Conversaciones a través del Lente.
Por Gastón Carreño
Francisco
Gedda es uno de los más interesantes e influyentes
documentalistas chilenos. Inicia sus trabajos visuales
en la década de los ’70, cuando se incorpora
a un taller de cine dirigido por Helvio Soto, en Televisión
Nacional de Chile. Luego trabaja en el Centro de Televisión
Educativa para la Capacitación Campesina, bajo
el alero del ICIRA (Instituto de Capacitación
e Investigación de la Reforma Agraria) bajo la
dirección de Manuel Calvelo. Su primer documental
en 16 mm., no alcanzó a ser montado y es quemado
por el propio realizador en una chimenea, después
del Golpe de Estado de 1973.
A partir de su exilio en Venezuela continúa con
sus trabajos con videos documentales de carácter
educativo para las Universidades del Zulia y Nacional
Abierta.
En 1983, de vuelta en Chile, comienza a realizar el
Programa Al Sur del Mundo, para el
Canal 13 de la Pontificia Universidad Católica
de Chile. Uno de los programas pioneros en la televisión
que registra la diversidad y su complejidad en la sociedad
actual, posibilitando el diálogo entre el pasado,
el presente y el futuro, entre la naturaleza y la creación
humana, y entre lo cotidiano y lo trascendente. Además
ha realizado Bajo la Cruz del Sur,
para el Canal 9 Megavisión y actualmente dirige
Frutos del País, para Televisión
Nacional de Chile.
Los trabajos de Francisco Gedda han sido reconocidos
y premiados tanto a nivel nacional -por el Consejo
Nacional de Televisión, el Ministerio
de Educación, y la Asociación
de Periodistas de Espectáculos- como
en el extranjero, en Festivales y Concursos Internacionales
de documentales.
Actualmente es académico del Instituto de Comunicación
e Imagen de la Escuela de Periodismo, de la Universidad
de Chile.
Los Inicios
¿Cuándo empezaste con tus trabajos
audiovisuales?.
Las primeras filmaciones fueron como asistente técnico.
Eso fue en el año ’71 en el fundo Tralfún,
que después llegó a ser parte del complejo
maderero Panguipulli y que en ese entonces estaba tomado.
Enero del ‘71, esa fue la primera vez que me topé
con el tema de la filmación. Con una cámara
de 16mm y una grabadora Phillips de esas chiquititas.
¿En
ese momento el audio no era sincronizado?
No, no era sincronizado. Se podía mantener la
sincronización unos 5 a 10 segundos no más.
¿Cuáles
fueron tus motivaciones para seguir trabajando en el
audiovisual, para dedicarte a la realización
audiovisual?.
En realidad, yo venía de Ingeniería en
Informática. Me interesaba mucho la comunicación
y por el lado del cine la comunicación era más
eficaz y más intensa. Y en el año ‘71,
me salí definitivamente de Ingeniería
y entré a un taller de cine que hubo en Televisión
Nacional de Chile, en ese tiempo estaba a cargo de Helvio
Soto, para hacer una película que nunca se hizo.
Pero en realidad significó entrenarse en el tema
de la filmación documental, porque hicimos desde
el ’71 hasta el ’72 una buena cantidad de
filmación documental, de registro de lo que estaba
pasando a nivel de las movilizaciones sociales.
Simultáneamente, yo seguí trabajando en
forma paralela haciendo fotografía para el diario
El Rebelde del MIR, esa fue una fuente importante desde
el punto de vista de la selección temática
y orientación de un registro, más que
una creación con la fotografía, el cine
y la filmación.
A fines del ‘72, pasé junto con un grupo
que dirigía Manuel Calvelo, profesor que todavía
existe, hace clases aquí (Escuela de Periodismo,
Universidad de Chile) de vez en cuando. Fue él
quien formó a la mayor parte de los directores
de Televisión Nacional y asistentes de dirección,
tenía un concepto fuertemente marcado por el
rol comunicacional de la televisión y del cine
como herramienta ideológica de comunicación.
Implementamos el Centro de Televisión Educativa
para la Capacitación Campesina, que funcionó
bajo el alero del ICIRA (Instituto de Capacitación
e Investigación de Reforma Agraria), que dependía
de la FAO y de INDAP por partes iguales. Donde teníamos
un par de cámaras de cine, eran unas unidades
portátiles, donde las grabadoras eran unos AMPEX
de 1 pulgada que había que llevar en camioneta,
eran a su modo portátiles. Pero donde rápidamente
llegamos a la conclusión que teníamos
que trabajar en video si queríamos usar una herramienta
eficaz y de bajo costo.
En esa época hice, en el año ’73,
mi primer documental, en realidad en 16 mm, sobre el
Primer Encuentro Nacional de Consejos Comunales Campesinos.
Un documental que al final no monté, porque llegó
el ’73 (el Golpe de Estado) justo cuando íbamos
a empezar a montar, y en el negativo y en el copión
estaban las caras de todos los dirigentes de los Consejos
Regionales Campesinos y los Consejos Comunales Campesinos,
era prácticamente un pasaporte al infierno para
mucha gente. La quemamos en la chimenea y se acabó
el primer documental en esas circunstancias.
¿Y
de ahí, que pasó? ¿Cómo
fue ese salto desde este tema más vinculado a
lo campesino hasta llegar a la televisión?.
El ’75 empecé a trabajar en Venezuela,
en Maracaibo, en televisión educativa. Y ahí
si que habían llegado las primeras cámaras
realmente portátiles de video. Eran grabadoras
U-Matic, donde la cinta iba aparte de la cámara,
pero razonablemente eficaces. Porque antes había
una cinta abierta de ½ pulgada de muy mala calidad,
que eran Sony también. Existían también
los editores U-Matic, que editaban con una razonable
precisión. Un corte tenía un décimo
de segundo de precisión, lo cual con un poco
de esfuerzo permitía hacer un trabajo de montaje
bastante fino. O sea, uno podía usar las técnicas
cinematográficas pero en video, y con una calidad
razonable.
En el Centro de Televisión Educativo, empecé
a trabajar realmente en video, mis primeros documentales
terminados, mis trabajos terminados fueron en Venezuela,
en la Universidad del Zulia. Estuve en total 5 años
en Venezuela. Tuvimos una productora independiente,
también hacíamos trabajos para la Universidad
Nacional Abierta, documentales educativos hasta el año
’80, hasta que me vine. Pero ya tenía una
experticia en trabajo documental en video, mas que en
cine de 16 mm.
El Documental Televisivo
¿Al Sur del Mundo comienza en el ’85?
Lo primero que logré como trabajo documental
en Chile, fue el proyecto, un año y medio después
de volver de Venezuela. Al Sur del Mundo, le interesó
al Canal 13 en aquella época. No nos dejaron
hacer el proyecto tal como estaba diseñado al
inicio. Teníamos considerado una especie de eco-antropología,
por así decirlo. Es decir, la relación
del hombre y el paisaje son inseparables. La relación
del hombre con el paisaje produce cultura por un lado,
la cultura es un fruto de la relación del hombre
con el entorno. Y por otro lado, el entorno se modifica
en forma recíproca con la permanencia humana.
Nos parecía imposible separar el tema del hombre,
el medio ambiente y la cultura como un sistema complejo
en relación con el medioambiente. Pero el Canal
13 al inicio, por así decirlo, nos obligó
ha hacer la primera serie casi sin participación
de expresión humana, tenían mucho temor
que apareciera el hombre en el paisaje o que apareciera
entrevistado.
Tú has tenido tres producciones en distintos
canales, Al Sur del Mundo, en Canal 13; Bajo la Cruz
el Sur, en Megavisión y lo que estás haciendo
ahora en Televisión Nacional con Frutos del País.
¿Cómo ha sido esa experiencia en términos
de qué limitantes pone cada canal para hacer
tus producciones? ¿Qué es lo que demanda
la televisión?. En definitiva, ¿qué
es lo que hay que transar con la televisión?
En general, pienso que los programadores de canales
de televisión son casi los menos que saben de
televisión. He tenido muy pocos, a lo largo de
23 años de trabajo con la televisión,
interlocutores válidos, uno de ellos es Juan
Agustín Vargas, que es un hombre muy inteligente.
Cuando en el Canal 13 empezó a hacer Al
Sur del Mundo, dejó mucho espacio para
nuestros ensayos, nuestras experimentaciones del lenguaje,
de tratamiento.
Hay que conceder que en esa época la televisión
tenía un panorama distinto, habían tres
canales, era más fácil tener un grado
de audiencia significativa. Al tener una audiencia significativa
se puede contar con mayores presupuestos, y con una
mayor cantidad de tiempo que tú le dedicas a
un tema en el registro, en la filmación y después
en el montaje. Tiene mucho que ver con cuan ricas son
las claves que pasan al espectador.
Para mi gusto, una de las cosas tal vez más notables
de por qué existe hoy en día el concepto
de Antropología Visual, no es tanto porque el
adjetivo modifique a la antropología, la antropología
puede usar cualquier instrumento y sigue siendo la misma.
Esto es lo audiovisual, que es casi una coyuntura, uno
podría usar la antropología y un registro
más fino de la realidad. Pero un buen registro,
implica que hay una gran cantidad de cosas. Un registro
respetuoso, que uno registró, incluso no se dio
cuenta que estaba cuando lo registró, al explorar
en una realidad compleja etnográfica. Y muchas
veces un montaje, un montaje cuidado, fino, con tiempo
permite descubrir las lógicas de esa realidad
que pasaron a través del filtro del realizador,
del lente de la cámara, cosas que uno no vio
y están ahí. El montaje permite a veces
descubrir esas lógicas, poner en evidencia esas
lógicas.
Entonces,
el presupuesto no es banal. La cantidad de tiempo a
trabajar un documental etnográfico es tal vez,
yo diría, uno de los elementos más esenciales
para garantizar cierta calidad final, cierta pertinencia
final. Y eso en la televisión está asociado
a presupuesto. Desde ese punto de vista, el tiempo es
un factor clave y ese tiempo lo tuvimos más en
Al Sur del Mundo que en Bajo
la Cruz del Sur y que en Frutos del
País.
Pero Frutos del País, para mi
gusto, también tiene una intención interesante,
que es extraordinariamente modesto y a mi me gusta.
Pretende mostrar un mosaico parcial de la identidad
de una comarca, no tienen ninguna otra declaración.
Un mosaico parcial de la identidad y del patrimonio
cultural de una comarca. Entonces, las pequeñas
historias que registramos, que son historias que terminan
en 3 minutos, 4 minutos, 5 minutos, 10 minutos las más
complejas, no son arrogantes. Y al no ser arrogantes
pueden terminar siendo, a pesar de que están
hechos con menos tiempo, con 10 días en total
en terreno para hacer un capítulo y unos 15 días
de montaje, más valiosas que otros trabajos hechos
con más tiempo, en el caso nuestro incluso.
Tú
estas haciendo la comparación con respecto a
Al Sur del Mundo, ¿había más jornadas
de terreno?
Al Sur del Mundo tenía casi
un mes de filmación y dos meses de montaje y
Frutos del País tiene 10 días
de filmación y 15 de montaje. Al Sur
del Mundo requería una mirada más
compleja y a veces se logró y otras veces fue
más inocuo. En cambio el formato, aparentemente,
más sencillo de Frutos del País,
que tiene mucho menos presupuesto, pero tal vez por
ser poco arrogante termina dando cuenta de muchos fenómenos
en forma valiosa.
La
Representación del Indígena
Y Te quisiera preguntar directamente algo en
relación con lo indígena. ¿Cómo
piensas tú que se ha representado a los pueblos
indígenas en le cine-video nacional? ¿Cuál
es tu mirada frente a ese tipo de representaciones?
Yo encuentro que ha sido bastante pobre la representación
del indígena. He visto pocos trabajos con pertinencia,
por ejemplo en relación a los aymara y muy poco
en relación a los mapuche. En general, los siento
o paternalista o muy centrados en la visión de
un realizador externo que mira con, probablemente, bastante
legitimidad. Creo que el realizador documental está
afectando tan fuertemente la realidad, que tiene derecho
a tener una mirada sobre el mundo indígena. Pero
en general, encuentro que esa mirada ha sido muy esteticista
o muy seudo-militante pero con una carga ideológica
que está en la mente del realizador y no necesariamente
en lo que está pasando en el mundo indígena.
Creo que ha faltado un registro etnográfico más
modesto, por ejemplo...
Modesto
en qué sentido.
En el sentido que de repente son abundantes los intentos
de dar cuenta del mundo mapuche, lo que es de una arrogancia
infinita. Es como decir, voy ha hacer un documental
de lo chileno, que representa al mundo chileno.
Nosotros, por ejemplo, una vez hicimos un documental
sobre el lafken mapu, hace muchos años
atrás, un pedacito entre Tirua y cerca de San
José de la Mariquina. El documental fue tratado
desde el punto de vista de la leyenda, de la aparición
de elementos de artesanía, productivos, alguna
gente que era depositaria de tradiciones mapuche. La
virtud que tiene, sin ser un gran trabajo, es que es
relativamente modesto, no pretende ni abarcar la religiosidad
ni la cultura sino que simplemente un pedacito de la
cultura. Creo que eso se debiera haber hecho mucho más
en el caso de lo mapuche, que hay una cultura viva muy
fuerte aún.
En
relación a eso, ¿tú no ves que
están operando ciertos estereotipos a la hora
de representar a los pueblos indígenas en las
realizaciones nacionales?
Mira, a mí me gustaría conocer un poco
más. En realidad, pienso que sí, que en
relación al trabajo de la mayor parte de los
realizadores de documentales chilenos tienen una mirada,
de lo que hoy día se define como una mirada autoral,
exageradamente autoral. Aunque es imposible despojar
a un documental de autoría, siempre la tiene.
Lo que hoy en día se ha dado en llamar documental
de autor, se carga de una mirada crecidamente autoreferente,
donde el realizador se está mirando más
el ombligo, que mirar a los indígenas con cierto
rigor, con un cierto interés por aprender, por
respetar, o verlos con el apoyo de antropólogos
o de la gente que ha trabajado en terreno largo tiempo.
Y de ese punto de vista creo que, lamentablemente, quienes
más han caído en alguno de esos sesgos
son los pocos documentalistas mapuche o aymara, que
han accedido al manejo de la cámara. He visto
trabajos malos, en el sentido que los patrones culturales
conectados con el video son tan poderosos, que la gente
asume patrones divorciados, dentro de lo que es supuestamente
ideológico o de formación de sentido,
que tiene la conexión de la cámara con
el mundo indígena. Pero se carga inevitablemente
sin que se de cuenta del que la usa, de una cantidad
de códigos culturales que provienen de un lenguaje
televisivo que busca otros patrones.
Te voy a dar un ejemplo, un programa radial hecho por
mapuche en la IX Región sobre su realidad, inevitablemente
busca, y lo he visto, un tono de locución F.M,
de locutor no sé, de la radio Andrés Bello
o de cualquiera de ellas. El estereotipo de locución
es de una radio winka, en vez de usar la forma
coloquial, en la forma que hablaría un werken
o un mapuche que está relatando historias en
su entorno habitual. Creo que hay una contaminación
muy fuerte de los patrones estéticos y de los
códigos visuales, incluso en realizadores bien
intencionados.
¿Hay
alguna diferencia en la representación del indígena
en términos de género, es decir, notas
que en el cine de ficción existe algún
tipo de referentes que no estén presentes en
el género documental?
F.G: No, no creo. Pienso que todavía es extremadamente
superficial la aparición del mundo étnico
tanto en el cine de ficción como en el documental.
En
tus trabajos audiovisuales, ¿Cómo te enfrentas
al tema indígena? ¿Realizas algún
proceso de documentación previo a la realización
o cuando llegas a la comunidad? ¿Cómo
trabajas?
Mira, nosotros en realidad hemos hecho tal vez tres
o cuatro documentales con algún grado de conexión
con el mundo indígena. El primero de ellos, El
Altiplano, alturas vivas de los Andes, donde la conexión
con el mundo .... hablemos de étnico, porque
hablar de indígena puro también es un
error en Chile. Creo que existen mundos mestizos, donde
somos tan mestizos o con matices, o sea, nosotros somos
mestizos culturalmente, y los mapuche son también
mestizos, pero tienen más acentuado los rasgos
étnicos del mundo mapuche original, creo que
ya no existe un mundo indígena puro. Es un mundo
culturalmente mestizo.
La relación o el enfrentamiento de un documentalista
con el mundo étnico es un tema fundamentalmente
de respeto, de prudencia y de apoyo en la gente que
ha trabajado largo tiempo, que podrán ser antropólogos
o no, sociólogos o no, o un simple mortal que
haya aprendido la forma de relación correcta
y respetuosa, lo que es imprescindible. Uno no puede
llegar como documentalista a un lugar pretendiendo que
en una semana va ha haber aprendido los códigos
culturales, la visión de mundo para poder reflejarla
en forma realmente sencilla.
Recuerdo la primera vez que hicimos un documental, este
que te hablaba de los aymara, alguien nos dijo: -mira,
cuidado, las calles y el entorno de los aymara se consideran
que son tan privados como dentro de la casa-. Pero,
qué se hace en el mundo urbano, pones la cámara
en la calle y el espacio público es filmado sin
pedirle autorización a nadie, o sea la calle
no es privada en el referente urbano.Para los aymara,
para las comunidades aymara y también para la
mapuche el espacio cerca de la casa, la callecita, el
bofedal forman parte de la comunidad.
Para filmar, para tomar una foto hay que concordarlo,
pedir permiso antes. Me lo dijo alguien que había
tenido un largo contacto con Gabriel Martínez,
el padre de José Luis Martínez, que vivió
en Isluga durante mucho tiempo, él no está
ahí ya, pero un amigo nos dio toda la información
recolectada por él durante largo tiempo. Entonces,
nosotros llegamos a filmar con una serie de información
recogida por alguien que había hecho un trabajo
largo, en profundidad de estudio, de comprensión,
que había logrado confianza con este grupo étnico.
Creo que esa es la única forma posible, el realizador
a veces no puede o no dispone del tiempo, pero tiene
que estar trabajando, es este caso, conectado o formar
parte de un equipo, con las personas que han hecho la
larga relación, que tienen un conocimiento suficiente
como para hacer un trabajo que rescate dentro de todo
las subjetividades de miradas del realizador, que al
menos haga pasar parte de ese mundo del protagonista
étnico hacia quien va a ver el documental.
Antropología
y Documental
Un tema que me interesa abordar es el papel
que juega la Antropología en este tipo de documentales,
ya que hemos visto que en muchos videos sobre pueblos
indígenas aparece el concepto de “asesoría
antropológica”, y ese es un concepto muy
vago ¿En qué consiste una asesoría
antropológica?
Yo en realidad siempre he puesto asesoría
científica, nunca he puesto asesoría
antropológica. Y por qué razón.
Pienso que siempre la realidad, de alguna manera, escapa
de las murallas que intenta imponer la academia. Es
decir, tú te puedes acercar a un mundo, a un
grupo humano desde el punto de vista de la psicología,
desde el punto de vista de la psicología social,
desde el punto de vista de la antropología, desde
el punto de vista de la filosofía, desde el punto
de vista de literatura, desde el punto de vista del
periodismo. Alguien puso algunos bordes, un poco burdos,
respecto a cuáles son nuestros referentes, y
prefiero hablar de asesoría científica
y prefiero pensar que incluso alguien que no es antropólogo
y que tiene ese mundo de respeto, de penetración,
de percepción de estudio, puede hacer una notable
asesoría en cuanto a entregar los códigos
visuales, sociales, antropológicos.
Los antropólogos en sí mismo no tienen
ninguna autoridad, tampoco en el mundo indígena.
Es su trabajo en terreno con un grupo determinado que
les puede permitir tener cierta capacidad de compartir,
de penetrar, de aprender. De ser un instrumento de conexión
del espectador con el mundo indígena protagonista.
No me gusta hablar de una asesoría antropológica
porque, pienso que es mejor hablar de una asesoría
científica o de una asesoría de un experto,
digámoslo así.
En
el Diplomado que se dicta acá, en la Universidad
de Chile, se habla de “documental antropológico”
como una de sus menciones. ¿En qué se
estaría diferenciando ese documental antropológico
de los otros documentales?
Cuando hicimos ese Taller, hicimos una diferenciación
muy clara, porque era un Taller que tenía dos
enfoques posibles: un documental pedagógico y
el documental antropológico. Es una diferenciación
que en muchos casos también es efímera,
porque es casi de carácter docente, porque todo
documental tiene rasgos esenciales sino pedagógicos,
de transferencia de conocimientos, o pedagógico
en el sentido laxo o amplio de la palabra.
Nadie hace un documental para sí mismo, le interesa
transferir elementos subrayados por la mirada del realizador,
escogidos por la mirada del realizador, interpretados
por la mirada del realizador. Elementos que de alguna
manera modifican el imaginario social, que inciden en
el imaginario social, y de este punto de vista cualquier
documental es un poco pedagógico. Pero el documental
pedagógico está marcado, por así
decirlo, por una fuerte estructuración de los
contenidos para ser transferidos, de manera casi metódica,
a los espectadores.
Y el documental antropológico, por así
diferenciarlo, lo definimos como aquel documental donde
el tratamiento del hombre es el centro temático
del documental y es mucho más flexible que el
documental pedagógico. Pienso que todos los documentales
donde hay un ser humano como temática central
se puede llamar antropológico. Es una definición
usada casi de forma contextual para diferenciarlo del
documental pedagógico, que era el otro referente
de ese Taller.
Hoy día prefiero hablar más de documentales
expositivos, que son esos viejos documentales en que
el realizador, que se usa mucho todavía en Flora
y Fauna o en temas científicos, escribe un texto
que es la voz, que es la autoridad en la cual descansa
el documental. Otra corriente documental es donde el
texto más bien descansa en los protagonistas,
donde se usa muy poco la voz en off y donde hay muchos
textos que están extraídos de la realidad
misma a nivel de audio. Y entre ellos un documental
de observación, que un tiempo se puso de moda,
que eran los documentales de la National Geographic
sobre tribus indígenas, donde registran la realidad,
imagen registrada en la realidad que por montaje, mostraba
una situación de fuerte intervención,
pero muy disfrazada. Porque al cambiar los tiempos por
el montaje, uno puede armar una secuencia casi ficcional
con elementos sacados de la realidad, pero donde es
poco transparente o poco evidente la intervención
del realizador.
En
cambio hoy día, ese documental con temática
humana tiende un poco al formato que se llama interactivo,
a la forma interactiva donde aparecen las preguntas
del realizador o de antropólogo o del realizador,
que es al mismo tiempo etnógrafo o antropólogo
y que delatan de esa forma su intervención que
parece más honesta con el espectador, que tal
vez sea la regla esencial del documental. El espectador
supone que el documental tiene algo de verdad, y yo
creo que parte de la verdad es la transparencia de mostrar
la intención del realizador.
¿Conoces
trabajos audiovisuales de antropólogos chilenos?.
No mucho. Confieso que he visto algunos de Claudio Mercado,
pero no tuve la oportunidad de estar en el encuentro
de documentales que hace tiempo atrás se realizó
en el Museo Chileno de Arte Precolombino. No me acuerdo
del texto, pero tuve una crítica a ese encuentro
porque debiera haberse marcado más que eran documentales
hechos por antropólogos, porque lo que manda
es la temática y no la profesión o el
título de quien lo hace.
Creo que algunos documentales hechos por Pedro Chaskel
o por mí son muchos mejores documentales desde
el punto de vista antropológico o etnográfico,
que algunos documentales hechos por profesionales, por
gente que tiene el título de antropólogo.
Los documentales que nosotros hicimos, fueron hechos
por equipos de trabajo donde la antropología
entraba en forma muy importante y fuerte con Lautaro
Núñez por ejemplo, asesorando 8 ó
10 de nuestros documentales, Felipe Bate en el sur,
diversos antropólogos en la zona de la IX Región,
Alejandro Herrera por decirte algo. Entonces el documental
es trabajo en equipo, el cine es trabajo en equipo.
Y no es un tema de que el autor sea antropólogo.
En ese trabajo en equipo, incluso cuando las visiones
son interdisciplinarias, (donde hay un antropólogo,
hay un historiador, hay un realizador), puedes producir
trabajos con toda la riqueza de la interdisciplinariedad,
que produce miradas mucho más ricas que las miradas
de las disciplinas, que a veces con sus metodologías
un poquitito cuadradas o sesgadas o con esas fronteras
que yo te planteaba, siento que son un poco artificiales
entre un campo del conocimiento y otro.
Te
preguntaba eso, porque hace un tiempo un colega -Felipe
Maturana- estaba haciendo una revisión de lo
que nosotros llamamos Antropología Visual, que
es esta línea temática que lleva a la
Antropología a trabajar con las imágenes,
y descubrió que en el Primer Congreso de Antropología,
cuando Rony Goldschmied era el presidente del Colegio
de Antropólogos, tú mostraste alguno de
esos trabajos, ¿Cómo fueron recepcionados
por los colegas en esa época?
En realidad, lo mostró alguno de los antropólogos
con los cuales nosotros trabajamos, pero yo no estuve
presente. Pienso que debe haber sido un documental que
hicimos con Carlos Ocampo y Eugenio Aspillaga: Los
Chonos, el mundo perdido de los nómades del mar.
Y ellos sí lo mostraron en el Primer Congreso
de Antropología. Ahora sé que gracias
a ese documental hicieron muchísimos trabajos
más en el Archipiélago de los Chonos.
Así que sirvió.
Los
Archivos Audiovisuales
Otro tema que te quería preguntar, porque
creo que es uno de los temas pendientes en la producción
audiovisual chilena, es el tema de los archivos de videos.
Qué piensas tú de eso, porque sé
que tú tienes un proyecto de Archivo Etnográfico
Audiovisual, ¿puedes explicar un poco ese proyecto?
Sí. El video en todas sus formas conocidas hasta
ahora tiene una muerte relativamente rápida.
Todas las cintas U-Matic que en un momento se registraron
están prácticamente muertas o se les está
desprendiendo la emulsión. Las primeras cintas
Betacam que eran de óxido, eran un poco mejores
pero son más tardías, son del ’83
más o menos, tienen el mismo problema de las
U-Matic. A partir del ‘86-’87 aparecieron
las cintas Betacam SP, cuya emulsión es completamente
distinta, que tiene más coercitividad y pueden
durar 15 años más o menos. El cine, por
otro lado, tiene una muerte más lenta pero igual
de definitiva, porque se pierde el contraste y se pierde
el color de las emulsiones fotoquímicas. Otros
formatos, como el de 1 pulgada son un poco más
firmes que las U-Matic pero tienen problemas similares.
Todo el material que yo tengo en términos específicos,
que son 20 años de registro, que en términos
etnográficos es extenso. Es tan valioso, en el
sentido de que mucha de las situaciones filmadas dejaron
de existir como fenómenos socio-culturales. Me
parecía muy importante transferirlos a formato
digital, descubrimos uno que es Sony XD Camp, que la
Sony garantiza 30 años, es un disco que se graba
con técnica láser, que es una técnica
similar al DVD, pero muy superior en cuanto a confiabilidad.
El primer objetivo del Archivo Etnográfico es
transferir el material o el material seleccionado por
su mejor calidad, técnica y de contenido a este
sistema o disco láser.
Tiene un segundo objetivo, eso pasa por así decirlo,
por una serie de masters como primera etapa, de los
120 masters de Al Sur del Mundo y Bajo
la Cruz del Sur que se hicieron en ese período.
Y una segunda etapa, es transferir un material seleccionado
en forma de cápsula de 3 minutos que dan cuenta,
sin música, solamente la imagen y el sonido ambiente,
de ritos. Por, ejemplo, una colección se llama
Rito a lo Divino, que son desde La
Cruz de Mayo en Aculeo, hasta un Sicuri en el altiplano,
varios bailes de la Tirana filmados hace 15 años,
que se siguen bailando probablemente con variantes.
Y pensando en la descripción relativamente austera,
3 minutos, que describen el centro del fenómeno
con su audio y una hoja adicional de información
sobre el lugar, cuándo fue filmado, si hubo algún
asesor. Ese archivo va a estar disponible en la DIBAM
(Direccion de Bibliotecas Archivos y Museos), en estos
momentos no hay fondos todavía para hacer duplicación,
pero por lo menos se está avanzando.
¿En
que etapa se encuentra ese proyecto?
Hay un buen avance al respecto. Pero los derechos de
uso para el mundo académico y para uso pedagógico
va a ser para la DIBAM y para la Facultad de Ciencias
Sociales que auspició originalmente el proyecto
y el Instituto de Comunicación e Imagen. Pero
probablemente va a estar accesible sin gran dificultad
para todo uso académico. Lo que obviamente sí
se va a resguardar son los derechos de autor para usos
comerciales de los autores y de los camarógrafos
y de quienes filmaron originalmente.
La
Producción Audiovisual Indígena
¿Conoces a Jeannette Paillán y
sus trabajos en video?, ¿Qué piensas de
videos realizados por indígenas, en términos
globales?
Sí. Es una conversación que he tenido
con Jeannette, porque fue alumna nuestra del Taller
de Cine Documental, donde se insistió mucho en
que el rigor del método de trabajo es más
importante que la cantidad de sangre indígena
o no indígena que uno tenga. Porque si culturalmente
aceptamos que somos todos mestizos y estamos todos imbuidos
de una cantidad enorme de códigos culturales,
el que tengas padre y madre indígena no te garantiza
nada. Eso como declaración de principios. Yo
siento de repente que tengo un porcentaje importante,
por lado de mi madre, de sangre indígena y me
parece fantástico, pero eso me puede dar un grado
de intuición o de acercamiento, tal vez. Pero
creo, que el rigor metodológico y la concepción,
incluso, ideológica de cuál es el rol
del realizador y del documentalista es mucho más
importante.
Jeannette lleva varios años de trabajo, por ejemplo
ella se ha ido acercando a una metodología de
narración documental bastante correcta. Nosotros,
hace unos 8 ó 10 años que tenemos relación
con ella, nos pidió material, armó un
documental con material nuestro ...
Punalka,
que de hecho tenía material Al Sur del Mundo.
Claro, después estuvo como alumna acá,
creo que ella ha hecho un camino bien interesante como
documentalista. Un buen documentalista debiera poder
acercarse a cualquier mundo indígena o mundo
étnico con respeto, con prudencia y también
con apuestas desde el punto de vista de las hipótesis.
Uno no puede liberarse de las hipótesis, es decir,
el pensar que uno puede hacer un documental, una observación
neutra es un muy grave error.
No existe el momento en que uno ... pusiste este encuadre
o este o este, e hiciste una decisión ideológica;
que es lo que quieres mirar tú en ese encuadre.
Y puede ser indígena o no indígena quién
está delante de tu lente, pero ya hiciste una
opción, tomaste una decisión.
Uno tiene que estar muy ... yo recomendaría a
cualquiera que quiera enfrentarse al documental como
instrumento antropológico, que sea consciente
de su propio sesgo como documentalista, qué mirada
tiene, que lo haga lo más respetuoso posible,
que sepa que su trabajo tiene una orientación
y que hacerlo neutro, aparentemente objetivo, inocuo,
lo único que va a hacer es hacerlo aburrido y
sin sentido.