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Imaginario social de la cartografía histórica del barrio de La Chimba. Poder, significación y simbolismo.
Rodrigo Díaz Plá

I.- Introducción

Desde las primeras travesías de poblamiento y conquista de nuevas tierras hasta la actualidad, las representaciones gráficas del territorio han sido de vital importancia tanto para la ubicación de ciertos elementos geográficos, como también para significar un lugar determinado. Muchas veces, estas representaciones fueron realizadas sin la presencia empírica del autor en el espacio que dibujaba respondiendo más bien a un imaginario individual y/o colectivo determinado.

El presente artículo surge de la necesidad de visualizar y comprender los distintos imaginarios insertos en las representaciones gráficas que se han realizado de La Chimba, en los planos de Santiago de Chile desde el siglo XVI al siglo XX. Para esto, se ha elaborado una muestra de seis planos y mapas de la ciudad, los cuales son una selección recopilada del libro de René Martínez Lemoine, “Santiago de Chile, los planos de su historia. Siglos XVI a XX. De Aldea a Metrópolis”. En cada uno de ellos, se realiza una breve descripción, apuntando particularmente a La Chimba como foco de nuestra atención. Por otra parte, se contextualiza cada plano, lo que nos permite insertarlos dentro de un tiempo histórico determinado, cuestión que será de vital importancia para descubrir la lógica que subyace en la representación de estos planos.

La imagen como documento: Representaciones e Imaginarios.

La ciudad, lugar de la puesta en escena de los cuerpos en el ámbito urbano, es nuestro objeto de estudio. En este sentido, y en palabras de Gravano, este enfoque nos permite “aprovechar la riqueza metódica del enfoque antropológico para estudiar en forma particular el fenómeno urbano, complejo o moderno en la totalidad de sus manifestaciones: cualquier sector social o cualquier aspecto que se considere” (Gravano, 1995). Para este análisis en particular, el estudio de la ciudad involucra un estudio de la “imagen de la ciudad”, manifestada en los planos de la ciudad de Santiago.

Una de las grandes motivaciones para trabajar el tema de los planos y mapas de Santiago de Chile y la representación de La Chimba en cada uno de ellos, ha sido la novedad en la experiencia antropológica. Y es que claro, la antropología se vale principalmente del trabajo de campo y la observación participante, utilizando la etnografía como herramienta predilecta para sus investigaciones. Desde un tiempo hasta ahora, un sector académico de la antropología se ha dedicado a estudiar y también a documentar diversos sucesos sociales a través de la imagen. La imagen para Barthes es una “re-presentación, es decir, en definitiva, resurrección” (Barthes, 1982). Frente a esta situación, señala Barthes, es que surgen una serie de interrogantes sobre la naturaleza misma de la imagen como categoría de análisis.

 
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Hans Belting, plantea la existencia de una problemática epistemológica en relación al estudio de las imágenes en antropología: lo antropológico no es esencialmente el estudio de la imagen, sino del ser humano. Es en esta objeción donde radica el hecho fundamental de estudiar la imagen y el imaginario. Belting señala: “Una imagen es más que un producto de la percepción. Se manifiesta como resultado de una simbolización personal o colectiva” (Belting, 2007:14), es decir cargada de significado, valores y creencias.

Pero, ¿es posible hablar de imagen sin definir lo que es imaginario social? ¿Qué es lo que subyace estos valores, significados y creencias en las imágenes?

El imaginario social, según Glenda Yanes, es aquello que “hace de marco o trasfondo para que las personas interpretemos nuestra vida cotidiana… se construye a partir de subjetividades y abstracciones de las vivencias cotidianas, de lo que escuchamos, observamos e interpretamos para definir y visualizar nuestra realidad” (Yanes, 2008). Marc Auge tipifica tres tipos de imaginario: El imaginario individual, el imaginario colectivo, y el imaginario de creación, comprendiendo este último la articulación entre el imaginario efectivo –objeto- y el imaginario radical –significado (Auge, 2003: 71). Para Auge, existe una interrelación entre los tres tipos de imaginario, pues cada uno afecta al otro en función de la imagen que se está representando.

A partir de estas definiciones, establecemos que la relación entre la imagen y el imaginario es bidireccional: no existe una imagen sin imaginario, como tampoco un imaginario sin imagen.

Una vez considerada la imagen como objeto de conocimiento antropológico por su inter-relación con el imaginario social, y siguiendo a Rojas Mix, es necesario trabajarla como documento, no como ilustración2. En este sentido, debemos tomarla como un fenómeno social, por lo tanto documentable y desentrañable. Así, los planos y mapas, como imágenes construidas desde el imaginario que cargan, “pueden explicar aspectos importantes de geopolítica y enriquecer nuestros conocimientos sobre mentalidades de época. Las referencias cartográficas pueden igualmente sintetizar el imaginario político” (Rojas mix, 2006: 147), cuestión que nos convoca en este artículo: desentrañar el imaginario que subyace detrás de cada plano-imagen.

La ciudad de Santiago y el antiguo barrio de La Chimba. Vida social y territorialidad.

La Chimba es un antiguo barrio ubicado en la ribera norte del río Mapocho en la ciudad de Santiago de Chile, el cual actualmente está compuesto por las comunas de Recoleta, Independencia y Conchalí.


 
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No existe una fecha de origen estricta que defina desde cuando este antiguo sector de la ciudad se configuró como lugar de habitabilidad, pero hay datos que sugieren que antes de la llegada de los españoles, sectores tales como los alrededores de Cerro Blanco guardan hoy en día algunos vestigios de su ocupación temprana prehispánica.

La palabra Chimba, cargada de sentido práctico, en voz quechua significa “el terreno, barrio o localidad situada al otro lado del río” (Rosales 1948: 52), la cual surgió cuando don Pedro de Valdivia, antiguo residente de La Chimba, trasladara sus tropas hacia la ribera sur del río Mapocho, y fundara finalmente la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura en esos territorios. Fue con este hecho, que el territorio de la Chimba se fue constituyendo como un arrabal: un sector de los extramuros de la ciudad, en donde se fueron estableciendo en un primer momento los yanaconas e indígenas de distintas etnias que estaban al servicio de los conquistadores. Una muestra de esto, son los bautizos que sucedieron en la Chimba hacia la segunda mitad del siglo XVII, que nos hablan de 45% de bautizados de origen español, frente a un 55% de mestizos, un 37,5% de indios y africanos (Anduaga et al., 1996).

Con la fundación de la ciudad, también comenzó un proceso de urbanización incipiente, la cual se regía en virtud de ciertos parámetros establecidos por el rey Carlos V para todas las ciudades fundadas del Nuevo Mundo.

Es así, que la ciudad de Santiago se urbanizó en forma de damero, cuestión que no traspasó la frontera natural del Mapocho hacía el norte. De hecho, las primeras formas de habitabilidad en tiempos de la conquista en el sector de La Chimba, correspondían a caseríos disgregados y ranchos sin un orden establecido como podremos observar más adelante. Con el correr de los años, en el sector se fueron estableciendo también habitantes ligados al sector artesanal de producción y españoles empobrecidos: el centro de la ciudad les era negado, ya que correspondía al lugar del poder (De Ramón, 2000).

Ya hacia el siglo XVIII, el sector de La Chimba era habitado por población mestiza, india, españoles, negros y mulatos. Un sector, como veremos más adelante, de una vida social convulsionada y movediza, que se genera tanto por esta mixtura social, como también por su posición territorial especifica.

a.-Límites de La Chimba (o la imprecisión para un territorio disgregado)

Hablar hoy en día de límites para La Chimba, resulta una tarea compleja que nos lleva a plantearnos variadas preguntas en relación a la ocupación del territorio y a la significación que los propios habitantes daban a sus espacios sociales. Esto por supuesto no es tarea de este artículo, pero para que el lector comprenda cual es el espacio físico en el cual enmarcaremos nuestra reflexión, es que realizaremos una breve discusión entorno a los límites del antiguo barrio de La Chimba.

 
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Carlos Lavín señala que el centro del antiguo barrio de La Chimba se encontraba en la plaza de la Recoleta Franciscana. Es este centro, el que sería parte fundamental para la expresión de las “costumbres chimberas” en la época colonial.  “Desde este centro, hacia el oriente, se extendía por el callejón de La Chimba, hoy Dardignac, y por el Cequión, hoy Andrés Bello (Lavín, 1947: 37)”. No menciona los límites de esta extensión, ni tampoco los menciona hacia el norte ni el poniente.

Ya en el siglo XIX, los límites de La Chimba los podemos definir en relación a las crónicas y estudios sobre este sector santiaguino, los cuales nombran el Camino de las Hornillas (actualmente Avenida Fermín Vivaceta) por el poniente, Camino del Salto (hoy Avenida Recoleta) por el oriente y el Cerro Blanco por el norte. Claro está que señalar limites precisos para el sector de La Chimba es probablemente imposible, por su condición irregular de caseríos y territorios habitados, pero, en la sapiencia de que La Chimba fue una construcción desde el poder y con la ciudad de Santiago ya levantada y en proceso de urbanización, nos centraremos entonces en esta limitación para definir el territorio de La Chimba.

b.- Territorios habitados y vida social en La Chimba

La Chimba, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, era un territorio discontinuo y agreste. Grandes chacras y solares, se entremezclaban con pequeñas formaciones de carácter semi-urbano como rancheríos y poblaciones espontáneas.

En el siglo XVI, con la fundación de Santiago como ciudad, La Chimba prácticamente no aparece en el trazado urbano, siendo un lugar marginal y considerado como los “extramuros” de la ciudad, a pesar de la importancia que esta zona tenía en la vida social y económica de la naciente Santiago (De Ramón y Gross, 1985; De Ramón, 2000). Para estos tiempos, La Chimba y sus sectores aledaños eran más bien terrenos agrícolas, con pequeñas quintas y chacras de cultivos que alimentaban a la ciudad en formación. Con el pasar del tiempo, la población fue aumentando en volumen, cobijando sobre todo a indios, mestizos y españoles empobrecidos, dedicados principalmente a las labores de artesanía y agricultura. En el año 1598, se instalan en el barrio gran cantidad de migrantes venidos de las ciudades del sur destrozadas por las guerras con los mapuches. Son las primeras formas de urbanización de este lado de la ciudad.

Hacia el siglo XIX, el crecimiento poblacional de La Chimba fue más bien lento y de carácter gradual, esto debido principalmente por las grandes extensiones de tierra y chacras cultivadas que aún permanecían en este sector, imposibilitando así una urbanización explosiva. Ya para inicios de la década de 1870, se construye la que sería una de las primeras formaciones urbanas en La Chimba: La Población Ovalle (Anduaga et al., 1996; Romero, 1997), que correspondería también a una de las primeras formaciones urbanas ligadas a la especulación inmobiliaria y a la usura por parte de privados en la construcción de territorios ampliamente habitados. 

 
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Esta, se construyó en el sector que antiguamente ocupaban dos de las más emblemáticas formaciones habitacionales del sector de La Chimba: El Arenal y El Campamento.

Según Patricio Duarte, la identidad chimbera se basaba principalmente por la distinción que otorgaba tanto su tradición histórica como su singularidad en relación a la ciudad de Santiago (Duarte, 2001). Esta identidad comenzó a romperse con dos hechos significativos: la canalización del Mapocho, que cortaba la vida social ribereña de los habitantes de La Chimba; y la construcción de diversos puentes que conectaban a este antiguo barrio con la ciudad de Santiago (Ibíd.).

La distinción entre este territorio y la ciudad de Santiago, estaba definida, tanto en un sentido físico y topográfico, con la figura del río Mapocho que actúa como frontera física y social (Muñoz, 2005), pero también, en un sentido ampliamente simbólico. Carlos Lavín en su texto “La Chimba”, relata periódicas “batallas” entre ambos bandos del río, guerras de carácter simbólico, que muchas veces incluso llegaban a la agresión física (Lavín, 1946; Zapiola, 1872).

La vida social de La Chimba estaba marcada por la fiesta y la religiosidad. Una extraña mezcla entre lo sagrado y lo profano, en donde los límites quizás muchas veces fueron quebrantados.


La pobreza se mezclaba tanto con la alta alcurnia que poseía sus casas de veraneo, como también con instituciones religiosas que hicieron de La Chimba, un territorio a conquistar. Diversas fueron las ordenes que llegaron a este sector de la capital –Dominicos, Franciscanos, Jesuitas, entre otros- y que le dieron una estampa particular al territorio.

IV.- Las cartas-imágenes. Los planos impresionistas de los siglos XVI, XVII y XVIII.

La carta, es definida usualmente como una representación de toda o una parte de la superficie de la tierra, sobre un soporte plano. Para Gilles Palsky, esta definición es insuficiente en tanto la carta adquiere variados sentidos dependiendo de la cultura que la crea. Por esta razón, propone que la definición debe integrar la pluralidad de las representaciones, los tipos históricos variados, pero también las formas contemporáneas innovadoras3. La carta-imagen, para los siglos XVI, XVII y XVIII, es definida como aquella que plasma una imagen en función de lo que quiere representar cierto autor. Para este efecto, revisaremos tres planos en particular que revisten de una carga simbólica potente y que nos llevan a plantearlos como cartas-imágenes.

Guaman Poma de Ayala, nacido en el siglo XVI, fue un cronista indio de la conquista de América. Su obra es mundialmente conocida por la cantidad de dibujos que representaban diversas situaciones, lugares y personajes del mundo indígena de la época.

 
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Imagen 1. Guaman Poma de Ayala y su representación de la ciudad de Santiago. Él nunca pisó suelo chileno, pero de igual manera realizó un levantamiento de la ciudad en base al imaginario de las nacientes ciudades de la conquista española. Grabado; c. 1600; Fuente: Memoria Chilena Biblioteca Nacional de Chile.

En las páginas de su único texto conocido, “Primer nueva coronica y buen gobierno”, realiza una pequeña descripción de las colonias españolas en el Nuevo Mundo, siendo particularmente conocidas sus representaciones de las distintas villas y ciudades. Una de estas, es la que realiza de la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura, naciente villorio ubicado en los territorios conquistados por Pedro de Valdivia.

La imagen muestra una ciudad fuertemente protegida con un gran muro, al estilo ciudad medieval. En su interior, en el centro, se puede ver la plaza de armas, rodeada por iglesias y casas. Un grupo de militares y sacerdotes, realizan un acto en el medio de la plaza mayor. Las afueras de la ciudad son terrenos inhóspitos.

Llama la atención el especial cuidado con que Guaman Poma selecciona a los habitantes de la ciudad: militares y sacerdotes. No es casualidad esta apreciación: por lo general, las diversas excursiones de conquista, contaban con gran contingente militar y algunos sacerdotes que llevaban conforte espiritual a las tropas. Al momento de la fundación de las ciudades de America, sus primeros habitantes extranjeros fueron precisamente militares y sacerdotes. 




 
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b) Alonso de Ovalle. La ciudad europea y el mapa eclesiástico.

El Padre Alonso de Ovalle nace en 1603 en Santiago de Chile. Hijo de encomenderos, publicó su libro “Histórica relación del reyno de Chile y de las misiones y ministerios que en él ejercita la Compañía de Jesús” en 1646, en la ciudad de Roma. En este, el padre realiza una serie de descripciones físicas y sociales de la realidad chilena, desconocida en el mundo europeo, y además las labores de su orden eclesiástica en el reino de Chile. Esto es un dato no menor a considerar una vez que analizamos el mapa. En su plano “Prospectiva y planta de la ciudad de Santiago de Chile”, la ciudad aparece perfectamente cuadriculada, manzanas que además se encuentran divididas en su interior por 12 pequeñas cuadriculas. La perfección de la ciudad americana, era la idealización de Alonso de Ovalle: “una ciudad hecha a compás y cordel” (Ovalle, 1646).

Y como tal, también muy parecida a las demás ciudades fundadas por estas latitudes:

“Me pareció poner aquí el sitio y planta de Santiago, con todas sus calles, cuadras, solares y plazas, apuntando en particular a los sitios que corresponden a iglesias, conventos y monasterios, por ser la principal parte de una republica cristiana. Con lo cual se podrá fácilmente entender el modo como están fabricadas las demás” (Ovalle, 1646).

Imagen 2. El plano de Alonso de Ovalle de 1646. En él, podemos apreciar las distintas instituciones religiosas como también el damero extendido de la ciudad hacía el sur de la Cañada y hacia el norte del Río Mapocho. (; 1646; Fuente: Bibliothèque Nationale de France.

 
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En esta cita, resalto particularmente dos aspectos de la representación de Alonso de Ovalle: el aspecto religioso del mapa; y la uniformidad de la fundación de las ciudades.

Como se puede apreciar en el plano, Alonso de Ovalle destaca numerosas ordenes religiosas en todos los puntos de la ciudad de Santiago. En el centro del valle del Mapocho, hacia el sur de la Cañada, en el sector de La Chimba y por supuesto el cerro Santa Lucía. La religión es el aspecto a representar por Ovalle, siendo las ordenes religiosas las únicas instituciones resaltadas por el padre jesuita. No es menor el hecho que el cerro Santa Lucía se encuentre en la cabecera del plano, es decir, con el Norte hacía la izquierda del plano. Esto resalta particularmente al cerro en el mapa, y da la idea de control sobre la ciudad. Para Marisol Martínez Muñoz, la cruz representada en el Cerro Santa Lucía, patrona de la buena vista, representaba que “la religión veía y dominaba todo” (Martínez, 2004:5).

El segundo punto de importancia es la uniformidad de las ciudades fundadas no tan sólo en Chile, sino en América. Son variados los historiadores que señalan que las ciudades americanas debían ser fundadas en base a una regulación dictada por el propio Carlos V. Es entonces en esta regulación, que descansa la idea de Ovalle de una ciudad perfectamente construida. De hecho, su trabajo es una visión futura de lo que será la ciudad. Una ciudad moderna y perfectamente racional. Una ciudad europea.

En ese sentido, la ciudad idealizada por Ovalle no representa la realidad planimétrica ni tampoco topográfica de la ciudad de Santiago, sino más bien de una visión futurista de la ciudad soñada: la ciudad europea en el nuevo mundo.

Pero, ¿qué pasa con La Chimba en este plano? Ya en este tiempo, el sector de la ribera norte del río Mapocho era reconocido con ese nombre que en lengua quechua significa “la otra orilla” o “al otro lado”. En el plano aparece absolutamente urbanizado y como una continuación del damero principal de la ciudad. Sabemos a través de cronistas, que la Chimba no fue hasta el siglo XIX un sector urbanizado, e incluso, la urbanización que en ella comenzó a ocurrir, fue más bien de manera irregular, sin seguir los mismos cánones del damero original. La Chimba no es un sector excluido de la ciudad, sino más bien incluido en el proyecto futurista de Ovalle. La Chimba se representa ordenada y racional. Para autores como De Ramón, esta visión idealizada de la ciudad europea, era más bien una manera de preservar la tranquilidad y la calma en tiempos de guerra constante. “Santiago, el arquetipo o paradigma de la tranquilidad y paz, el lugar más seguro del Reino” (De Ramón, 1992: 42). Esta situación de orden y tranquilidad representada por Ovalle, contrastaría notablemente con la creación de chinganas y ramadas en el sector de La Chimba, una realidad muy distante de la que Ovalle quería representar, y que finalmente repercutiría físicamente en las calles disgregadas, espacios amplios y una urbanización más bien precaria que ocurrió en este espacio.

 
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Imagen 3. El plano de Amadeo Frezier de 1714. Se puede apreciar el pequeño cerro Santa Lucía y la ciudad ordenada y regada por acequias. Mapa; 1714; Fuente: Bibliothèque Nationale de France.

Para concluir, podemos observar que Ovalle a partir de la representación del plano de Santiago, intenta mostrar una ciudad civilizada, racional y moderna. La capital que servía de ejemplo para la ocupación del nuevo mundo. Una ciudad ordenada, y con fuerte presencia eclesiástica, la ciudad “de la nueva utopía civilizadora que pretendía instalarse por todo el nuevo continente” (De Ramón, 1992: 42) y en este sentido, La Chimba, formaba parte de esta ciudad ideal.

c) Frezier. El científico-militar.

A comienzos del siglo XVIII, en el año 1714, un ingeniero militar francés, contratado por el rey Luis XIV, llegó a estas latitudes para realizar diversos estudios astronómicos para mejorar la cartografía americana. Su nombre era Amadeo Frezier, y en su libro “Relación. Viaje por el mar del sur a las costas de Chile y el Perú durante los años 1712, 1713 y 1714, describió y representó la ciudad de Santiago desde su óptica.

El viaje de este ingeniero francés, es uno de muchos tantos que vendrán en el siglo XVIII y XIX de naturalistas, aventureros y científicos con el afán de retratar distintas realidades alrededor del orbe, en función de la nueva etapa expansionista en que se encontraban algunas potencias (Inglaterra, Francia, etc.). Es en esta necesidad económica, comercial y militar, que Monsieur Frezier destaca ciertos aspectos en su plano que es importante puntualizar.

 
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Uno de los aspectos a resaltar es la continuación del damero entre la Cañada y el río Mapocho. Manzanas perfectamente cuadriculadas nos hacen recordar el plano de Alonso de Ovalle, con la diferencia que este plano es considerado el primer plano técnico en elaborarse sobre la ciudad de Santiago. Frezier destaca y dibuja acequias que se desprenden del río Mapocho y alimentan la ciudad, formando una especie de gran huerto. Recordemos que la ciudad de Santiago no se destaca por su vegetación abundante, por lo que sin el agua, el territorio sería más bien seco.

La ciudad aparece más limitada e incluso pequeña. Destacan 23 plazas, instituciones y lugares de importancia. Al contrario de Alonso de Ovalle, Frezier no pone énfasis en las órdenes religiosas. Esto no es por casualidad. La labor de Frezier era recalcar las debilidades militares del reino de Chile, y por lo tanto la representación la realizaba desde esta perspectiva. En este sentido resalta por ejemplo el puente en ruinas, “Pont Ruine”, que para esta fecha debería ser el puente de palo, ubicado frente de la actual Avenida Recoleta.

El hecho particular de destacar un “puente en ruinas”, tiene una explicación político-militar: En su libro, Frezier no enfatiza sobre ningún aspecto positivo de estas latitudes, sino más bien hace referencia a aspectos de carácter económico (minas de oro, plata, sitios privilegiados, etc.) y a debilidades de la administración colonial española (pocos recursos militares, debilidad de fortalezas, etc.) (Frezier, 1982).

La Chimba en el plano de Frezier, sigue apareciendo como una prolongación de la ciudad de Santiago. El damero atraviesa el río Mapocho, pero esta vez la extensión de La Chimba es mucho más pequeña. Frezier no pone énfasis en su paisaje  (probablemente, nunca estuvo en ella), y como señala Martínez (2007), no elimina este sector, “solo lo ordena” (Martínez, 2007: 37).

V.- El siglo XIX y los cambios en la cartografía

El siglo XIX es considerado por algunos autores como el siglo de oro de la cartografía chilena4. Es en este, en que muchos cartógrafos, naturalistas, ingenieros y científicos, comienzan a retratar la ciudad desde su perspectiva y con distintos propósitos. El auge de la cartografía se debe principalmente a las nuevas ideas de Independencia, y a la consolidación del Estado-Nación, llevando  las nociones  de progreso y desarrollo. Por otra parte, comienzan a utilizar nuevas técnicas, acercando la realidad planimétrica y topográfica de las ciudades que se retrataban. En este sentido, La Chimba comienza a aparecer disgregada y con un territorio más bien desordenado y escasamente urbanizado. Para esto, seleccionamos tres de los más importantes del siglo XIX: Claudio Gay, Juan Herbege y Ernesto Ansart.



 
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a) Claudio Gay y la realidad planimétrica de La Chimba

Hablar de Claudio Gay, es hablar de uno de los más grandes naturalistas que han pasado por nuestro país. De nacionalidad francesa y de profesión botánico, fue uno de los primeros en retratar la flora, la fauna y la geografía chilena. Fue contratado por el gobierno de Chile en 1830, y en ese tiempo como empleado gubernamental, realizó uno de los planos más importantes de la cartografía chilena en el año 1834.

En este, la ciudad aparece colorida y destacan los detalles en la geografía, sobre todo la gran hoya hidrográfica del río Mapocho, y sus múltiples brazos. El mapa cambia de dirección (el norte está en la cabecera del plano), y la realidad planimétrica es representada fielmente.

La Chimba ya no es representada como una extensión de la ciudad, sino más bien como un espacio distinto, escasamente urbanizado, y en donde predominan las chacras y grandes extensiones de tierras agrícolas.

Un nuevo aspecto a destacar es que aparece por primera vez representado el Cerro Blanco (o una porción de el), además de cuatro instituciones religiosas (la Iglesia de la Estampa, Recoleta Dominica, Recoleta Franciscana y el Carmen Bajo) perfectamente ubicadas.

Imagen 4. El plano de Claudio Gay de 1834. Uno de los más importantes del siglo XIX. Detalla una cantidad importante de instituciones no solo religiosas, sino también edificios públicos, plazas, etc. Mapa; 1834; Memoria Chilena Biblioteca Nacional de Chile.

 
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Imagen 5. El plano de Herbage. En el se puede ver claramente los limites de la ciudad de Santiago según su representación. Mapa; 1841; Colecciones Biblioteca Nacional de Chile.

Las principales vías del sector chimbero aparecen con cierto grado de consolidación: La Cañadilla denota su carácter de vía principal de acceso a la ciudad, siendo incluso representada con mayor amplitud que la mayoría de las calles de la ciudad urbanizada. Por otro lado, la calle de la Recoleta, comienza a consolidarse como una vía alternativa en este sector. Podemos observar también los dos callejones que unen La Chimba de lado a lado: el Callejón de Carriones que une el “Callejón de la cancha de piedra” con la Cañadilla, al poniente; y el Callejón de los Olivos, que une la Cañadilla con la Calle de la Recoleta, hacia el oriente.

Gay, como empleado gubernamental, se remite a realizar un plano absolutamente realista, dejando atrás las representaciones impresionistas del siglo pasado. 

b)  Herbage y los límites Chimberos

Juan Herbage, arquitecto francés asentado en Chile durante el siglo XIX, diseñó distintas obras de gran importancia como las catedrales de Rancagua, La Serena y Concepción, el Instituto Nacional y la Universidad de Chile. Además del levantamiento de los planos de las ciudades de Coquimbo, La Serena y el que revisamos a continuación de la ciudad de Santiago. El presente plano lo levanta hacia el año 1841. Se basa principalmente en las líneas creadas por Claudio Gay en 1831, pero especifica algunos edificios públicos antes no mencionados.

 
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La ciudad aparece aparentemente limitada por los colores que el utiliza el autor, dejando en blanco aquellas zonas que “no pertenecen” a la ciudad de Santiago. La orientación del plano es la misma que la del mapa de Claudio Gay, es decir, con el norte hacia la cabecera del trazado.

Una de las características principales de este plano es que nombra la mayoría de las calles que aparecen en el trazado urbano, dejando con esto testimonio histórico de las denominaciones de aquellas calles y cuales servían de limites para la ciudad. Así, por ejemplo, podemos ver que la “Calle de la Ollería” hacia el sur de la capital, servía de límite poniente en el trazado urbano.

Un punto interesante, es que el río Mapocho es representado absolutamente irregular en su hoya hidrográfica. El río no es encausado, sino que se representa con varios brazos que forman pequeñas islas en su cauce.

Otro aspecto a destacar es la cantidad de edificios públicos que aparecen mencionados. Es el primer plano en que se detalla con tal exactitud la ubicación de iglesias, conventos, monasterios, capillas, hospitales, cuarteles militares, palacios, etc. Es decir, el plano hace un levantamiento detallado no solo del trazado urbano, sino además de estructuras arquitectónicas de importancia para el funcionamiento de la ciudad.

En el sector de La Chimba, podemos identificar algunos aspectos que no se habían observado en los planos anteriores como por ejemplo la ampliación de los límites del barrio hacía el norte, observándose ya el cementerio general en la parte superior del plano. El cerro blanco por su parte, podemos verlo en su totalidad. Algo que nos llama particularmente la atención en este sector, es la cantidad de cursos de agua que en la actualidad no existen. Se pueden distinguir por lo menos cinco cursos de agua distintos, que suponemos, servían para el regadío de las chacras y cultivos, los que consecuentemente, también estaban acompañados de 14 molinos claramente especificados por el autor en el plano.

Corrido ya casi la mitad del siglo XIX, solo existían dos accesos al sector de La Chimba: el puente de Cal y Canto y el puente de palo (o de madera como señala Herbage).

Los limites que define Herbege para La Chimba, se concentran principalmente entre la que suponemos es calle Loreto hacia el oriente, avanzando hacia el norte para toparse con Dominica; el Cementerio general sería el límite con su Calle del Panteón; hacia el poniente, la Cañadilla, actual Avenida Independencia, para finalmente llegar al límite sur por el río Mapocho.


 
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c)  Ansart y el plano técnico/administrativo

Ernesto Ansart, ingeniero, es el primero que realiza un plano estrictamente administrativo y con proyecciones urbanas. Benjamin Vicuña Mackenna se interesa en realizar una serie de modificaciones en la estructura urbana, proyectados en su Plan de Transformación de la ciudad, realizado desde el año 1872. Es por esto, que este plano cuenta con algunas proyecciones como por ejemplo el camino de cintura, la canalización del río Mapocho, entre otras (De Ramón, 2000). No debemos obviar este hecho, ya que define el imaginario que subyace en este plano, y que precisamente nos habla de una particular visión de la ciudad. Vicuña Mackenna es sin duda uno de los más importantes personajes de la historia de la ciudad de Santiago. Sin ahondar mucho en su historia personal, podemos destacar el periodo donde fue intendente de Santiago, entre 1872 y 1875, en el cual realizó una reforma urbana que contemplaba una transformación de la ciudad para emparejarla con los diseños arquitectónicos y urbanísticos de Europa. Determinó que la urbe adecuada debía denominarse “la ciudad propia”, la cual poseía como características ser una “ciudad cristiana, civilizada, opulenta, en oposición a la ciudad de los arrabales y de la miseria” (De Ramón, 2000: 118). De esta forma, dividió Santiago en dos: una ciudad hermoseada, con mejoras viales y paseos de corte europeo; y otra, una ciudad, la de los suburbios, en donde “existiera otro régimen, menos oneroso y menos activo” (De Ramón, 2000: 146).

Imagen 6. Ansart incorpora al trazado urbano las actuales comunas de Recoleta e Independencia. Mapa;1872; Colecciones Biblioteca Nacional de Chile.

 
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La carga simbólica de esta escisión de la ciudad de Santiago, es expresada en el plano de Ansart, a partir de la concentración de instituciones y lugares de importancia en la denominada “ciudad propia” de Vicuña Mackenna. Los arrabales, por el contrario, solo se destacan cementerios, organizaciones eclesiásticas, sanatorios y hospitales. El ordenamiento territorial del plano se invierte en relación a los dos anteriores que revisamos del mismo siglo, quedando así el norte hacia el costado inferior del mapa. Se puede observar un crecimiento en la ciudad, particularmente resaltado hacia el sur.

Relativo al sector de La Chimba, podemos notar algunas transformaciones de orden territorial y urbano. Las calles principales conservan sus nombres, pero podemos observar dos aspectos de importancia:

  1. es el primer plano en el cual algún sector de la Chimba es incluido en el trazado urbano y en las categorías de orden administrativo. Así, por ejemplo, las comunas de Recoleta e Independencia son ahora subdelegaciones (14 y 15 respectivamente). Este es un hecho no menor, puesto que el territorio de La Chimba fue por largo tiempo un sector esencialmente rural, de escasa urbanización, y por lo tanto un sector contrapuesto a la ciudad que se extendía al otro lado del río.
  2. Se puede observar por primera vez un sector esencialmente urbanizado y vializado, de Independencia al poniente. Este sector se le conocía como Población Ovalle, y fue durante largos años cobijo de rancheríos y campamentos.

VI. Reflexiones finales

Como hemos podido ver en este artículo, los distintos planos de la ciudad de Santiago han puesto énfasis en particularidades de sus representaciones, debido a diversos motivos y razones. Cada uno de ellos responde a características de su contexto histórico, como también a condiciones exclusivas del desarrollo urbano de esta ciudad. Además, nos permiten visualizar, analizar y comprender como es representada la ciudad desde los distintos imaginarios que entran en juego, más allá de su realidad topográfica o planimétrica. En este sentido, y sobre el cual hemos puesto énfasis en esta investigación, se puede señalar que hemos indagado a partir de una mirada minuciosa en los imaginarios que subyacen en cada uno de los mapas. De esta forma, por ejemplo, pudimos observar una transformación clara en los aspectos que cada autor quiere destacar en cada plano. Guaman Poma destaca una “ciudad fortaleza”, muy propio de la época de conquista y colonización, en donde los exteriores de esta ciudad son un terreno baldío e incluso nebuloso. Su representación, si bien no es estrictamente un plano, podemos observar en ella una carga imaginaria orientada a lo eclesiástico y lo militar.

Alonso de Ovalle ordena la ciudad de tal manera, que esta parece un damero, como mencionamos anteriormente. Llama la atención como está estructurado el plano en función de sus puntos cardinales: el norte está ubicado en el costado izquierdo del plano.

 
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Por el contrario, la ciudad representada por Frezier, es ordenada, tiene límites precisos de los sectores urbanos, calles y pasajes, e incluso nos ofrece una orientación particular de la ciudad: el norte se ubica hacia el costado inferior del plano.

Desde la representación de Claudio Gay en adelante, el norte se ubica en el costado superior del plano. No sabemos con certeza a que se remite esta situación, pero podemos comenzar a tirar algunas líneas sobre cuales fueron las intenciones que motivaron, específicamente a Ovalle y Frezier en esta particular forma de orientar los planos: las campañas militares durante el siglo XVII y XVIII, fueron indistintamente apuntadas a tomar control de los territorios del sur.

En el plano de Frezier se hace mas evidente esta situación: El sur, ubicado a la cabecera del plano, es “el norte” a conquistar, casi como una extensión natural del plano. La ciudad, de hecho, se ve ampliada hacia el sur, incluso sabiendo que los primeros asentamientos en la cuenca santiaguina fueron en el sector de La Chimba (De Ramón, 2000). Incluso, con el plano de Ansart retomando momentáneamente esta orientación, podemos señalar que las motivaciones de esta misma tienen que ver con el Plan de Transformación urbano que propuso Vicuña Mackenna, abarcando así ampliar la urbanización hacia el sur, y observando los límites de esta en esa dirección.


Para la constitución de una práctica antropológica pura, se hace necesario la “voz de un actor otro, y en eso reside su punto de partida dialéctico, en lo metodológico” (Gravano, 1995), cuestión que sin duda deberemos retomar en otra oportunidad, para contraponer los distintos puntos de vista, como señala Bourdieu (Bourdieu, 1993: 9-10), el imaginario del poder (los planos) y por otro lado la mirada desde el habitante de la Chimba en la actualidad (la imagen cognitiva).

Notas

1. Este artículo forma parte del proyecto FONDECYT Nº 1095083 “La ciudad de los otros: inmigrantes en territorios de frontera. La Chimba en el siglo XX”, año 2009-2011.
2. Miguel Rojas Mix, en un artículo aparecido en el periódico Le Monde Diplomatique. Septiembre 2008.
3. Ver en http://www.hypergeo.eu/article.php3?id_article=362
4. Se recomienda leer “Historia de la cartografía en Chile” de José Ignacio González Leiva, en “La cartografía iberoamericana” del Institut Cartogràfic de Catalunya, Barcelona (1998), en donde se profundiza en este tema partícular.


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