Sin embargo, el tema del documental va mucho más allá, porque de lo que trata no es solo de una obra de documentación fotográfica notable, sino sobre todo, y sin que se puedan separar una cosa de la otra, de la persona de su autor: de sus avatares y de su vida y, en un tercer nivel de imbricación, nos muestra la relación estrecha que hay entre el autor, su trayectoria vital, y su obra. Esta unión resulta aún más intensa porque es narrada con la voz de la familia, ya que son los hijos del fotógrafo quienes dan cuenta de los avatares y la historia de su padre, y es uno de sus nietos, Yago Léonard Saavedra, quien dirige la película2. De hecho, bajo una apreciación personal, el documental es una película de amor. Trata del amor de Jacques Léonard por su mujer, Rosario Amaya. Esta historia de amor es contada por los hijos de esta pareja, Santiago y Alex, que han conservado como herencia de su padre el amor que este sintió por los gitanos, del que ellos mismos son encarnación, junto con las 3.000 fotografías resultado de ese mismo amor.
En suma, la historia comienza con el rescate documental del archivo de Jacques Léonard (París, 1909; L’Escala, Cataluña, España, 1995), un fotógrafo desconocido, más o menos coetáneo de la famosa generación de profesionales catalanes de Francesc Català-Roca, Xavier Miserachs, Leopoldo Pomés, Grabriel Cualladó, Eugeni Forcano, etc. que, desde su muerte, había permanecido guardado en cajas en un trastero por sus hijos Santiago y Alex Léonard Amaya, fundamentalmente por Santiago que trabajó como ayudante de su padre en el estudio fotográfico.