Apuntes sobre el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social. Entrevista a Lourdes Roca y Felipe Morales.
Valeria Cuevas Zúñiga

El Laboratorio Audiovisual de Investigación Social (LAIS), del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, es actualmente una de las iniciativas académicas más importantes en el ámbito de los estudios visuales y la investigación social en la Ciudad de México. El LAIS ha estado muy enfocado en generar metodología y acervos audiovisuales que permitan y faciliten el estudio de las imágenes como fuentes de investigación. Sus labores están inscritas en la  “Antropología de lo Visual”, es decir, a la investigación a partir de imágenes, tomando éstas como fuente y como material de investigación. Cuentan con importantes documentales sobre temas urbanos, principalmente sobre la historia de la Ciudad de México. Al frente de este laboratorio ha estado la Dra. Lourdes Roca, quien trabaja incansablemente junto a un equipo de profesionales, para darle un lugar a la imagen dentro de las investigaciones históricas que se realizan en su Instituto.

Con una formación multidisciplinaria en comunicación, historia y antropología, Lourdes Roca centró sus primeras investigaciones en la divulgación histórica audiovisual y la realización de documentales de investigación. Después de ser beneficiada con una beca CONACYT para la realización de un proyecto para jóvenes investigadores en 2001, impulsó la creación de un espacio de investigación colectiva en este campo: el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social (LAIS), que fundó en 2002 dentro el Instituto Mora. Esta entrevista fue realizada en 2013, como parte de un proyecto de investigación más amplio sobre las trayectorias de centros académicos en la Ciudad de México dedicados a articular los intereses de la antropología y el potencial epistemológico de las imágenes.

 

 

 

 

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Trabajo de campo, Lourdes Roca, Ciudad de México, 26 de octubre de 2009.

 

Esta conversación tiene la suerte de contar con la opinión de Felipe Morales, importante colaborador del espacio desde su fundación. Él, como la Dra. Roca, ha creído en la iniciativa y ha hecho crecer el espacio con su incansable labor enfocada a generar investigación de vanguardia.

¿Cuáles son los orígenes y los principales objetivos del LAIS?

Felipe Morales: Estoy en el Laboratorio desde el inicio, desde hace 10 años, fecha en que se fundó. La Dra. Roca presentó un proyecto a CONACYT que buscaba la implementación de lo que después se convertiría en el Laboratorio Audiovisual, esto último ya en 2002. A partir de ahí empezamos a trabajar distintas cuestiones, todas ellas relacionadas con la imagen, característica esencial del Laboratorio. Actualmente sus actividades se han diversificado bastante: en principio surge con una preocupación muy clara acerca de cómo se utilizan los medios, en concreto la fotografía y el video, en el marco de los proyectos de investigación, dado que este Laboratorio está suscrito al Instituto Mora de investigación histórica.

Dentro del Instituto Mora ya había una trayectoria previa sobre historia oral, se habían realizado algunos documentales en donde empezaba con la producción de imágenes. Justo a partir de ese trabajo profesional, surgió la duda de si lo que se estaba haciendo con la imagen estaba bien hecho o si en realidad había que buscar desarrollar metodologías adecuadas para el trabajo con ésta. Desde el inicio el proyecto surgió como un equipo multidisciplinario, con gente de diferentes carreras: historia, antropología, comunicación, sociología y gradualmente han llegado compañeros becarios o de servicio social de otras disciplinas como estudios latinoamericanos y, curiosamente, geografía.

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A lo largo de estos diez años se han desarrollado diversos proyectos enfocados sobre todo a la cuestión de cómo se ha utilizado la imagen en el marco de las investigaciones para, a partir de los hallazgos, generar propuestas metodológicas. Uno de los eventos que se realizaron en los primeros años fue el Primer Congreso Internacional sobre Imágenes e Investigación Social, a donde vinieron personas de varias partes del mundo. Se trajeron especialistas en el tema para dar conferencias magistrales, a la par vino gente a presentar ponencias. Los invitados eran sobre todo de Brasil y México. En este contexto, se comenzaron a exponer las principales preocupaciones, se empezó a organizar seminarios; estas discusiones derivaron en posteriores publicaciones, así se fue desarrollando el Laboratorio durante los primeros años.

Lo que tenemos ahora es un trabajo de diez años, antes era sólo un cuarto pequeño y ahora, por la trayectoria, ya es algo más grande. Se siguió haciendo producción audiovisual, incursionado en campos nuevos, incorporando proyectos con la televisión. Hicimos un trabajo de análisis de la programación televisiva dirigida sobre todo a los niños. Trabajando con las maestras de una escuela en ciudad Neza nos dimos cuenta de cómo la televisión era un factor de importante influencia en los hábitos alimenticios de los niños. El proyecto con ellas fue de tipo antropológico, en donde hubo que hacer trabajo de campo en la escuela. A partir de esta experiencia surgieron exposiciones y un documental que se llamó “De la tele a la boca”. Paralelamente surgieron otros proyectos en donde la imagen fija fue una de las preocupaciones principales. Otro proyecto importante, apoyado por CONACYT, que terminó hace dos años, fue el de Preservación de Imágenes: Sistemas de Información, Acceso e Investigación.

 

Entrevista con imágenes, Lourdes Roca y Felipe Morales Leal, Ciudad de México, 15 de febrero de 2012.

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Tengo entendido que a partir de ese proyecto desarrollaron un software para los acervos fotográficos. Esta experiencia es única entre los institutos que investigo, ¿podrían hablarme sobre esta experiencia?

Lourdes Roca: Sí, precisamente de ese proyecto surgió a su vez “Huellas de Luz” (http://lais.mora.edu.mx/huellasdeluz/); un sitio con seis fototecas en línea, en donde desarrollamos un software al que llamamos “El Pescador”. En esta investigación encontramos que las necesidades de los acervos de imágenes son múltiples y diversas: personal, presupuestal, etc.; y que lo que definitivamente no nos está llevando a ningún lado es manejarlos como actualmente se hace, en donde no importando el tamaño del acervo, para poner su fototeca, es necesario comprar un software carísimo que además se auxilia de la ficha proporcionada por el Sistema Nacional de Fototecas (SINAFO).

Nos quedó claro que el software había que desarrollarlo de acuerdo a las necesidades de la investigación; y no al revés, en donde la investigación y la archivística siempre se acoplan al software comercial que fue diseñado para cosas que no tienen nada que ver con lo que requiere la investigación. Costó muchísimo trabajo, nos tomó entre 2002 y 2006 hacer el puro piloto. Nuestra primera colección estuvo lista en 2007, fue de Marcas de Fuego de la Biblioteca Lafragua de la BUAP1 (http://www.marcasdefuego.buap.mx: 8180/xmLibris/projects/firebrand/), así probamos el piloto. Los que trabajaban con Marcas de Fuego estaban azotados porque de pronto les cambió el universo de la investigación por completo. Encontramos una gran veta de trabajo.

La pura ficha de catalogación de las imágenes fijas, ya no digamos en movimiento, nos llevó cuatro años; esto porque partimos de la ISAD (G)- Norma Internacional de Descripción Archivística que no está pensada para imágenes, está pensada para documentos escritos, entonces adaptarla para imágenes nos costó seminarios eternos. Nos tomó cuatro años completar la ficha. En ese momento se dió la coyuntura para poder hacerlo, no exento de dificultades y limitaciones, pero se pudo llevar a cabo; también nos quedó claro que la academia no impulsa, fomenta o apoya este tipo de proyectos. Por eso sólo te has encontrado este caso, realmente sí es nadar en contra de la corriente.

Lo que creo que sucede es que hay muy poca comprensión de la envergadura y de la importancia de estas actividades a nivel institucional. Únicamente se dan coyunturas que siguen el cambio de direcciones, los vaivenes institucionales nunca nos los vamos a ahorrar; y esto en términos generales porque también lo hemos escuchado de colegas trabajando en la UNAM, de colegas en Puebla, Brasil y de Argentina involucrados en Huellas de Luz. Por todos lados se ve cómo cuesta que a nivel institucional se entienda y se apoye el trabajo con imágenes.

Yo creo que ese ha sido el proyecto más complejo y largo que ha llevado a cabo el Laboratorio; nos llevó 6 años, terminó el año pasado. La primera versión de Huellas de Luz fue de una sola fototeca sobre fotógrafos franceses del siglo XIX, ésa fue la primera producción ya con el software de “El Pescador”. El software es un sistema de información para archivos de imágenes, inicialmente lo llamamos SIARI por las iniciales, ya después lo bautizamos como “El Pescador”.
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La primera fototeca de esta versión es una colección de fotógrafos franceses, la primera oleada que viene a retratar México, a retratar lo exótico y la modernidad: el ferrocarril, sitios arqueológicos -Desiré Charnay, Alfred Saint-Ange Briquet-. En esa primera fototeca se recabaron imágenes de seis archivos aproximadamente, desde Estéticas hasta la Biblioteca Nacional de Francia. Algunos aportaron las imágenes -como el caso de la Biblioteca que nos las vendió- y recibimos algunas otras del Getty, ya aquí seguimos con el trabajo de documentación; otros aportaron algo más como una parte de la ficha o la documentación mínima. Después dimos el salto a otro proyecto sobre fotógrafos alemanes en América Latina, ya no sólo en México, y convocamos a cuatro países. A la mera hora, como era mucho trabajo y con muy poco reconocimiento y pocos apoyos, solamente entraron Brasil y Argentina. De Argentina nos llamó particularmente la atención un archivo de la Pampa que le entró con muchas ganas.

¿A lo largo de estos años, han cambiado los objetivos para los que fue creado el LAIS?

LR: El LAIS se creó como un espacio de trabajo con imágenes y sobre las imágenes: queríamos hacer más explícito este trabajo. El proyecto antecesor del LAIS realizado en 2001-2002, fue el proyecto “Los Usos de lo Visual en la Investigación Social”. Era un proyecto de sólo un año apoyado por CONACYT y con este se sentarían las bases de la labor del LAIS. Ahí hicimos un diagnóstico somero de una docena de archivos fotográficos en la ciudad: cómo trabajaban, cuáles eran los problemas que tenían, en qué medida se acercaban o no los investigadores y para qué...el diagnóstico fue terrible.

Como prueba está el documental “Revelando el Rollo” que recupera los resultados y las terribles conclusiones de la investigación: los investigadores no se acercan a las imágenes y cuando lo hacen, si hay recursos, la utilizan como decoración para sus textos. En la mayoría de los casos ni si quiera va el propio investigador a buscarlas, normalmente mandan a alguien que junte imágenes del tema, aunque éstas no tengan nada que ver con el contenido del texto; las imágenes son utilizadas a manera de ilustración únicamente. Ese fue del diagnóstico que hicimos, no fue realmente una investigación que usara a la imagen como fuente primaria. Los problemas que surgieron fueron de diversa índole, en el documental Revelando el Rollo se van presentan uno a uno.

Uno de los grandes problemas podríamos decir que es esa sobrevaloración del aspecto comercial de las imágenes en detrimento de su valor epistémico. En esta cuestión hemos insistido mucho en nuestros textos, frente al uso extendido de las imágenes: ¿cómo es que podemos conocer a través ellas?, ¿es posible o no? La imagen ha sido sobrevalorada en ese sentido porque son pegadoras, siempre venden, en parte también por el aspecto estético; y es su valor epistémico el que hemos buscado revalorar desde nuestra investigación.

Si realmente podemos conocer a través de las imágenes pues debemos hacerlo explícito: ¿qué es lo que podemos conocer?, ¿cómo podemos conocer a través de ellas? Esto no es tan obvio dado el uso generalizado que se le da a las imágenes diariamente en la calle o en casa. A través de la publicidad tenemos mucho más incorporada la camiseta de espectadores y consumistas; realmente lo que hace falta es hacernos receptores críticos de las imágenes.

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Para nuestro gusto esto está en pañales y la educación de nuestro país no nos ayuda mucho; desde chiquitos nos enseñan que la letra es la que manda y la que tiene razón, todo lo demás cada quien puede interpretarlo a su manera. A su vez los medios de comunicación en este país son una vaca sagrada que nadie se atreve a tocar.

Eso ha hecho que tengamos un duopolio brutal haciendo un uso completamente desinformado y desinformador de las imágenes -hasta apenas en los últimos años ha habido algunos intentos por quitarlos de ese pedestal-. Con esa dinámica hemos crecido muchas generaciones: un consumo pasivo de las imágenes en donde frente a los mensajes audiovisuales, que son mucho más llegadores y efectivos, la crítica es nula. También por eso es tan complicada la búsqueda por revertir este proceso desde la investigación.

Y bueno, volviendo a los objetivos del Laboratorio, éstos han cambiado pero no tanto. El de base sigue siendo el mismo: construir un espacio de investigación en colectivo y multidisciplinario con pretensiones de trabajar interdisciplinariamente; es decir, descolocarnos de nuestra disciplina para ver desde otras y poder así construir cosas diferentes. Cómo -es decir, metodológicamente- cómo abordarlas, cómo investigar con ellas; porque partimos de la base de que en términos generales no se hace, las excepciones son contadas con los dedos de una mano. Los investigadores que tienen décadas tomando en serio a la imagen e investigando con imágenes somos muy pocos. La gran mayoría recurre a ellas nada como una ilustrar, eso es todo.

¿Consideran las actividades que lleva a cabo el LAIS inscritas en la esfera de la antropología visual?

LR: Aunque tenemos algunos clics con antropología visual, sí consideramos que nuestro acercamiento a la imagen es distinto. Para empezar no hacemos una investigación exclusivamente antropológica, justamente por la constitución multidisciplinaria del equipo y por ese afán de trabajar interdisciplinariamente. Somos críticos con lo que ha hecho la antropología visual a lo largo de su historia. Yo soy antropóloga y tengo presente que la antropología tiene sus inicios en la búsqueda por colonizar diferentes latitudes, así que el tema sobre los usos de la imagen desde los inicios de la antropología es en sí mismo otro tema de investigación. Por ello no comulgamos mucho con cosas que se etiqueten como antropología visual; también el concepto mismo nos parece limitado, y más que limitado, confuso, puesto que nos hemos encontrado con múltiples concepciones sobre la antropología visual. Uno hace cine etnográfico y ya dice que hace antropología visual o uno hace registros en campo, cámara en mano, y a eso le llama antropología visual. De manera que no nos termina por quedar claro qué es precisamente la antropología visual. Por ejemplo, hace algunos años tuvimos la visita de un científico alemán de un instituto en Göttingen que traía por completo esa etiqueta encima, y ahí fue cuando dijimos: “No queremos hacer eso”. Nosotros damos cursos de lenguaje audiovisual e investigación social desde el 1999, desde antes de ser Laboratorio; el Instituto Mora desde 1993 empieza a realizar documentales, diez años antes de conformarse como LAIS.
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Así que ya teníamos veinte años trabajando con documental de resultados de investigación y justo de ahí vino la autocrítica sobre cómo estábamos usando las imágenes en estos documentales. Estaba muy interesante pero no quisimos seguir por ahí, lo que quisimos fue incorporar las imágenes a la investigación y no seguir produciéndolas como lo hace todo mundo; como lo hace el medio, usando imágenes indiscriminadamente y la mayoría de las veces sin que tengan nada que ver con lo que se está analizando o narrando. Lo que nos pareció más grave fue que desde las investigaciones se replicara esta experiencia, desde la museografía, etc. Sobre todo porque hay nuevas generaciones empujando fuerte, queriendo hacer las cosas de manera diferente; aquí el freno fuerte es que las personas instaladas en el Instituto haciendo investigación todavía no dan el salto al mundo de la imagen y las nuevas generaciones crecieron rodeados de imágenes y con el internet, por ejemplo; ellos están pidiendo muchas cosas y también tienen muchas otras que ofrecer.

Y bueno, nosotros pintamos raya con la antropología visual. Decimos que hacemos divulgación histórica audiovisual; la historia tiene un peso importante en todo lo que hemos hecho, quizá más que la antropología o al menos a la par. A la vez, mucho de lo que hemos visto en antropología visual no nos convence para nada. Aquí trabajamos mucho con imágenes de archivo y también producimos imágenes en campo. Construimos nuestras propias imágenes en trabajo de campo, nuestras propias fuentes visuales y audiovisuales -siempre hacemos esta distinción porque tiene diferencias importantes metodológicamente hablando- y las recuperamos en archivo. El manejo de archivo siempre es bastante más complejo de abordar porque ahí normalmente no hay datos sobre quién registro la imagen, en dónde o cuando; ese es el gran problema de trabajar con este tipo de patrimonio.

De hecho, estamos por tener un encuentro sobre patrimonio visual/audiovisual, investigación y su gestión; porque en el transcurso que llevamos en el tema hemos aprendido que es un mundo bastante complicado, en donde varios entes están cruzados. No es un asunto nada más de los investigadores: es un asunto de los archivos, los archivistas, los estudiantes obviamente que se tienen que involucrar para que vaya cambiando la mentalidad sobre el patrimonio y las instituciones que lo manejan.

Finalmente, también es un asunto institucional, el INAH mismo que es la institución experta en esta materia ha fomentado muchas de las perversiones que se dan dentro del ámbito. Y son verdaderas perversiones; somos muy críticos de SINAFO, por ejemplo, que te atiende de maravilla, te hace unas reproducciones buenísimas pero te cobra una lana y eso es lucrar con el patrimonio nacional, un patrimonio que es de todos. Tú entras a su archivo y está plagado de errores, ahí lo último que ha importado ha sido documentar las imágenes y fomentar su investigación. ¡Y esto dentro del INAH! Cada vez que podemos lo decimos.

¿Cuál es la dinámica interna?, ¿Cómo se llevan a cabo las actividades dentro del LAIS?

FM: Las actividades del LAIS están claramente divididas. Una parte es investigación; se desarrollan proyectos de investigación con los temas que te hemos platicado, dando énfasis al uso de la imagen como fuente de investigación. Por otra parte, llevamos a cabo actividades para la formación de recursos.

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Para esta parte, desde hace diez años llevamos a cabo un taller de manejo
de equipo audiovisual para la investigación social, el cual tiene por objetivo acercar a los interesados -que sobre todo son estudiantes o gente realizando un proyecto de investigación- al uso de las herramientas audiovisuales: cómo operar una cámara, como manejar fotografías, cómo analizar imágenes, para que lo incorporen a sus distintos proyectos. A estos talleres vienen estudiantes de muchas instituciones de todo el país, incluso personas del extranjero: gente de Chiapas, Sonora, Chihuahua, Michoacán; y del extranjero, gente de Venezuela, Francia, estudiantes del posgrado aquí que aprovechan para tomar estos talleres o también algunos otros que consiguen recursos y vienen, como el caso de un par de norteamericanos de la universidad de Arizona. Es un taller que se ha hecho de renombre, es anual y es muy demandado. Tenemos salones muy pequeños aquí en el Instituto Mora y sólo podemos aceptar a 23 personas -como máximo- presentando sus proyectos; el nivel de solicitudes ha andado como en 60 y es difícil aceptar a la mayoría. También hemos dado este taller en otras instituciones del país: en la Autónoma de Querétaro, la Autónoma de San Luis Potosí, el Colegio de Michoacán, entre otras. A Gómez Palacio, Durango también fuimos a darlo. Esa es la labor académica del LAIS.

A la par hacemos otro tipo de encuentros atendiendo temas específicos- por ejemplo, el que vendrá la próxima semana tiene que ver con cuestiones de patrimonio- estos eventos los organizamos desde aquí, invitamos a conferencistas, a gente que está en el tema. Siempre que tenemos alguna preocupación tratamos de socializarla y de generar un evento académico para poder avanzar en el tema, hace unos años tuvimos un proyecto sobre el documental de investigación social e igual hicimos un foro con documentalistas para exponer asuntos relacionados con el tema.

Como puedes ver tenemos un buen acervo de cine documental, tenemos cerca de 600 títulos de documental del mundo. No son únicamente producciones del LAIS; el Laboratorio y el Instituto tienen trece producciones.

También estamos desarrollando un proceso de documentación del acervo para que todo esto esté en línea -así como Huellas de Luz- obviamente no las películas, sino las fichas. Queremos que la gente se acerque a esto y lo utilice también como herramientas para la investigación, nosotros pensamos que el mismo cine documental puede ser una fuente para otro tipo de proyectos. La ficha que hemos desarrollado, y en la que también tardamos un poco, tiene como particularidad que permite establecer las fuentes y los recursos que se utilizaron para la realización de los productos. Con eso estamos sentando las bases para que se utilicen como recurso de investigación, para que a partir de la ficha la gente pueda profundizar hacia donde quiera.

Regresando al tema de formación de recursos y eventos académicos, también hacemos talleres y encuentros de diversos temas que tengan que ver con la imagen. Paralelamente participamos en eventos académicos que tengan que ver con el tema; hace un año se hizo un evento en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo que tenía que ver con el tema de la imagen, el patrimonio, etc. y nosotros participamos ahí. Procuramos seguir formándonos en este sentido. Otra área importante es la producción audiovisual, tenemos un par de islas de edición con sistema AVI y After Effects; procuramos seguir haciendo producción audiovisual, ya sean cápsulas para nuestros talleres o en otros casos documentales, siempre provenientes de las investigaciones.

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¿Cómo es la comunicación con otros institutos de la Ciudad de México desarrollando en tema de la imagen y la investigación?, ¿Cuáles son los mecanismos para el intercambio de experiencias interinstitucionalmente?

FM: La parte del intercambio con otras instituciones ha ido de la mano con el desarrollo de los proyectos; por ejemplo, con el Museo de Sao Pablo hemos trabajado bastante dentro del marco del proyecto Huellas de Luz o con otro tipo de instituciones, como el Instituto de Investigaciones Estéticas, el vínculo se da en realidad a través de los proyectos. Aunque claro, siempre hay encuentros interesantes en los eventos académicos, el encuentro que tenemos en puerta lo trabajamos con la Cineteca Nacional. Actualmente también reanudamos –de éste van seis ediciones- un curso que se llama Uso del Lenguaje Audiovisual en la Investigación Social que está enfocado sobre todo al documental: cómo se lleva a cabo la investigación en la producción de un documental, el uso y el papel de ésta en la realización de un documental. En este sentido hemos trabajado con gente de varios lugares del mundo: de la Universidad de San Francisco, Malcom Collier; gente de Göttingen; Virgilio Tosi de Italia; Catarina Alves de la Universidade Nova de Lisboa y este año, en Octubre, vendrá alguien de Cuba a darlo. De esta forma también se generan los vínculos con las diversas instituciones, cuando tenemos intereses en común siempre las tomamos en cuenta. La Filmoteca de la UNAM nos ha apoyado en algunos sentidos y con algunas otras instituciones también se han dado colaboraciones; incluso con instituciones no necesariamente académicas como el caso de los archivos por ejemplo, que derivan en facilidades de información. A veces los convenios institucionales se hacen no tanto para que ellos participen en la investigación, sino para que faciliten algunas cuestiones.

¿Las convocatorias para las distintas actividades del LAIS son, por tanto, para la población del Instituto Mora como para estudiantes externos?

LR: Sí, son abiertas; dentro del Instituto Mora no tenemos mucho eco. Ahora quizá más porque ya hay una población significativa de estudiantes: el Mora ya cuenta con seis posgrados y una licenciatura, también hay un doctorado. Pero antes de esos programas de estudio lo que menos llegaba a nuestros cursos era gente del Mora. Ahora ya hay una pequeña parte de la población de investigadores, quizá un 10%, sensibilizada en el aspecto de las imágenes como fuentes de investigación. Pero nuestros cursos son todos abiertos, la convocatoria se extiende al exterior del Instituto.

Con respecto a la colaboración institucional, ya contamos con unos acuerdos de cajón a nivel nacional y a nivel internacional. En Brasil, con el Museo Paulista por ejemplo, unas colegas que desde el primer congreso de imágenes e investigación social que hicimos fueron ponentes -desde 2002- hemos seguido muy de cerca el trabajo con ellas. En ese congreso, de los 54 ponentes, más de la mitad fueron de Brasil. Ahí nos quedó claro que el panorama en Brasil estaba a años luz de nosotros. En Brasil tienen mucho más tiempo preguntándose por todo esto, ellos llegaron a darnos varias cátedras sobre el tema; por lo menos van una generación adelante reflexionando en las implicaciones de la imagen en la investigación social. Ahí tienes a investigadores octogenarios que le metieron el diente al tema desde hace mucho tiempo; aquí aún falta mucho. Lo que más impresiona del caso brasileño, es que tienen una red impresionante de comunicación interuniversitaria, todos los involucrados están muy en antena con lo que se hace a nivel nacional; eso aquí no se ve. Esa logística hace una gran diferencia en la dinámica de los archivos, por ejemplo.

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¿Podrían hablarme acerca de la composición del LAIS?, ¿cuántas personas integran al equipo?, ¿de qué disciplinas vienen?

LR: La composición no ha variado mucho; los únicos cambios se han dado recientemente. Han sido diez años de cuatro proyectos CONACYT y de eso se ha sostenido. Toda la infraestructura es CONACYT, si esto lo hubiera tenido que poner el Mora no creo que estuviéramos tan avanzados. Del proyecto “Los Usos de lo Visual en la Investigación Social” que obtuve por un año surgió ese primer tamiz de aproximaciones al tema. Inmediatamente después metí el proyecto de creación de un Laboratorio Audiovisual de Investigación Social, dado el diagnóstico que habíamos obtenido en el primer proyecto. Todo eso queda muy bien retratado en el documental Revelando el Rollo del que te hablé antes. Además es todo un docudrama, sale por completo del esquema de otros documentales que hayamos hecho. Nos rebasó, queríamos poner en escena todos los avatares que sufre un investigador que quiere trabajar con imágenes. Curiosamente este documental ha tenido mucho uso universitario, en la UAM y en la UNAM, entre estudiantes que están interesados en esto. Entonces después de este proyecto le entré al de creación de un “Laboratorio Audiovisual de Investigación Social”, salió apoyado por cuatro años y luego metimos el de “Preservación e Imágenes: Sistemas de Información, Acceso e Investigación” que duró seis, fue muy largo. Diez años y en medio tuvimos uno de repatriación de una colega que estudió en Francia, en la Sorbona, estuvo haciendo una estancia que duró un año. Entonces han sido cuatro proyectos CONACYT a lo largo de esta década. Siempre hemos sido entre tres y cuatro técnicos académicos que [ahora] son: Felipe, Carlos y Andrew que desarrolló el sistema, él es músico con maestría en antropología, está a punto de doctorarse por la ENAH.

 

Posproducción en el LAIS, Lourdes Roca y Felipe Morales, Ciudad de México, 8 de diciembre de 2005.

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Carlos que básicamente se ha formado en comunicación y es un experimentado camarógrafo y Felipe que se formó en comunicación también. Actualmente como investigadora ya sólo estoy yo pero tenemos varios –tres o cuatro- investigadores que están en este territorio, aunque no como parte fija del LAIS; la población que va y viene cada año son tesistas, becarios y gente de servicio social.

¿Cómo manejan el cambio tecnológico, ahora tan acelerado, para mantener sus equipos actualizados?

LR: Empezamos con una isla analógica, antes de ser LAIS. Cuando nos conformamos como Laboratorio realizamos la migración a digital, mientras duró el proceso de migración, llegamos a tener dos islas. Ahora ya sólo nos quedó un equipo analógico para todo lo que haya que pasar; tenemos muchos registros en Hi8, que fue la primera cámara con la que contamos, después tuvimos Betacam, y ahora que todo es digital batallamos para poder recuperar esos registros. En este sentido hemos hecho varias peticiones al Mora, en algunas ocasiones nos han resuelto y en otras no se ha podido.

Es una cosa reciente la obsolescencia del equipo analógico, que aquí nos sirvió por muchísimos años, fue un equipo que adquirimos entre 1996 y 1997 con el proyecto del multifamiliar Miguel Alemán. Con este proyecto se formó la primera isla como tal porque un “Pueblo en la Memoria”, primer documental del Mora sobre la historia oral de Mixcoac, lo realicé con equipo personal y acabé editándolo en la UPA -Unidad de Producciones Audiovisuales de CONACULTA- que en aquél entonces estaba en la del Valle. Todo eso se hizo fuera de proyectos del  Instituto Mora.

Ya entre 1994 y 1996 hubo una toma de conciencia importante por parte de director del Instituto de aquél entonces, sobre la veta que teníamos aquí y que claro que había que seguir haciendo documental. Con la iniciativa de Graciela de Garay, que en ese entonces coordinaba el proyecto de Historia Oral, obtuvimos el proyecto CONACYT para hacer una historia sobre el multifamiliar Miguel Alemán que cumplía cincuenta años en el 99’: ahí armamos toda la infraestructura básica.

El Mora nos ha apoyado hasta donde se ha podido. Ahora contamos con DVcam, en video tenemos buena infraestructura. El área de fotografía no había sido prioritaria pero ahora que hemos estado trabajando en archivos nos dimos cuenta que no todos los archivos reproducen sus imágenes sino que tienes que ir tú a reproducirlas; por esa razón hay que contar con buen equipo fotográfico también. Sigue siendo común que los involucrados ocupen sus propios equipos, aunque la mayoría de los investigadores aquí le tienen miedo a las herramientas técnicas, es complicado dar el salto. Sin embargo, siento que en el Mora se están dando cambios positivos con el paso de los años; se comprende cada vez más la labor del Laboratorio.

Esta experiencia de confusión frente a lo que hace un área de medios audiovisuales dentro de una institución de investigación social, es algo que se repite en los diferentes institutos que he visitado.

LR: Seguramente. Aunque creo que la diferencia con el Laboratorio de Medios Audiovisuales del CIESAS, por ejemplo, es que está en una institución en donde el eje central es la antropología y por ello existe al menos la sensibilidad de llevar al campo una cámara. Aquí esto no sucede, hay gente que aún se pregunta para qué necesitaría fotos en su investigación.
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Trabajo de campo, Carlos Hernández, Ciudad de México, 22 de agosto de 2014.

 

En la antropología, en ese sentido, están parados en otro lado y aquí el campo antropológico no predomina para nada; al contrario, yo fui durante muchos años la única antropóloga, ahora acaba de entrar uno más pero somos tan sólo dos de sesenta investigadores. Aquí siempre ha tenido preeminencia la investigación histórica; ahora es que ya está más equilibrado entre historia y ciencias sociales, recientemente ha cobrado fuerza un área de cooperación internacional con la maestría que se abrió; pero durante años el Instituto se dedicó solamente a la investigación histórica, a la manera de hacer historia clásica. Eso de salir con cámara a campo no se consideraba, antes no había la necesidad ni siquiera de salir a campo.

¿Me podrían platicar sobre la agenda del Laboratorio?, ¿Cuáles son los proyectos para los próximos años?

LR: Ahorita estamos abocados a la publicación de un texto colectivo, pensado para responder a las necesidades de las nuevas generaciones. El texto habla sobre cómo introducirse a este ámbito en el aspecto teórico, pero sobre todo, metodológico, porque han llegado muchos tesistas con proyectos que involucran la imagen pero no saben cómo realizarlos. Lamentablemente, en los programas de licenciatura o posgrado, este tipo de formación todavía es muy incipiente y aislada, y los estudiantes tienen que ir buscando cómo juntar esa información; acaba siendo una formación casi autodidacta porque ningún programa te la ofrece en realidad. En este sentido ha sido muy importante la creación de una licenciatura en el Instituto Mora que ya va para la 3a generación. Es una licenciatura en historia con tres salidas: divulgación de la historia, didáctica de la historia y gestión del patrimonio.

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Esa licenciatura ha sido muy importante para ir explorando el terreno en que se desenvuelven las nuevas generaciones, porque por dos de sus líneas le pega directamente a lo que hace el LAIS.

En este contexto surgió el plan de construir una publicación que atendiera precisamente estas necesidades. Tenemos planeado terminarlo en Junio y estará dedicado a los estudiantes interesados en este ámbito; estará muy cargado a lo metodológico en materia de investigación, documentación y catalogación de imágenes, y en materia de gestión de patrimonio visual y audiovisual. También estamos muy preocupados por la formación de recursos. Antes sólo dábamos un taller, pero con la creación de la licenciatura, hemos visto un incremento palpable en la demanda; paralelamente nos han llegado muchas peticiones de varios estados de la República, no únicamente del Distrito Federal. Aquí el problema es el salón que no acepta a más de 22 estudiantes. El taller de manejo de equipo que se da cada año en Octubre, y que ya va para la 10a edición, también tiene una retroalimentación muy importante. Ese taller y mi experiencia dando clases en estudios de la imagen, han sido uno de los principales detonadores de esta publicación; cada vez que me enfrento con un grupo nuevo implica dar todo este contexto una y otra vez porque no hay nada escrito, de manera que vimos la urgencia de dejar en papel muchas de nuestras experiencias metodológicas para que el escrito se convierta en una referencia.

En este sentido, el año pasado dimos un curso entre todos en un diplomado de la Facultad de Ciencias Políticas; nosotros dimos el primer un módulo, CIESAS dio otro y el tercer módulo lo dieron entre varias instancias de la UNAM-MUAC, Estéticas, etc. –.

Impartir este módulo fue una experiencia de mucho aprendizaje pues volcamos todo lo construido en el LAIS, aquí tuvimos aproximadamente cuarenta horas y pudimos explayarnos mucho más a comparación de los cursos de veinte horas que normalmente impartimos. Esta experiencia también abonó a la necesidad de generar una publicación. De hecho, el encuentro de la semana que viene está dentro de este marco también. Nos preocupa mucho meterle esfuerzo a la formación de recursos humanos en vista de la licenciatura que tenemos que atender y que al menos nos exige dos materias por generación, quizá más conforme van saliendo en las distintas líneas de desarrollo que se ofrecen; paralelamente la demanda de afuera cada vez es mayor. Esta experiencia del diplomado el año pasado ya la convertimos en un curso de Investigación con Imágenes y ya nos lo han pedido en tres estados, por ello es que estamos muy preocupados por la formación de recursos humanos.

¿Qué opinas sobre el proceso de formación de plantillas docentes consolidadas en este campo, para promover que la labor académica satisfaga verdaderamente las necesidades de los estudiantes interesados en conjuntar su investigación con el potencial de los medios audiovisuales?

LR: Ahí hay mucho trabajo por hacer. Los programas como el de la licenciatura que te comento sufren mucho para conseguir a la persona adecuada para impartir las materias. Esto me tocó verlo por ejemplo en un programa de maestría de divulgación de la historia, que fue lo que cursé, batallaban muchísimo para conseguir quién diera las materias; a tal grado de que ahora el programa ya no existe, duró únicamente tres generaciones.

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Es lo que te decía, verdaderamente no hay programas, hay nada más tentativas, cursos asilados y quién realmente se lanza a implantar un programa de estas condiciones no la tiene fácil. Encontrar a un maestro que combine por ejemplo, historia y museografía, suena interesantísimo y claro que hay muchas personas dedicadas a eso. El problema empieza ya cuando revisas a detalle y te das cuenta de que los que podrían cumplir con el perfil están en el medio y no tienen tiempo para dar clases, o el proceso inverso: están en la academia y no desarrollaron las habilidades necesarias en el campo de trabajo. Hay este tipo de problemas, lo vi desde los noventas cuando estaba en la maestría. Y ahora que lo pienso así, ya han pasado veinte años y no ha cambiado mucho el panorama. Sin embargo, quiero pensar de forma optimista y notar algunos cambios al menos aquí dentro del propio Instituto. Esta problemática toca mucho el terreno y los debates de la interdisciplinaridad y la constitución de equipos de trabajo interdisciplinario.

Los aspectos que nos importan en nuestra investigación -que es básicamente documentación y todos los procesos que tiene que ver con la archivística- vemos que los archivos comunitarios, pequeños, tienen más potencial de lo que pensamos de los grandes elefantes blancos. Esto tiene obvias razones de ser. Por ejemplo, para la colección de fotos de un barrio no hay nadie mejor que los propios pobladores para describir qué hay en ellas y qué es lo que saben de ellas, así es como estas pequeñas colecciones se van haciendo poco a poco más aprehensibles. Hemos visto pues que las iniciativas locales y comunitarias llegan mucho más lejos que otros grandes archivos institucionales y nos hemos propuesto trabajar con ellas.

Ha sido muy interesante porque hemos logrado juntar una quincena (queremos llegar a treinta) de experiencias que van desde Campeche, Ciudad Mendoza hasta Mérida, Xochimilco, Axotla, el barrio de la Fama en Tlalpan y el potencial del intercambio es amplísimo e interesante. Queremos que las intervenciones sean ágiles, se propondrán temas y hay dos intervenciones de un de máximo siete minutos para que la gente hable de la práctica, porque cada línea temática apunta a las problemáticas que se viven día con día gestionando este tipo de archivos.

Por ejemplo hablaremos sobre el caso de la Fama, que ha empezado a consolidar un museo de sitio en lo que era la fábrica de la Fama, conjuntando al barrio obrero alrededor con aún mucha presencia, o de la experiencia de la Cineteca con el proyecto “Archivo Memoria” que ahora convocan. Viene también Victoria Novelo a hablar sobre su experiencia de esto que ha denominado Memoria Visual en Yucatán, proyecto que ha llevado a cabo con escasos recursos. Buscamos pequeñas experiencias acotadas a investigar, intervenir y gestionar patrimonios visuales y audiovisuales.

Otra de nuestras propuestas es que la investigación no sólo se hace desde la academia y lo podemos constatar en un caso como el del barrio de la Fama, en donde la gente se propuso recuperar su historia local. Hemos encontrado que, para el detrimento de ambas, la investigación desde la academia y la investigación independiente son dos brechas que normalmente nunca se tocan.

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¿Cuál crees que es el potencial de la imagen en función de la investigación social?

LR: ¡Muchísimo! Lo que hace falta es decir cómo utilizarlo, metodológicamente hablando. Me queda claro, a través de múltiples ejemplos en la vida real, cómo la imagen cuando se aborda de manera sistemática y con método viene a plantear nuevas preguntas a la investigación. Como cualquier otro tipo de documento puede llegar a plantear muchas respuestas, hacer evidentes las contradicciones al confrontar fuentes, pero sobre todo puede acercarnos a mundos que la mayoría de las veces están silenciados en otros recursos: niños, mujeres que no aparecen en la documentación oficial; nos permite acercarnos a otras caras que a veces no vemos.

Esto no quiere decir que toda investigación se deba hacer con imágenes, pero sí creo firmemente que en lo que respecta a la segunda mitad del siglo XIX y todo el XX, la circulación de imágenes es apabullante y no concibo cómo es posible hacer una investigación de este periodo sin contemplar sus imágenes como una dimensión que tiene algo que decir y que revelar. Ahí tenemos la amplia hemerografía plagada de imágenes, por ejemplo. Hay tantos tipos de imágenes y todas pueden aportar cosas muy distintas: la caricatura, la imagen de propaganda, la imagen documental y etnográfica; cada una tiene potenciales distintos y detona distintas reflexiones. Esa es nuestra tarea, mostrar en qué medida las imágenes hacen una diferencia en la investigación; porque actualmente la gran mayoría de las investigaciones con imágenes hacen un uso prescindible de ellas, lo importante es visibilizar su utilidad para potenciar la construcción metodológica. Ese es el gran reto.

 

Producción de entrevista, Felipe Morales Leal y Carlos Hernández, Ciudad de México, 27 de mayo de 2015.

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¿El LAIS cuenta con acervos?, ¿cuenta con alguna revista de publicación propia?

LR: Sí. Tenemos 800 documentales, ha sido una tarea monumental construir la herramienta de consulta. Queremos que a mediano plazo todos los documentos estén fichados y sus fichas en el línea, la consulta es in situ.

Lo que queremos es fomentar la investigación a partir del documental, área que todavía está en pañales. Muchos alumnos han venido con esa iniciativa y no saben ni por dónde empezar.

En cuanto a las publicaciones, en la sección de investigación en la página web del Instituto Mora, en el espacio del LAIS, están los links a las distintas revistas en las que hemos publicado. No hay una revista propia pero hemos publicado ya en la Revista Chilena de Antropología Visual, en revista Secuencia del Mora, en la revista del Museo Paulista de Brasil. Lo que hemos hecho desde aquí son boletines; hicimos un foro sobre documental en 2008 y sacamos un boletín por sesión, por ejemplo.

Desde el 95’ que empezamos con videoforos de documental se detonó este acervo, de los noventas para acá ha crecido considerablemente con los talleres y demás eventos organizados. Los participantes nos dejan sus proyectos; empezó siendo un acervo de documental mexicano, hecho en México y sobre México, y ahora ya contamos también con los títulos clásicos de la historia del documental alrededor del mundo.

Un comentario adicional sobre la antropología visual que puede ser útil es que, por ejemplo, las dos instituciones que salieron con esa bandera únicamente fueron el Laboratorio de Antropología Visual de la UAM-I y la ENAH, ni siquiera me atrevería a decir que el propio CIESAS; lo que creo que sucedió en ambos casos fue que se importó el concepto sin mayor reflexión sobre qué significaba verdaderamente la antropología visual. Por eso nosotros desde el principio decidimos llamarle a lo que aquí hacemos investigación social, desde siempre quisimos romper con las disciplinas encajonadas; y de alguna también quisimos parar la producción de imágenes para detenernos más en los pormenores teóricos y la parte metodológica, aspectos que necesitan serios replanteamientos.

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