Imágenes y medios en la investigación social. Una mirada latinoamericana.

José Bengoa
Profesor Escuela de Antropología
Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Se trata de un libro que compila los trabajos presentados al Coloquio Imagen y Ciencias Sociales. Repensando investigación y sociedad en Latinoamérica, realizado en Buenos Aires el año 2004. El tema que reunió a los participantes es la cuestión visual y cómo se enfrentan a ella las Ciencias Sociales y en particular la Antropología. Dice Lourdes Roca después de pasar revista a Regis Debray y su Ensayo de Mediología que “en lo que sí podríamos estar de acuerdo es en la importancia que la imagen tiene para la historia social de la tecnología y de la cultura material, que en última instancia son las que han venido condicionando su producción”.

No cabe duda que estamos en un mundo donde las imágenes circulan de un modo fantasmagórico. Los norteamericanos y las ciencias sociales americanas se dieron cuenta de ello hace mucho tiempo y quizá Clifford Geertz, fallecido el martes recién pasado, no habría pensado y escrito lo que escribió sin la influencia determinante del cine, la televisión y más cercanamente el Video. En América Latina hemos caminado más lento. La tradición jurídica, recordémoslo, sajona es oral, visual, de pleitos en que se discute en una suerte de representación, la hispana es escrita, miles de papeles que llenan estanterías. La fuerza y poder de la palabra escrita proviene de una tradición hispano europea de la que aún somos parte.

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Quizá tenemos mucha mayor desconfianza de la imagen que de la palabra. Es por ello que en todos los artículos de este pequeño libro se insiste mucho en lo que las imágenes muestran y , con razón, lo que las imágenes callan. Un tema que es quizá más latino que anglosajón. Proviene tal vez de una sociedad latinoamericana, que siempre ha vivido bajo el signo de la represión, de lo escondido, de que muchas veces lo importante se calla, o no se muestra y por lo tanto lo que se dice o se proyecta no siempre corresponde con lo que está detrás y por lo general son imágenes deformadas de lo que podríamos llamar realidad. No hemos sido puritanos y lo que callamos solamente se lo decimos al cura en la oscuridad del confesionario, cuando habían curas y confesionarios. No es que en otras latitudes las imágenes sean más correspondientes, por ejemplo a los fenómenos históricos: el western es una mistificación de la historia de la colonización del lejano oeste americano, como señala en su artículo de este libro Gastón Carreño. Pero esa mistificación le dio a los norteamericanos un sentido, hizo de la “guerra contra los indios” un asunto nacional, que quizá aún sigue presente en las ideologías norteamericanas de la guerra. La realización de un western en Tierra del Fuego, como dice Carreño, inventa un indígena, o lo trata, la actriz Tamara Acosta de reina Selknam, pero en este caso la sospecha es tan grande que la película pasó sin pena ni gloria y por ejemplo el que escribe estas líneas ni siquiera la vio. No es solo un asunto de calidad fílmica sino de culturas diferentes, una en que el principio de la sospecha es tardío y que existe un grado de confianza muy alto en que la imagen responde a situaciones reales y otro, el nuestro, en que la imagen es analizada, por simple sobrevivencia, con cuidado y temor.
 
En Estados Unidos el siglo veinte formó una cultura fílmica que le permite a Woody Allen hacer que su protagonista y ex mujer, Mia Farrow, llore en la platea del cine, se levante y se meta en la pantalla jugando a la existencia de dos realidades, tan seguras de sí mismas la una como la otra. Michael Moore ha desacralizado la imagen recientemente, mostrando lo que está detrás de los planos y cortes que hace la televisión. George Bush en bambalinas queda como ridículo, más de lo que aparece en el noticiario editado.

Los años de Dictadura en Chile nos mostraron en cambio que las fotografías e imágenes de los periódicos estaban siempre trucadas, que las imágenes de bondad y las sonrisas navideñas de la Señora del Presidente no solo no eran verdaderas sino brutalmente todo lo contrario, y que los noticiarios no solo no informaron de las atrocidades sino que mintieron siempre. Hoy en día, aunque la imagen se impone de manera monopólica, afortunadamente e inconscientemente no hemos olvidado plenamente la lección cuando prendemos algunos de los noticiarios que tratan de construir una realidad absolutamente alejada de lo que vemos cotidianamente y sospechamos que siguen mintiendo descaradamente.

Ese principio de metodología podría ser suficiente e interesante para el estudio de las imágenes en América Latina y justificaría el subtítulo del libro “una mirada latinoamericana”. Los trabajos presentados hacen recuentos de documentales, temáticas, fotografías, etc. y van poco a poco construyendo un corpus de trabajos visuales. Es una perspectiva promisoria.
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La Antropología Visual se está abriendo un fecundo camino. No sólo el hecho de recoger registros en imágenes sino sobre todo saber leer las imágenes como constructoras de cultura. Se hace un deber y una necesidad incorporar la imagen como una parte de las redes socioculturales, un especie de líquido amniótico en el que vivimos insertos, que nos golpean, que nos ocultan, que muchas veces nos enceguecen de tal manera que no nos dejan ver.



Ficha Técnica
Imágenes y medios en la investigación social. Una mirada latinoamericana.
Susana Sel (compiladora). Varios Autores
Editado por Universidad de Buenos Aires (Laboratorio de Producción Audiovisual de la Facultad de Filosofía y Letras, Proyecto de Investigación Políticas de la Imagen de la Facultad de Ciencias Sociales), Programa de Grupos de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Instituto Goethe-Buenos Aires.
Buenos Aires, Argentina, 144 páginas. 2005.
 

 

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