Basado
en datos de investigación sociológica, la
película hace parte de la serie Brasil-Verdad,
que engloba el trabajo de otros cuatro directores tratando
los siguientes temas: samba, fútbol y cangaço.
Brasil-Verdad
fue exhibido en el Festival de Venecia, en 1965. Es del
período siguiente la película Visão
de Juazeiro, ya citada, de Eduardo Escorel (1969/70)
que aborda la historia de la ciudad de Juazeiro del Norte
y su culto al famoso Padre Cícero. Las dos películas
hicieron parte de la serie de documentales producidos
por Thomaz Farkas- que lideró una iniciativa inédita
en la producción cinematográfica brasileña
de los años 60 a 80. Su propuesta se volcaba al
registro de la cultura brasileña de norte a sur
del país, contando con la colaboración de
jóvenes cineastas, descontentos con los rumbos
políticos de Brasil, a partir de 1964. Farkas realizó
parcialmente su proyecto, con un saldo de más de
30 películas de cortometraje, con títulos
abordando el tema de la religión. Esta producción
fue conocida como A caravana Farkas. Las influencias
del cine social inglés de los años 20/30,
y especialmente las propuestas del cine-verdad de Jean
Rouch, de los años 50/60 marcaron la realización
de tales documentales.
Ente los años 50-60 hubo una importante circulación
entre los profesionales de la fotografía y del
cine, observándose aquellos que se destacaron en
la producción de imágenes en el campo de
la religión. Podemos citar entre otros nombres:
Pierre Verger, antropólogo y fotógrafo,
que también realizó películas; José
Medeiros, fotógrafo, se dedicó al tema de
la religión y se convirtió en fotógrafo
de cine; Jean Manzon, fotógrafo, fue el responsable
por una infinidad de documentales de temática cultural
en Brasil en los años 50/60; Luis Carlos Barreto,
fotógrafo, pasó a la fotografía en
el cine y posteriormente a la producción.
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El
cine documental brasileño de los años 70
es visto, en la actualidad, como un importante instrumento
de lo que se llamó el proceso de “redescubrimiento
cultural de Brasil”. Con las leyes de protección
al mercado de películas de cortometraje brasileño,
de carácter cultural, hubo un crecimiento de la
producción. La película Iaô
(1970), de Geraldo Sarno es un ejemplo. Enfoca el día
a día de una comunidad bahíana de Candomblé,
registrando con riqueza etnográfica, el proceso
de iniciación de una filha-de-santo (Iaô).
Eduardo Escorel hizo Jubileu (1981), focalizando
la romería de la Bom Jesus de Matosinhos en Congonhas
do Campo, Minas Gerais; Vladimir Carvalho (1962) dirigió
Romeiros da Guia, sobre una romería en
el interior de Paraíba; Roberto Moura (1973) dirigió
Sai dessa Exu, sobre la Macumba en Río
de Janeiro y muchas otras películas pueden ser
citadas abordando la temática de la religión,
de directores importantes.
Aunque la cámara en la mano, propuesta por Jean
Rouch, va a estar entre las directrices adoptadas por
muchos de los documentalistas brasileños de la
época, la presión de la narración
en off dejará sus marcas en la mayor parte
de las películas. Las películas de este
período buscan ejercitar el lenguaje cinematográfico
y algunas pueden ser destacadas como excepcionales experiencias
estéticas. No obstante están presos, en
general, a tesis e ideas preconcebidas. Muestran el encantamiento
de los directores con sus temas, pero también su
creencia en la objetividad de la cámara. Y así
van en busca de la realidad que tendrá la función
de confirmar las ideas formuladas por el director. Esas
mismas ideas serán transmitidas al espectador en
la narración.
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