En los videos aparecen algunos nombres con roles muy definidos, ¿esto responde a estrategias más bien de tipo comercial o de distinción? ¿El proceso de producción sigue siendo colectivo?
Sí, es un proceso colectivo pero están los que manejan la cámara, ellos son llamados “directores”, los personajes son los “actores”, pero hay una colaboración colectiva, una discusión. Hay implicancias después, cuando se desarrolla una película sobre un tema sucede que este se torna un tema en la escuela indígena, se convierte en el tema de la tesis del maestro indígena en su proceso de formación, se transforma en tema de libro educativo. Cada vez que se toma un tema se transforma en múltiples productos y discusiones en varios espacios de la comunidad.
Video Indígena Latinoamericano
¿Qué diferencias hay entre la propuesta de Video nas Aldeias y las otras propuestas latinoamericanas? ¿De qué manera se vincula con otros “movimientos”?
Yo no me siento muy cómodo en hacer este análisis, creo que son situaciones nacionales muy distintas. El CEFREC (Centro de Formación y Realización Cinematográfica) de Bolivia, por ejemplo, para trabajar tiene que dialogar con toda una estructura política, sindical, y de federaciones.
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Entonces, hay muchas instancias de negociación para construir el Plan Nacional de Comunicación Indígena. Nosotros, en cambio, vamos a una comunidad de 200 personas y ellos deciden todo lo que tienen que decidir, podemos trabajar con mucha más libertad. Esto sucede porque la coyuntura histórica, política de cada país es así, nosotros intentamos muchas veces aproximarnos y ofrecer nuestros servicios para las grandes organizaciones indígenas y fue un fracaso, porque los políticos indígenas tienen un entendimiento muy utilitario del video y lo que pasa es que, al final, lo que producen son filmaciones de reuniones, asambleas, talleres o campañas políticas, entonces resulta un uso muy utilitario, muy militante. El cine militante, en el sentido estricto, no tiene ninguna utilidad, solamente es visto por personas que ya son simpatizantes de la causa, no tiene ninguna eficacia militante, tienen poco valor artístico, de ahí su ineficacia.
Creo que nuestro proyecto es más que una militancia política, tiene una postura política claro, pero en la forma y el contenido, el video es una expresión artística. Si no tomas esto como una expresión artística, no vas a lograr nada, porque no vas a producir obras artísticas con capacidad de sensibilizar y emocionar personas que no están comprometidas anteriormente con la causa, y así no ampliamos, estamos ahí circulando en los ghettos de los festivales de cine etnográfico, estamos ahí produciendo un circuito cerrado. A nosotros nos gusta cuando un gran festival, un festival de otros temas aceptan la película indígena -que es componente de un mosaico de otras- y es valorado, premiado por su calidad artística y no porque la hacen los indígenas. Esa condescendencia no sirve de nada.
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