“A
la sombra del sol” y la penumbra de los
tiempos de la historia.
Francisco
Gallardo Ibáñez |
El film A la Sombra del Sol, de Silvio
Caiozzi y Pablo Perelman, fue estrenada en 1974
y trata de un hecho de sangre en apariencia
ocurrido a finales de los cuarenta. Dos delincuentes
huyen desde la cárcel de Calama y se
internan en el desierto de Atacama en dirección
a Bolivia. En su camino tropiezan con el pueblo
cordillerano de Caspana, donde los habitantes
les reciben de manera hospitalaria. Más
tarde, los prófugos violan a dos pastoras
y son detenidos por los miembros de la comunidad,
quienes en el curso de un juicio comunitario
les condenan al fusilamiento. Entre los efectos
de realidad más poderosos del film, se
cuenta con la participación de la población
local como intérpretes. Un recurso propio
del cine neorrealista italiano, que en asociación
a una imagen de carácter inequívocamente
documental, permitieron a los realizadores hacer
ingresar el relato en el reino de la historia
como un acontecimiento real. Sin embargo, en
los intersticios del film quedó registrado
el gesto visual de un modo expresivo y cultural
que había llegado a su fin. Positivada
en la imagen de los nativos atacameños,
habita la huella visible de ese “hombre
nuevo” que pocos meses antes del estreno
era el horizonte de la utopía de una
revolución socialista.