdo a información proporcionada por Oscar Medrano, él tomó 36 fotos y existen dos planchas de contactos, en el libro sólo figura una plancha (Medrano 2015: 200).
8. La misma imagen figura en el libro de Medrano (2015:190).
9. Cabe precisar que en el 2008 Oscar Medrano acude a Lucanamarca invitado por pobladores de Lucanamarca mas no por la Comisión Nacional de Derechos Humanos como se indica en el informe de Comisedh “En abril de 2008, periodistas de Caretas fueron invitados por Comisedh para cubrir las actividades programadas en Lucanamarca a propósito del 25 aniversario de la masacre” (Rojas, 2009).
10. Ver reportaje América Televisión, 2009.

Bibliografía

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2007. “A contraluz. ´Lo han convertido en victimario´” Entrevista a Oscar Medrano. En: La Republica (12 de mayo). http://larepublica.pe/12-05-2007/contraluz-lo-han-convertido-en-victimario  (Consulta: 22/04/2016)

América Televisión.
2009. “Edmundo Camana ha muerto” Prensa Libre con Rosa María Palacios. Lima 25/03/2009. https://www.youtube.com/watch?v=dhLKlN4j6r0 (Consulta: 25/04/2016)

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2003.  Informe Final. Lima: CVR.

Caretas.
2015. Gustavo Gorriti. Presentación del libro ¡Nunca Más - Never Again! de Oscar Medrano. (1:54-2:00). 
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2007. “Sin nombre”, Edición No. 1976
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2012. “Entrevista a Oscar Medrano”. Numero Zero. Especial Historia detrás de las Fotos. http://numerozeroweb.wix.com/especialcvr#!medrano/c1ar7

Medrano, Oscar.
2015. “¡Nunca Más! Los años de crueldad: El terrorismo en el Perú- Never Again! The dark years of terrorism in Peru”. Presentación Natalie Condori Jahuira; prólogo Mario Vargas Llosa; prefacio Marco Zileri Dougall; preámbulo Gustavo Gorriti.- Lima Fondo Editorial del Congreso del Perú.

Rojas, Pablo
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