Eso y la edición eran lo que requería más trabajo, pues para editar uno colgaba los planitos en unas cosas de madera con puntillas y entonces las iba revisando a contraluz. Era un trabajo muy artesanal, para juntar la película se usaba una pegadora, entonces tú ponías cinta pegante y usabas una cuchilla para raspar un pedacito y con un esmalte ponías, pegabas y esperabas a que se secara.
La cámara era otro tipo de trabajo artesanal, todo era manual. Uno abría su cámara, le ponía el rollo y le daba cuerda, porque eso funcionaba con cuerda. La cámara tenía tres lentes, y como en “Chircales” no había luz, era ideal para eso. Ahora llega todo el mundo y filma en alta definición todo lo que quiera con un teléfono, pero el cine en blanco y negro que se hizo es la cosa más bella de la historia del cine. Ahora es más fácil, la gente graba todo, antes había que escoger. Jorge cuidaba mucho el registro, para la fotografía había un exposímetro y había que estudiar la luz, aplicar filtros, era todo un trabajo mientras que ahora pones automático y listo. El cine que se hizo en esa época como el de Glauber Rocha, son obras maestras. Yo no creo que el cine haya llegado ahora a esos niveles.
La sincronización en la moviola era un trabajo tremendo, yo pasaba un año entero en ella y Jorge tenía una disciplina impecable, trabajaba 8 a 10 horas diarias en esa moviola porque tenía que medir, pegar y sincronizar. Tenía 3 bandas, una para la música, otra para los audios y otra para la imagen.