Por
otra parte, el ferrocarril metropolitano forma parte
del proyecto modernizador del país, y sus orígenes
se remontan a comienzos de los años ’70,
inaugurándose el primer tramo en 1975. Sin ser
una empresa estatal, el mayor accionista es el Estado,
y por lo mismo aparece como un servicio eficiente, rápido,
cómodo; un espacio limpio. En los andenes y en
las estaciones en general, cada vez se implementan nuevos
servicios; hoy vemos cámaras de televisión
que entregan segmentos noticiosos y de entretención
a los pasajeros, máquinas que expenden algunos
productos como bebidas gaseosas. En suma, el metro,
como lugar subterráneo, aparece como un espacio
“otro”, distinto al de la superficie, a
la calle. Hay una similitud en las funciones, en el
hecho de abordar un tren y dirigirse a algún
lugar, sin embargo, existen normas que deben ser cumplidas
para transitar y actividades no permitidas, como el
comercio ambulante. Es un “orden total, absoluto”,
un orden cultural que supone una lógica preestablecida,
los sujetos quedan anulados, por una “circulación
que se agota en sí misma” (Gallardo,
1994: 194).
El Metro es “un medio de locomoción
barato, rápido, preciso, puntual, masivo y aséptico.
Sus instalaciones son enormes (como la estación
Universidad de Chile) y empequeñecen a sus usuarios
no sólo por sus dimensiones, sino por el derroche
de soluciones técnicas. Más aún,
todo aquel que se involucra con su interioridad, con
su trama de movimiento artificial, llega a sentirse
partícipe de las ventajas del primer mundo. No
sin cierta razón, algunos creen tener poco que
ver con el resto de los tercermundistas”
(Ibíd.).
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Memoria Visual de una Nación se inserta en este
espacio como una propuesta de ingreso a la modernidad
“con identidad”, es decir, apelando a hechos
significativos de la historia nacional. La pregunta gira
precisamente en torno a esa significación, ya que
“las raíces indígenas”, hace
unas décadas sólo eran mencionadas en relación
a la resistencia al invasor español y luego a la
mezcla cultural y étnica que da origen a Chile
y sus habitantes. “Nuestra historia podría
ser la de cualquier pueblo de América. Sus primitivos
habitantes, la llegada de un invasor, el rompimiento de
las tradiciones y los modos de vida, la creación
de otro, mestizo racialmente, las luchas por la independencia,
la fundación de nuestras instituciones durante
la República, el quiebre periódico de esas
instituciones, el deseo de crear un futuro esplendor basado
en la justicia social” .
En este sentido, el autor nos presenta los conflictos
sociales como unidades constitutivas de la nación
chilena. Una multitud de elementos entran en relación
en esta obra: imágenes, textos que acompañan
fragmentos del mural y cuyo rol sería el de “educar
por medio de la palabra al observador reflexivo” ,
colores, la atmósfera recreada. Hemos realizado
una selección de los paneles que la componen, para
su análisis, y de algunos textos que aparecen en
el libro editado en el año 2002, bajo el mismo
nombre del trabajo de Toral, y que se nos presentan a
modo de explicación de las distintas partes que
componen el mural emplazado en el metro. Algunos de esos
textos explicativos pertenecen al artista.
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